Si hay un punto de la etapa que mejor ha reflejado hoy la comunión entre la afición vizcaina y La Vuelta, ese ha sido Pike Bidea. El estrecho y exigente tramo de Sondika se ha convertido esta tarde en un hervidero de animación, donde cientos de personas se han agolpado en las cunetas desde primeras horas de la mañana para asegurarse el mejor lugar. La marea de ikurriñas y pancartas de apoyo a Palestina han ondeado entre curvas cerradas y repechos, mientras los gritos de ánimo se multiplicaban cada vez que el nombre de Mikel Landa salía de las gargantas. El corredor murgiarra ha sido, sin duda, el más coreado, aunque cada ciclista ha recibido el aliento de un público entregado que no ha dejado de aplaudir.

El ambiente ha sido festivo y combativo a partes iguales. En las cunetas se respiraba la alegría de un día de ciclismo, con cuadrillas improvisando campamentos desde la mañana. Dos aficionados, con ikurriñas a la espalda y uno de ellos con un llamativo gorro de vikingo, llevaban horas esperando. “Hemos llegado sobre las 11 de la mañana para montar un poco el campamento”, contaban, a pesar de que la carrera no pasaba por allí hasta las 17.30 horas. La espera, explicaban, se hacía más llevadera con provisiones bien calculadas: “Bocata y patatas, un poco de tinto de verano, hielos...”.

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Otros dos jóvenes, uno de ellos con la camiseta del Athletic, relataban: “Llevamos aquí desde las 11 y algo. Venimos andando desde San Ignazio, una horita más o menos. Pero bueno, somos mendizales y gente que se cuida, ha sido bastante fácil”. A la pregunta sobre quién ganaría la etapa, tanto ellos como el primer grupo lo tenían claro: “Mikel Landa”, respondían sin dudarlo. El alavés ha sido el nombre más repetido durante la tarde en un Pike Bidea que ha vibrado a cada pedalada.

Pero el desenlace ha estado marcado por la tensión. Las protestas en favor del pueblo palestino, muy visibles a lo largo de todo el recorrido, han obligado a la organización a concluir la etapa tres kilómetros antes de la meta debido a la elevada presencia de manifestantes. Una imagen que, junto al calor popular vivido en Pike Bidea, ha marcado una jornada tan intensa como inesperada en la Vuelta.