En Italia hasta lo moderno parece desgastado por la sabiduría, la historia y una pátina de decadencia. La Strade Bianche, la carrera del sterrato y los caminos de tierra de los agricultores que entrelazan el sistema nervioso de la bella Toscana, es un invento reciente, no tiene ni la mayoría de edad, pero parece vieja como Siena y su palio. Una belleza del medievo.

La Coppa Bernocchi, promovida por Antonio Bernocchi, un empresario textil, tiene más edad. Nació en 1919. La clásica lo es por derecho propio. Más de un siglo de vida le contempla. En alguna ocasión, la cita lombarda coincidió con el campeonato de Italia de ruta.

La Strade, a pesar de su juventud, es más famosa que la Coppa Bernocchi, una cita bisagra del otoño italiano. No posee el glamour de otras carreras, pero Van Aert le dio realce con su victoria.

La clásica acarició a la estrella belga concediéndole alivio. Después de tantas buenas actuaciones a las que le faltó el remate, el triunfo reconfortó a Van Aert como lo hacen las canciones de cuna.

Volver a ganar se había convertido en un misión para el belga. Por eso, cuando Van Aert cumplió con los pronósticos al superar a Albanese y Bagioli entre el grupo de los elegidos, no sonrió. Su acto reflejo fue lanzar un suspiro de alivio. Se quitó un peso de encima el belga, segundo en el Mundial de ruta y en el Europeo.

Quinta victoria del curso

“Dedico especialmente esta victoria a las personas que siguen creyendo en mí”, expuso el vencedor tras lograr la quinta victoria del curso. Fue el de Van Aert un acto reivindicativo.

Lo necesitaba después de numerosas carreras en las que merodeó la gloria. En la clásica italiana se reencontró con los tiempos felices y las gratas sensaciones que conceden paz interior.

La prueba, con deje para velocistas, compone su caparazón con las ascensiones al Piccolo Stelvio. Todo suena mejor en italiano. En la última pasada de las siete, por la pequeña cota se agitó la carrera y una decena de dorsales irrumpieron con energía.

El Jumbo fijó a tres de sus hombres, Van Aert, Tratnik y Benoot. El Soudal colocó a otro trío con Alaphilippe, Bagioli y Masnada. Además, Hirschi, Oldani, Albanese y Scaroni se colgaron de la percha de las dos formaciones con las que se especula una fusión nuclear en el ciclismo.

A pesar de las tiranteces y de los rumores que crecen entre las rendijas de los despachos, se entendieron neerlandeses y belgas. Relevos mudos pero efectivos.

La mímica de los codos, agitados por la ambición. En esa cadena de montaje, las minorías se taparon, agazapadas. Albanese no asomó. El italiano esperaba al esprint en Legnano.

El plan previsto

Se cumplió punto por punto lo establecido en el manual del ciclismo en situaciones así. Benoot, al que no le sobra velocidad punta, lanzó su apuesta para buscar una llegada sin invitados.

Alaphilippe, sin la chispa de los mejores días, no tardó en hacer palanca con el mismo punto de vista de Benoot. En una rotonda, el francés, bicampeón del mundo, quiso romper el modelo. Tratnik, una locomotora formidable, le secó.

Apagados los desordenes, se impuso la coreografía del esprint. Benoot remolcó a Van Aert hasta el punto de despegue. Albanese y Bagioli hombrearon por la rueda del belga. Albanese se prensó a Van Aert. En esas posiciones, se apartó de la escena Benoot.

Van Aert, poderoso, lanzó el esprint con convicción, pero con una brizna de duda tocándole el hombro, susurrándole. Cuando se cuartea la confianza, ese tótem inasible, es complicado ser una certeza absoluta.

Los axiomas no existen en el ciclismo. Por eso, cuando abrió los brazos, lejos de la amenaza de una remontada, protegido de la inquietud, resopló el belga. Van Aert se alivia.

ROGLIC Y POGACAR SE RETAN EN TRE VALLI VARESINE


Las clásicas italianas siguen su ritmo y asoma Tre Valli Varesine, una cita que reunirá este martes un plantel de lujo en la salida. Roglic y Pogacar se verán de nuevo las caras tras medir sus fuerzas el pasado sábado en el Giro dell’Emilia, carrera que conquistó Roglic por tercera ocasión. El esloveno, que sumó la 80ª victoria de su palmarés, pudo con Pogacar y con Simon Yates. En esta oportunidad, ambos se retan en una carrera que les ha visto triunfar. Roglic venció en 2019 y Pogacar el pasado curso. En la salida también estarán Ayuso, Mas, Gall, los hermanos Yates, Ciccone, Pinot y Hindley. Alex Aranburu, que está completando un buen cierre de curso, entrará en liza.