De alguna manera, la costura que sostenía a Primoz Roglic con el Jumbo se fue deshilachando durante la Vuelta. El esloveno quería alcanzar el récord de victorias en la carrera que le alivió y le curó la profunda herida que le provocó el cruel final, apogeo de Pogacar, en La Planche des Belles Filles, en el Tour de 2020. Roglic, que se mide a Pogacar hoy en el Giro dell’Emilia, –clásica italiana que venció en 2019 y 2021– encontró la paz en la Vuelta. Tres veces campeón después de tener que abandonar la Grande Boucle víctima de las caídas, agosto servía para el florecimiento del esloveno. El curso en el que se embarcó en el Giro y alcanzó la gloria en la cronoescalada al Monte Lussari, –en la que remontó a Geraint Thomas en una actuación agónica, más si cabe después de que se le saliera la cadena en plena ascensión– Roglic pensaba en la cuarta corona de la Vuelta. Esa era su idea. Su plan maestro. La clave de bóveda de la campaña después de conquistar Italia.

Entonces, Vingegaard, que se entronizó por segundo año consecutivo en los Campos Elíseos de París tras laminar a Pogacar en un duelo estupendo hasta que al joven astro esloveno se lo tragó el Col de la Loze previa tunda en la crono, se alistó a la Vuelta. Ese movimiento alteró el equilibrio interno del Jumbo, que quería dominar las tres grandes. La bala de Vingegaard era una amenaza para todos los rivales, pero también convirtió el Jumbo en un juego de equilibrios internos difíciles de gestionar. La idea de los neerlandeses era desconchar a Evenepoel, campeón de la carrera española en 2022. El Jumbo irrumpió en la Vuelta con dos líderes formidables, pero sin una jerarquía nítida. Era el danés el que apoyaba al esloveno o era el esloveno el que cuidaría del danés. Los rectores de la formación neerlandesa aplicaron el principio de la ley de la carretera. La carrera pondría a cada uno en su sitio. Competencia interna.

Sucedió que Sepp Kuss, el fiel y excelso gregario de las montañas, el hombre clave en todos los éxitos de Vingegaard y Roglic, se vistió de líder. Lo que era un asunto de dos, se convirtió en multitud. Finalmente, tras varios episodios controvertidos, –ataques del danés y del esloveno siendo el norteamericano líder– la paz se impuso. La jefatura del equipo decidió que después de lo sucedido en el Angliru, Kuss debía reinar. En público, el danés y el esloveno arroparon la decisión o, al menos, la acataron, pero de aquella serie de acontecimientos quedó la sensación de que algo se quebró en la relación de confianza entre Roglic y el equipo.

Contrato hasta 2025

La Vuelta, siempre un acontecimiento feliz salvo por la caída de 2022, se convirtió en un punto de inflexión, quién sabe si de no retorno, para el esloveno. Con contrato en vigor hasta 2025, el nombre de Roglic está adquiriendo cada vez mayor dimensión desde que se diera a conocer la posible fusión entre la estructura del Jumbo y la del Soudal. Si ambas escuadras casan, contarían con tres líderes incompatibles (Vingegaard, Roglic y Evenepoel) por el potencial y la ambición de todos ellos. Mantener esos tres campeones bajo el mismo equipo parece utópico, más propio de un análisis naïf que de la realidad, más prosaica. Vingegaard, rey del Tour en dos ocasiones, es intocable. La cohabitación no parece que pueda funcionar con tres rutilantes estrellas. Demasiada tensión y fulgor.

Roglic, tres vueltas y un Giro en su vitrina, estaría dispuesto a abandonar el Jumbo para encontrar otro destino donde no se discutiera su estatus. Con el esloveno en el mercado, –quien le quiera deberá abonar una penalización para deshacer el contrato con la formación neerlandesa–, existe el interés de varios equipos, aunque da la impresión de que cualquier movimiento está a expensas del desenlace de la anunciada vinculación entre el Jumbo y el Soudal. Roglic podría encajar en varios formaciones que buscan un líder sólido. En el Ineos, en pleno proceso de transformación, podrían pujar por el esloveno después de haber preguntado por el inaccesible Pogacar y tratar de acercarse a Evenepoel, otro ciclista que podría cambiar de aires si se consuma la unión de belgas y neerlandeses.

El Ineos dispone del dinero necesario para poder acometer el fichaje de Roglic, que goza de una suculenta ficha. La estructura británica posee en el plantel a Carlos Rodríguez, a Egan Bernal, aún tratando de recuperar su mejor versión, y a Geraint Thomas, que encauza el ocaso de su carrera. En ese hábitat, con el Ineos deseando ganar otra vez el Tour, la figura de Roglic engarzaría sin problemas. Además de los británicos, en la puja podría entrar el Lidl, con suficiente músculo financiero. A pesar de haber firmado a Tao Geoghegan, la entrada del esloveno sería sencilla. Se especula que el Movistar podría ser otro destino posible del esloveno, si bien está opción parece menos factible. El Bora también asoma entre los pretendientes de Roglic, siempre que este decida cambiar de aires. Alrededor de la decisión final que tome el esloveno gira el ciclismo. Órbita Roglic.