Los fríos números de bajas en combate ocultan nombres y apellidos de personas que echarían de menos a sus familias y sus casas y sufrirían por lo que les depararía la contienda mientras luchaban o montaban guardia. Intentarían conciliar el sueño en sus asentamientos temporales con la incertidumbre de si al día siguiente despertarían por última vez... De eso hablan los elementos desenterrados en una campaña arqueológica que un equipo de la Universidad del País Vasco capitaneado por Gorka Martín Etxebarria y Xabier Herrero Acosta ha desarrollado en el monte Arbalitza de Balmaseda, que ha sacado a la luz vestigios de la última Guerra Carlista y de la Guerra Civil. Desde el jueves y hasta el próximo día 28 el palacio Horkasitas acogerá una exposición relacionada y el 14 a las 19.00 horas se impartirá una charla.La intervención surge como resultado de la colaboración entre los dos investigadores en Arqueología e Historia Contemporánea de la UPV. La tesis doctoral de Gorka Martín Etxebarria versa sobre Arqueología de las Guerras Carlistas en Bizkaia y Araba dentro del Grupo de Investigación en Patrimonio Construido (GPAC). Por su parte, Xabier Herrero Acosta pertenece al Departamento de Historia Contemporánea y entre 2020 y 2021 está identificando y documentando todos los refugios antiaéreos y otras estructuras de Defensa Pasiva de la Guerra Civil en Euskadi gracias a una línea de financiación del Departamento de Cultura y Política Lingüística del Gobierno vasco.

En 2020 un primer estudio "en el contexto de un proyecto de investigación sobre campos de batalla del conflicto carlista financiado por el Departamento de Cultura y Política Lingüística del Gobierno vasco", según precisan desde la UPV y el Ayuntamiento de Balmaseda, constató "el buen estado de todo el campo de batalla" de la sierra de Celadilla, en el que se recuperaron elementos de la primera y última Guerras Carlistas, así como de la Guerra Civil", indica Martín Etxebarria. En esta zona se libraron tres destacadas batallas durante la última Guerra Carlista (1872-1876) y se consideraba un punto importante en la frontera occidental del territorio bajo dominio carlista que atravesaba la comarca de Enkarterri de norte a sur. Un lugar "peligroso, difuso y permeable, uno de los frentes más duros", según Martín Etxebarria.

Entonces, ya captó la atención del equipo un foso semicircular en la cumbre del monte Arbalitza, posible refugio carlista, reflejado en la cartografía del bando liberal. En la prospección desenterraron "casi dos centenares de casquillos percutidos y guías de cargador de peine Máuser", munición datada en la Guerra Civil que apuntaban a la existencia de un punto de vigilancia antiaéreo, aunque también "casquillos 50-70 característicos de los carlistas". El pasado mes de agosto profundizaron el trabajo para saber más sobre el lugar que jugó un papel activo en dos contiendas con apenas sesenta años de diferencia.

Así, se ha excavado completamente el puesto de vigilancia de la Guerra, que podría formar parte de la denominada Defensa Pasiva de Balmaseda: "Todo el conjunto de recursos humanos y materiales que se movilizó para proteger a la retaguardia de las duras acciones de la aviación, como los refugios antiaéreos, los puestos de observación o vigilancia, etc.", amplían desde el Consistorio. Enkarterri "fue el último reducto de resistencia republicana en el País Vasco frente a la ofensiva de Franco", señala Xabier Herrero.

Munición alemana

La tarea ha ayudado a meterse en la piel de los ocupantes del puesto de vigilancia. Los soldados habitaban una cabaña de piedra con un tejado posiblemente fabricado con madera y vegetación. Se ha localizado munición de procedencia mayoritariamente alemama y también de Checoslovaquia, "el principal país suministrador de armamento al Ejército de Euskadi", apostillan. Junto a la munición se han encontrado elementos de la vida cotidiana, como latas, fragmentos de botellas de vidrio, un tintero de cristal, botones de uniforme, una moneda de medio céntimo de la época de la reina Isabel II de España, de 1868; y una perra gorda de diez céntimos del gobierno provisional de 1870. Estas monedas "tuvieron un ciclo de vida útil muy largo, hasta los años 40, y por ello no es fácil determinar si proceden de la última Guerra Carlista o de la Guerra de 1936".

Además, se ha realizado la prospección del área intermedia entre Arbalitza y la Celadilla, limítrofe entre Bizkaia y Burgos. Los materiales recuperados han sido fotografiados, georreferenciados mediante el uso de un GPS de alta precisión y estudiados en laboratorio, para después reproducir mapas detallados de los combates en 1876.