DE enclave de paso a próspero referente comercial, la concesión del título de villa, la más antigua de Bizkaia, supuso para Balmaseda una notable mejora en la calidad de vida de la población. Aquel 24 de enero de hace 821 años únicamente una calle componía la trama urbana, la actual Martín Mendia. Alrededor de setenta personas escucharon atentamente curiosidades como esta de la mano de Jorge Gómez, de Alboan Servicios Turísticos, que, junto con el Ayuntamiento, ha programado visitas guiadas temáticas mensuales.

Pretenden atraer en mayor medida a los propios vecinos, y en este sentido el arranque de la iniciativa no puede ser más prometedor. El teléfono y el correo electrónico de la empresa hirvieron de llamadas para apuntarse a la del 15 de febrero, que explorará los campanarios de San Severino y San Juan y la torre del Puente Viejo. Al tratarse de espacios pequeños las plazas son limitadas, por lo que están estudiando cómo canalizar las solicitudes.

¿Qué diría Don Lope Sánchez de Mena, señor de Bortedo si pudiera viajar al futuro desde 1199 y ver cómo ha evolucionado la localidad? Le otorgó un fuero "que había tomado como modelo el de Logroño redactado por el rey Alfonso VI" que conllevó un aumento automático del estatus de Balmaseda y la concesión de privilegios para sus habitantes. Por su situación geográfica "éramos paso obligatorio desde Castilla hasta la costa en una época en la que se estaban reforzando las comunicaciones con Flandes". Un acceso a Enkarterri para el que en un principio "se aprovechó la calzada romana que conducía a Castro Urdiales". El encontrarse "rodeados de montes facilitaba protegernos con una muralla" .

Un Puerto seco Desde finales del siglo XII los vecinos "empezaron a no depender del señor feudal". Pese a que "continuaron pagando unos impuestos elevados, ya podían quedarse con los beneficios de las tierras, lo mismo con la explotación de la madera o con el agua del río". Y Balmaseda se convirtió en el único emplazamiento "entre el valle de Mena y Sámano en el que se podía celebrar un mercado o abrir tabernas". "También querían que fuera una localidad más segura atajando los abusos de autoridad", añadió. Con todas las modificaciones "se registró un crecimiento económico increíble" al transformarse en un "puerto seco", una especie de aduana cuyo declive se desencadenó en el siglo XVIII cuando entró en juego Orduña. Hasta el siglo XIX Balmaseda no se recobraría cuando se construyó el ferrocarril de La Robla". La visita que girará en torno a la putxera en octubre profundizará en aquella época.

La ubicación de la villa se reveló como un arma de doble filo "porque tampoco nos libramos de conflictos bélicos", que serán materia de las excursiones de junio sobre la Guerra Civil y noviembre, sobre la Guerra de la Independencia. Pese a las vicisitudes, en las reconstrucciones se respetó la configuración urbana medieval, consistente en "las plazas de San Severino y San Juan, conectadas por tres calles, cuatro si se cuenta también la del Castillo, y éstas cortadas a su vez por cantones".

El movimiento se concentraba en las proximidades de la iglesia de San Severino, erigida en el siglo XIV a la que "en el XVIII le añadieron torreón, pináculo y las esculturas de los arcángeles". También un pórtico destinado a albergar el mercado retirado a finales del siglo XIX. Preside la plaza la estatua de Martín Mendia, una figura crucial en la salida sobre los indianos, prevista para septiembre.