Su casa del barrio Traslosheros había sido antes escuela rural. Sabina de la Cruz todavía conserva algún pupitre que simboliza la historia previa del edificio y la suya propia. Allí, la maestra, escritora, poetisa y catedrática de Filología editó la obra completa de su marido, el literato bilbaino Blas de Otero (1916-1979) y también su último trabajo. Desde que se afincó en Artzentales en 1994 “estoy cumpliendo una etapa fundamental de mi vida: he escrito disfrutando de cada párrafo, he investigado y he publicado” rodeada “por la serenidad de estos campos y la amabilidad de los vecinos todas las veces que nos hemos visto”. Por eso “siento una emoción tan grande” al recibir el nombramiento de Hija Adoptiva de la localidad encartada.

Es el primer nombre, y con letras de oro de una relación que la nueva corporación quiere incrementar en los próximos años “con personas reconocidas en sus respectivos ámbitos”, según explicó el alcalde, Iosu Udaeta, repitiendo fecha y lugar: el 2 de septiembre, festividad de San Antolín, junto a la ermita. En 2016, “coincidiendo con el centenario del nacimiento de Blas de Otero ya se intentó llevar a cabo un reconocimiento junto con la agrupación Artzentales Kultur Elkartea” que se ha retomado con la semilla de aquella primera idea.

Con 90 años recién cumplidos, Sabina de la Cruz rememoraba ayer cómo al jubilarse de la Universidad Complutense “me planteé regresar a Euskadi” sin un destino fijo hasta que se enamoró de Artzentales, el municipio de donde desciende su amiga, Isabel Orrantia. “Fui yo quien la avisó de que las antiguas escuelas de Traslosheros salían a subasta. Nos unen cincuenta años de amistad”, recordó Orrantia, que también asistió al homenaje.

Catedrática

Sabina de la Cruz pudo estudiar en la dura posguerra, tras haber ayudado a su madre a criar a sus tres hermanos pequeños. El padre había sido fusilado por falangistas durante la Guerra Civil. “Hay que agradecer la labor que jugó, por ejemplo, Doña Casilda Iturrizar ofreciendo becas para hombres y mujeres para favorecer el acceso femenino a la educación superior”, apostilló Orrantia. Alternó sus estudios en la Escuela de Magisterio de Bilbao con su trabajo de secretaria de dirección en una empresa química de Lamiako, ejerció el periodismo en Radio Popular de Bilbao y persiguió su sueño de cursar Filología Románica. Primero en Valladolid y, los últimos años de carrera, en Madrid. En la capital colaboró con Víctor García de la Concha en la elaboración del Diccionario Histórico de la Lengua Española y se doctoró Cum laude con una tesis sobre Blas de Otero. Con un expediente brillante, no tardaron en ofrecerle un puesto en la Universidad Complutense que compaginó con cursos de verano de prominentes universidades.

Una trayectoria que encarna “los valores de nuestras madres y abuelas que, sin dejar de atender las labores domésticas, sacaron tiempo para contribuir al salario familiar y emprender”, elogió el alcalde. Es “un tesoro de las letras y sobre todo humano que se ha ganado a la ciudadanía de Artzentales con su corazón, simpatía, humildad y cariño”, describió la filóloga y fundadora de la escuela de literatura Skolastika, Josune Muñoz. Lo corroboró Pepe López, de Artzentales Kultur Elkartea: “En cuanto se planteó el reconocimiento, los vecinos se volcaron”. Aprovechó para reivindicar la entidad de Sabina de la Cruz frente a su marido. “Ella misma es un personaje literario importantísimo. Junto a Iñaki Azkuna impulsó la fundación Blas de Otero y continúa ostentando la presidencia”.

“Le gustaría que el legado de su esposo viniera, pero a día de hoy no hay un espacio disponible”. Ahora ocupa un lugar preferente en su casa el obsequio del Consistorio, que reproduce el árbol emblemático de Artzentales y la mesa del concejo.