SALIÓ del caserío familiar de la calzada de Zubiete el 19 de marzo de 1937 camino del frente con el batallón Avellaneda desconociendo que nunca regresaría. Herido en la batalla, poco después a Domingo Castresana se le perdió la pista en el hospital Santiago Apóstol de Gasteiz. Sus descendientes están convencidos de que fue fusilado en un camposanto de la capital alavesa y que después trasladaron sus restos al Valle de los Caídos junto a los de miles de víctimas, pero todavía no han podido localizarle. No pierden la esperanza ni la memoria de lo que sucedió y así lo manifiestan con la colocación de un monolito de piedra en señal de homenaje justo en el lugar en el que se vio por última vez en su Gordexola natal.

Decenas de personas les acompañaron el pasado fin de semana en un acto “sencillo, entrañable y emotivo”, en palabras de su sobrino, Iñaki Bustillo, que desde hace tres años bucea en los archivos buscando pistas sobre Domingo. “He examinado los registros del cementerio de Gasteiz, hasta los de las fosas comunes figuran en los libros, pero no hay rastro de mi tío porque no sabemos cuál era el número de la chapa de su uniforme. Ahora toca revisar las nóminas del batallón Avellaneda”, explica Iñaki.

El monolito incorpora un código QR que permite conocer la historia de Domingo, así como inscripciones en castellano, euskera e inglés. El mayor de diez hermanos, “combatió en la defensa del monte Maroto de las tropas de Mola al cargo de las ametralladoras”. Cuando fue alcanzado le trasladaron al hospital Santiago Apóstol de Gasteiz. Hasta allí “fue a por él gente del pueblo”. En Gordexola “todavía cuesta un poco hablar de estas cosas”, reconoce.

Las autoridades le dijeron a la familia que constaba como desaparecido “cuando sabían que le habían pegado un tiro en la cabeza”. En colaboración con el instituto Gogora, los parientes de Domingo Castresana seguirán escarbando en el pasado. “Lo que ocurrió, ocurrió... Al menos queremos tener claro qué día falleció y dónde está”, zanja Iñaki.