Portugalete - Vivir en pleno desierto del Sáhara en los campamentos de Tinduf es duro. El viento trae arena constantemente, los días son calurosísimos y las noches, en muchos casos, son heladoras. Así, con la humilde protección que ofrecen las jaimas vive la población saharaui. A todo ello, se suma una alimentación inadecuada que origina problemas entre la población. Por ello, cada verano, hay familias vascas que deciden acoger a niños saharauis para que estos vivan una experiencia nueva, se alejen de las altas temperaturas y mejoren su alimentación.

Dos de las amatxus vascas de acogida que llevan varios años dando su amor y cariño a pequeños saharauis son Lola Madrid y Natalia Bueno. Ambas forman parte de la asociación Amal de Santurtzi, entidad que está buscando familias que puedan acoger a niños del Sáhara el próximo verano. Lola lleva más de una década acogiendo jóvenes saharauis, de hecho, ya habla orgullosa de Mansor, el primero de los txikis que pasó por su hogar y que ya está desarrollando estudios superiores. “La experiencia es positivísima tanto para ellos como para nosotros. Mis hijos han aprendido mucho de los niños saharauis que han venido y, además, han aprendido a relativizar los problemas que ellos tienen en el día a día porque han visto que hay personas que lo pasan muy mal”, explica Lola. Menos tiempo lleva Natalia siendo amatxu de acogida y, en su caso, la oportunidad de cuidar en su hogar a un niño saharaui llegó en un momento en el que “estaba buscando cooperar en cuestiones de infancia”. Así, como si el destino le tuviese guardada esa oportunidad, vio hace tres años un papel que anunciaba que Amal buscaba familias de acogida. No lo dudó y se puso en contacto con la asociación. Ese mismo verano llegó a su casa Jatari y este verano será el cuarto que llegue un niño saharaui a su casa. No será Jatari, puesto que el programa Oporrak Bakean en el que participa la asociación Amal está dirigido a niños de entre 10 y 12 años, para ella y su familia será volver a empezar. “Lo haces para ayudar a esos niños, pero, realmente, la ayuda es mutua. Lo que te enseñan, lo que aprendes con ellos es una barbaridad. Estar con ellos es toda una lección para toda la familia”, desvela Natalia.

Cariño, amor, solidaridad, interculturalidad... Los valores que se trabajan en esos dos meses tanto por los niños acogidos como por sus familias de acogida son múltiples y muy enriquecedores. “Ellos valoran mucho a la familia y, casi de forma instantánea, pasas a formar parte de su familia, eres su familia vasca”, indica Lola. Esa familiaridad no solo se reduce al niño de acogida, sino también a su familia de origen tal y como comprobó Lola en un viaje realizado recientemente al Sáhara. “Te dan todo lo que tienen y más. Son muy generosos y estando allí te das cuenta realmente de la dureza de las condiciones en las que viven”, señala Lola.

Presentación del proyecto El proyecto Oporrak Bakean lleva más de dos décadas de trayectoria gracias a la solidaridad de personas como Natalia y Lola. Ahora, en el marco de esta nueva edición de la iniciativa, la asociación Amal, entidad cuyo radio de acción es Santurtzi y Portugalete, presentará y acercará el proyecto a la ciudadanía en sendas sesiones. La primera de ellas se celebrará el día 26 de marzo en la Casa Torre de Santurtzi, mientras que el 2 de abril el escenario en el que se dará a conocer la iniciativa será el antiguo mercado de Portugalete. El pasado año fueron seis las familias que se decidieron a acoger niños saharauis a través de Amal y para este verano desde la asociación desean que la cifra crezca. “A quienes aún no hayan acogido a ningún niño le decimos que se anime y viva la experiencia. Es algo muy gratificante y enriquecedor. Si prueban, repetirán y para cualquier cuestión, desde Amal les apoyaremos”. Es palabra de Lola y Natalia, dos amas vascas de niños saharauis.