Durango - Fue su padre a comienzos de los años 60 quien dirigió las primera representaciones de La Pasión durangarra. Después de muchos años de inactividad, en 1994, un grupo de vecinos de la villa, entre ellos Juanjo Etxarte, se unieron con el objetivo de revivir con fuerzas renovadas este acontecimiento cultural y para lograrlo crearon la asociación Juan de Iciar. Dicho y hecho. Este año se cumple su vigésimo sexta edición y Etxarte codirige la escenificación de la pasión, muerte y resurrección de Cristo en Durango. “Existía una inquietud por recuperar aquello que se había perdido hacía tanto años y junto a Armando Delas lo pusimos en marcha”, reconoce Juanjo Etxarte, satisfecho con aquella decisión.

Al parecer, previo a la primera representación de 1961 se llevaban a cabo unas estampas de La Pasión en el cine Tabira. Estas pequeñas representaciones fueron la semilla de lo que después sería el acontecimiento cultural por excelencia en el municipio. En aquellos primeros pases, el padre de Juanjo Etxarte, de mismo nombre, se encargó de las direcciones junto a Basilio Arana. “Tengo un recuerdo muy vago de haber estado en aquellos inicios por la plaza Santa Ana porque entonces era un crío; sé que mis hermanos estuvieron”, apunta tratando de hacer memoria.

Tres décadas después de la última representación, un grupo de nostálgicos lograron recuperar La Pasión. Para ello contactaron con antiguos actores y personas que habían vivido de cerca aquellos inicios con el objetivo de recopilar la mayor cantidad de información posible y fue gracias a ese material y recuerdos de los durangarras con lo que lograron recuperar el proyecto. Partiendo del primer dialogo, “lo actualizamos un poquitín pero sin perder la esencia del original”, reconoce Etxarte añadiendo que “recuperar la escenificación fue menos complicado de lo que en un principio pensamos porque la gente se volcó muchísimo”.

El codirector de La Pasión asegura que “los tiempos han cambiado y con ello la situación de La Pasión también”, y ahora quedan lejos aquellos años donde tuvieron que ofrecer hasta cinco pases porque la ciudadanía así lo demandaba. Y es que este año la Asociación Juan de Iciar ha barajado incluso la opción de dejar de celebrarlo y pidió la colaboración de empresas y asociaciones locales para poder seguir escenificando la obra. “En la nueva junta, por primera vez con más mujeres que hombres, se respira tanta ilusión o más que en los primeros años que comenzamos nosotros”, afirma Etxarte.

Un año más, en torno a 120 actores aficionados tomarán parte en el espectáculo escénico más popular del municipio. En este sentido, “hemos intentado rejuvenecer la plantilla poniendo los papeles que más se ven a los jóvenes”, precisa el codirector de la representación ensalzando como “más de un centenar de personas, cada una de una esquina de Durango, sin conocernos anteriormente de nada tenemos una cosa en común: hacer una actuación cultural que vaya engrandeciendo a nuestro pueblo”.

Encasillado siempre como un acto religioso, Etxarte recuerda que “en La Pasión a nadie se le exige haber hecho la primera comunión o estar bautizado para participar; hemos tenido actores que son ateos confesos”, puntualiza intentando mitigar esa corriente religiosa con la que siempre se identifica.

Con sus hijos Si su padre le inculcó la magia de La Pasión, Juanjo también ha conseguido trasladar a sus hijos este sentimiento ya que los cuatro saben lo que es tomar parte en la escenificación. Este año Aitor, que lleva casi dos décadas actuando, y Marcos, cerca de quince años, serán nuevamente parte del elenco de actores.

Animando a presenciar los tres pases que tendrán lugar los próximos días 17, 18 y 19 en Santa Ana, Juanjo defiende que “lo más enriquecedor es el contacto con gente que no conocía de nada y ahora tengo gran amistad”.