Cuando uno llega a la granja de ganado caprino de Zuriñe Suárez, en pleno monte Asikibil (a las afueras del municipio de Igorre) y mira alrededor, no le importa lo que le haya costado subir hasta aquí con el coche. Un paraje natural para cerrar los ojos y disfrutar del silencio, solo roto por los sonidos que emite su rebaño de cabras.
Ese que le da la vida y forma parte de su proyecto artesanal y natural desde hace décadas junto a su marido Andoni. Ambos compraron esta finca y dirigen desde el año 1999 la quesería Askibil.
“Yo he nacido y he vivido toda mi vida en un caserío y he visto cómo mi ama ha trabajo duro en ello desde que se quedara viuda cuando yo apenas tenía 3 años”, nos cuenta Zuriñe que, sin embargo, decidió cambiar un poco la vida que tenía su madre y en su caso se dirigió hacia la rama de la administración.
“Cuando estaba haciendo las prácticas me di cuenta de que lo que realmente quería en mi vida era volver al campo y dedicarme por completo a algo artesanal. Fue entonces cuando compramos esta finca y nos lanzamos con la ganadería”, explica Zuriñe acerca del rebaño de cabras, de pura raza murciano-granadinas, que ambos cuidan con esmero y que es de donde sale la calidad de los quesos y yogures que elaboran de manera totalmente artesanal con leche Euskal Esnea.
Precisamente, Askibil se ha sumado al proyecto Euskal Gaztak, por lo que respetan los criterios más exigentes en cuanto a calidad y origen de sus productos.
Zuriñe, y esto es algo que comparte con su pareja, sabe que hay muchas maneras (más cómodas y menos sacrificadas) de ganarse la vida, pero la profesión del quesero artesano, además de un oficio, es también una forma de vida, con todas las gratificaciones que esta conlleva...
“Es un oficio que requiere mucha dedicación, pero que no cambio por nada del mundo”, explica esta mujer que desde hace años se dedica, con paciencia, al cuidado de un rebaño de unas 150 cabezas de ganado, así como a la elaboración de quesos y yogures artesanales. Aquí el tiempo se detiene y todo lo marca el ritmo de las cabras.
Ellas enseñan a no tener prisa. “Yo solo me encargo de acompañarlas”, nos cuenta mirando a estos animales de los que depende todo su trabajo, así como su sustento y su identidad en este oficio artesanal y rural en mitad de unos parajes de ensueño y donde se hace la magia más deliciosa.
Esos productos que luego vende cada semana en Bilbao, así como en otras ferias y tiendas especializadas en productos locales.
Una variedad deliciosa
Leche de cabra, cuajo, fermentos y sal. Los únicos ingredientes naturales que son los protagonistas de los quesos que elabora Zuriñe con su marido Andoni. “Tenemos desde queso curado de pasta prensada de leche cruda de cabra, pasando por el de pasta blanda de leche pasteurizada o de coagulación láctica de leche pasteurizada de cabra”.
Maravillas para el paladar junto con los yogures con marca Askibil donde se unen la elaboración artesanal y tradicional con la calidad actual más exigente.
“Disponemos de una pequeña sala de ordeño directo donde la leche va directamente al tanque de frío ubicado en una sala independiente de la quesería que llamamos lechería, desde donde la leche va por su peso a la cuba para ser elaborada”. Estos son los primeros pasos para dar vida a estos quesos y yogures.
“No tenemos ninguna de esas modernas máquinas que utiliza la industria, pero básicamente, no nos hacen falta ya que es cierto que somos artesanos y que elaboramos la leche cruda de nuestras cabras, por lo que no mezclamos otras de diferentes orígenes. Nuestra única necesidad es obtener una leche de calidad cuidando el bienestar de nuestras cabras”, termina Zuriñe, mientras nos hace un recorrido por unas instalaciones sencillas y ante la atenta y curiosa mirada de su rebaño de cabras que son las verdaderas artífices y protagonistas de la mejor leche.
Entre cabras y cuajos: así es el alma rústica del queso artesanal de Zuriñe Suárez.
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