Pese a criarse en un caserío y crecer entre animales y en plena naturaleza, Ariane Isasi decidió estudiar Arquitectura Técnica. Ella igual no lo sabía cuando comenzó con esos estudios, pero pasado un tiempo y una vez estaba trabajando en una oficina con un empleo más convencional, con su horario fijo, sus fines de semana y sus vacaciones... hizo una apuesta por todo lo contrario.
Un trabajo, o más bien una pasión, que la llevaría de vuelta al caserío familiar (en este caso además con el apoyo de su marido) para hacer de su afición por los caballos su nuevo modo de vida.
La decisión, como uno se puede imaginar, estaba clara desde el punto de vista de las emociones, pero siempre hay un vértigo cuando se trata de dar un paso de esta envergadura desde el punto de vista económico. A día de hoy, le ha compensado totalmente la decisión que tomaron juntos.
De las vistas de una oficina anodina y un ordenador a estar cada día, sin importar si es domingo o la hora, en las cuadras cuidando de alguno de sus 18 caballos a los que cría, doma y entrena para luego competir con ellos en la disciplina endurance en pruebas tanto nacionales como internacionales.
“De la afición hice mi oficio”, suele decir Ariane cuando le preguntan por ese giro de 180 grados a cómo era su vida hasta entonces.
Disciplina Endurance
La modalidad de endurance o resistencia ecuestre es una de las pruebas más exigentes de este mundo. En ella, jinete y caballo deben recorrer distancias que pueden superar los 160 kilómetros en un solo día, cabalgando por terrenos variados, con condiciones climáticas muy cambiantes durante el recorrido y con las miras puestas en la necesidad de mantener un equilibrio entre velocidad, control y bienestar animal.
Pero antes de todo esto, se debe comenzar por la cría selectiva, una doma tranquila y un entrenamiento paciente donde se va preparando al caballo tanto física como mentalmente.
“El éxito en una prueba como esta es la elección del linaje adecuado para ello y normalmente las razas más aconsejadas son aquellas donde los caballos tienen una resistencia natural, además de una eficiencia en su metabolismo y una buena capacidad de recuperación tras unas marchas como estas de tantos kilómetros”, nos cuenta Ariane, mientras prepara a su caballo Sirius de cinco años al que poco a poco está comenzando a entrenar para las competiciones de endurance.
Un entrenamiento que se hace en estos verdes pastos que están junto al caserío familiar y donde con el tiempo se van viendo las cualidades que tienen los caballos que cría Ariane en este bello rincón natural.
Como nos explica, un caballo de endurance ideal es aquel que tiene un carácter dócil pero decidido, una buena disposición al trabajo y una gran capacidad de aprendizaje. “A diferencia de otras disciplinas, en endurance se busca un caballo equilibrado mentalmente, sensible y capaz de mantener la calma en momentos importantes”.
Por eso, desde que nacen a los potros se les maneja con suavidad, acostumbrándolos al contacto humano y fomentando su confianza. Así luego será más fácil su entrenamiento posterior, que se lleva a cabo cuando estos animales tienen una madurez suficiente, alrededor de los 5 años.
Durante esta etapa, el caballo aprende a aceptar la montura, el freno y las ayudas del jinete. “El objetivo con este tipo de disciplina no es que haga unos movimientos espectaculares, sino que poco a poco y con el tiempo pueda desarrollar confianza, obediencia y flexibilidad para luego enfrentarse a una competición”, asegura Ariane de un proyecto que empezó hace una década y donde estos caballos son su verdadera razón de ser.
“Como digo yo en muchas ocasiones, se trata de un trabajo sacrificado y no es tan cómodo como cuando estaba en la oficina, pero siempre sale el sol y es muy gratificante”, nos asegura al despedirse esta criadora de caballos que también vende ejemplares a los Emiratos Árabes. “Allí los caballos son como aquí el fútbol, una pasión”. Como la que ella misma tiene por sus caballos.
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