Serán poco más de doscientos metros de largo por cuatro de ancho sobre el río Kadagua, pero hace un par de años fueron suficiente motivo para desencadenar una movilización ciudadana para recordar la importancia de su construcción. Será finalmente este próximo mes de diciembre cuando se dé comienzo a las obras para construir ese paso elevado en el barrio de Arbuio, en Alonsotegi, que combinará los usos peatonales y ciclistas.

Cuando esta infraestructura esté abierta se dará continuidad a los bidegorris ya existentes en otros núcleos urbanos próximos enlazando esta pasarela con el tramo acondicionado de la antigua plataforma ferroviaria en la margen derecha del cauce que conecta con La Quadra, Sodupe y Güeñes. De este modo, desplazarse hasta Bilbao en bicicleta, por ejemplo, será una realidad al alcance de las personas que apuesten por este modo de transporte.

De hecho, el objetivo de este proyecto que será ejecutado por la Diputación Foral de Bizkaia (4,9 millones de euros cofinanciados con Fondos FEDER) es “fomentar una alternativa real de movilidad sostenible, recuperar elementos ferroviarios históricos en desuso y mejorar la seguridad hidráulica” en la zona de intervención, tal y como ha expresado Carlos Alzaga, diputado de Infraestructuras y Desarrollo Territorial.

Mayor seguridad

No en vano, el proyecto de pasarela para enlazar ambas márgenes del río Kadagua destaca por su "firme compromiso con la sostenibilidad" y la colaboración con la Agencia Vasca del Agua (URA). La alternativa seleccionada ofrece "el mejor comportamiento hidráulico" y garantiza "la máxima seguridad para el entorno".

Entre sus actuaciones más relevantes, se encuentra la retirada completa de tres de las seis pilas existentes del antiguo puente, situadas en el cauce del Kadagua, una medida que contribuirá a mitigar el riesgo de inundaciones en la zona. Se trata de las columnas originales del antiguo puente de ferrocarril Bilbao-La Robla que llegó a ser la más larga de Europa Occidental.

En palabras de Alzaga, la nueva plataforma de Alonsotegi “trasciende su función como paso peatonal y ciclista para convertirse en un símbolo de recuperación patrimonial, sostenibilidad y gestión responsable del medio ambiente”, en alusión al triple impacto positivo de esta infraestructura: conectar personas y comunidades, preservar el patrimonio y la memoria histórica del territorio y proteger el entorno natural.