Más allá de opiniones y posturas favorables o contrarias a la utilización de animales en las fiestas populares y espectáculos, los veterinarios son los que aportan datos y conclusiones objetivas sobre el efecto que estas prácticas producen en los animales que participan en estos espectáculos. “Está demostrado que el animal (refiriéndose al ganado bovino) padece un sufrimiento físico y emocional cuando se le somete a estas prácticas. Durante todo el proceso desde que les suben al camión sufren lesiones musculares e hipoxia, además de las heridas provocadas durante el descornado y el embolado”, explica Roberto Fano, veterinario. Además, como son seres sintientes, estas prácticas también tienen consecuencias negativas en su estado psicológico. “Son animales gregarios, por lo que el hecho de separarles de la manada tiene efectos negativos en ellos. Se les mete solos en un vehículo donde van balanceándose, con un ambiente ruidoso y van directos a la arena. Ahí no tienen escapatoria posible”, añade. Este profesional asegura que “sumando los efectos físicos y psicológicos, estas prácticas podrían considerarse maltrato”.
Lejos de lo que la gente piensa, Fano desmiente el hecho de que se terminen acostumbrando a ello. “Todo lo contrario. La reutilización de estos animales hace que vayan sumando experiencias negativas y que entren en un estado de miedo crónico”, afirma. A la vista está que algunas prácticas son más violentas que otras y la legislación ampara muchas de ellas bajo el paraguas de ‘eventos deportivos’, pero a pesar de ello Roberto Fano considera que “la evolución debe ser que poco a poco estas actividades se vayan sustituyendo por otras en las que no se utilice animales”.
Por el contrario, José Antonio Uriarte, presidente de los jueces de la Federación Vizcaina de Deporte Rural, explica cómo en una ocasión uno de los veterinarios de la Diputación encargados de supervisar el estado de los animales que participan en las asto probak, zaldi probak e idi probak, le felicitó muy sorprendido por la manera en las que los ganaderos trataban a sus animales. “Al finalizar la prueba me vino uno de esos veterinarios que había estado en la oficina haciendo papeleo y me dijo, “José Antonio, me voy impresionado. ¿Estos (en referencia a los ganaderos) quieren tanto a sus mujeres como a los bueyes? Los han sacado del probadero, los han acariciado, les han curado los cuatro pinchazos que tenían, les han dado no sé qué, les han puesto tres mantas, se las han quitado porque estaban sudando y para que las tenga secas otra vez... ¿Esos hombres quieren tanto a su mujeres como a los bueyes?”. Un comentario de un veterinario que no había visto una prueba en su vida”, cuenta. Para él, los animales están muy bien cuidados y “se les hacen más analíticas de las que se harán los propios dueños”, asegura. Aún así, reconoce que antiguamente las cosas no eran así. “Hace 30 años no había legislación, todo era palo por aquí y palo por allá. Salían los bueyes sangrando por todos los lados. Ahora el aguijón es de 9mm y en la romería es de 5mm. Los bueyes no sangran porque no atraviesa casi el cuero. Antiguamente se hacían unos descalabros de la leche”, sentencia. ¿Maltrato y sufrimiento o tradición y cultura? Dos posturas contrarias que defienden y condenan una misma realidad: en el año 2025 se utilizan animales para el espectáculo y el entretenimiento.