HACE doce años un niño senegalés entregó a Olentzero, además de su carta, la de su hermano, que al estar en Mauritania no podía entregarla él mismo. Aquel niño se imaginó que Olentzero viajaba por todo el mundo entregando regalos, y como en las mejores películas, su sueño se hizo realidad. Era Iñigo Irusta quien aquel día encarnaba al Olentzero que recibió sus cartas y, desde aquel día, cada año, viaja por diferentes partes del mundo entregando regalos y mensajes a los seres queridos de personas que viven en Euskadi y que, por diferentes motivos, tienen dificultades para comunicarse entre ellos. “Es un proyecto que se basa en las personas y sus sentimientos; lo que me hizo hace años ese niño es un regalo”, cuenta Iñigo. “A partir de aquello vi que había mucha gente que vive aquí pero que tiene a sus seres queridos en el país de origen, entonces le empecé a dar una vuelta y me inventé un cuento. Soy el nieto de Olentzero, que como él no abarca todo el mundo, solo Euskal Herria, me ha hecho el encargo de repartir regalos por el resto del mundo”, relata. Aunque es él quien acude país por país alegrando las navidades a decenas de personas, cuenta con otras dos personas que son “un apoyo imprescindible” para él. “Jaime y Gotzone de Cerebrito Pérez, una tienda de juguetes de Getxo que siempre están apoyándome en cada viaje. No solo en cuanto a regalos para niños, sino a nivel emocional que al final, es de los apoyos que menos se ven a ojos de los demás pero en realidad es de los más importantes”, reconoce.

Hace doce años que comenzó el proyecto ‘Olentzero Munduan arraun the World’, con el que Iñigo ha vistado lugares como Guatemala (izquierda) y Filipinas (derecha).

Su primer viaje hace doce navidades fue a Senegal, y de camino, paró en el desierto de Marruecos. Después ha viajado a lugares como Nicaragua, México, Filipinas e incluso a los campos de refugiados de la provincia de Tinduf, en Argelia. A todos ellos ha acudido con un remo, para representar que él es quien de alguna manera trata de “acercar el mar que nos separa y en representación de ello, el remo nos une”. De ahí, el nombre de su proyecto, Olentzero Munduan arraun the world.

Este año, el día después de Navidad, ha puesto camino hacia Cuba. La principal razón por la que este año va a Cuba es porque Alfonso, un señor mayor, le ha contactado. “Este hombre quiere tener un detalle con Tania, una mujer cubana que lleva mucho tiempo cuidándole y que este año, al caer enferma, no puede ir, como sí lo ha hecho el resto de navidades, a visitar a sus hijos hasta allí”, cuenta. “En esta ocasión la idea es hacer como que llega el Olentzero de verdad allí. Tania ha grabado un cuento en un mensaje de voz y junto a los regalos pondré el audio para que sus hijos escuchen la voz de su madre a la vez que ven los paquetes en su casa”, explica.

Indudablemente, la magia llegará hasta casa de los hijos de Tania, sin embargo, no serán los únicos que reciban la visita de este particular Olentzero ya que, cuando anunció que iba a marchar hacia Cuba, muchos le contactaron para que llevase hasta allí todo tipo de detalles y sorpresas. “Me llegaron incluso a pedir que llevase parte de unas cenizas”, cuenta Iñigo.

La primera aventura

Hace doce años que comenzó el proyecto ‘Olentzero Munduan arraun the World’, con el que Iñigo ha vistado lugares como Guatemala (izquierda) y Filipinas (derecha).

“En la primera aventura me fui hasta Mauritania pasando por Marruecos. Recogí videomensajes de chavales que estaban viviendo en Euskadi y se los llevé a sus padres que estaban en el desierto y con los que no habían podido comunicarse desde hace tiempo. Es muy fuerte ver cómo se derrumban por no haberse podido ver ni hablar durante tiempo y cómo a su vez, aflora lo más primario del ser humano: los sentimientos”, explica. “Esa es la esencia del proyecto, que personas que no se pueden comunicar por diferentes motivos lo hagan gracias a la magia de Olentzero”, detalla. Estas experiencias le han marcado de por vida. “Este proyecto me hace ser más sensible a la personas, me hace querer conocer su historia, y en el momento que la conoces, los prejuicios ya no tienen cabida”, indica. “Es precioso ver cómo la ilusión les inunda y como la vida gana al miedo”, cuenta.

Estos momentos tan emotivos que ocurren en navidades, asegura, “trascienden a estas fechas” ya que, “van más allá, son conflictos emocionales que tienen ellos en su vida”. Sin embargo, la figura de Olentzero les hace creer y tener la misma ilusión que tiene un niño. En definitiva, les hace creer en la magia de la bondad del ser humano que, aunque en muchas ocasiones parezca que ha desaparecido, siempre aparece en alguien como Iñigo para recordar al mundo que con el sueño de un niño se puede llegar a cambiar el mundo.