Menudo verano que llega.

—Pinta muy, muy bien con las tres nuevas rutas que anunció Volotea el miércoles pasamos a 64 destinos y prácticamente 95 rutas. Un salto cuantitativo y cualitativo brutal.

¿Cómo lo analiza?

—Más allá de que se recuperen las cifras prepandémicas, me quedo con las sensaciones: el aeropuerto de Bilbao nunca ha tenido esta conectividad, tanto desde un punto de vista turístico como de ejecutivos.

¿Se va recuperando también ese tráfico aéreo de corbata?

—Sí, permitirá a los empresarios del País Vasco viajar y que a su vez otros vengan a Euskadi a hacer negocios. Es una dimensión muy importante para el territorio y el aeropuerto.

Casi todas las nuevas rutas estivales son internacionales. Las compañías buscan atraer clientes vascos, pero también foráneos.

—El turismo en Euskadi es diferente. Cuenta con un modelo de sostenibilidad muy diferenciado. Ofrece cosas distintas a otros destinos de sol y playa. Euskadi aporta otras cosas y eso se percibe fuera como diferencial y de gran valor. Hay que tener en cuenta que tenemos más de 20 rutas al extranjero de las cuales siete son nuevas.

¿Cuánto más se va a crecer en pasajeros con respecto a 2019?

—Es difícil de estimar. Hay factores macroeconómicos que están encima de la mesa, pero estaremos muy cerca de las cifras de 2019 e incluso en algún mes puede que estemos por encima. Ya en agosto del pasado año crecimos un 1% por encima de los pasajeros del mismo mes de 2019.

Parece sencillo superar el récord total del año de 2019 de 5,9 millones de pasajeros con este verano.

—La cifra de los seis millones es muy llamativa pero, insisto, me quedaría la gran conectividad del aeropuerto, más que el número de pasajeros.

¿Va a tener que ampliar la plantilla de Aena en La Paloma?

—La verdad es que está subiendo paulatinamente desde el año 2019. Ha ido creciendo entre 12 y 14 personas que se han incorporado.

Y sin guerra en Ucrania ¿podría haber habido más nuevos enlaces?

—Antes de la guerra sí se estaba trabajando en las rutas a San Petersburgo y Moscú. Siempre han estado en el punto de mira. Pero ahora... y si hubiera sido posible en un contexto de un precio del combustible normalizado, sin inflación de precios...

¿Cuál le gustaría que fueran las nuevas rutas el verano de 2024?

—El norte de Europa, por ejemplo. Todavía quedan muchos destinos; también resta el norte de África, quedan varias rutas al centro de Europa... Pero hay que ser cautos. A raíz de la pandemia hemos aprendido a planificar, en vez de a largo plazo, en menos tiempo. Lo importante es que haya rutas, que haya movimiento y que la gente tenga adónde volar.

Y la clientela responde a la oferta. Pocas rutas se caen tras estrenarse o si lo hacen, vuelven pronto...

—Es cierto, este año la única que no repite es Castellón. Cada vez más la gente opta por escapadas cortas que cubren muy bien la oferta de las aerolíneas desde Bilbao.