Es otra de las tradiciones navideñas de Bilbao. Cada 5 de enero a la mañana, entre las diez y las doce del mediodía, centenares de personas desfilan en aparente desconcierto por la Plaza Nueva. Muchos, la mayoría, no se conocen y puede que ni siquiera intercambien un saludo mientras encuentran su lugar entre la muchedumbre que se hace columna frente a una humilde mesa. Todas esperan allí a lo evidente: una porción de roscón y un vasito de chocolate para llevar, al módico precio de 1 euro.

Y todas contribuyen, con ese sencillo gesto, a que más de medio millar de jóvenes en evidente riesgo de exclusión social puedan tener una oportunidad para mantenerse enganchados a la vida, aunque sea en el furgón de cola. Así, el dinero recaudado con el reparto de 3.500 raciones hará posible que Cáritas Bizkaia pueda seguir manteniendo la treintena de programas socioeducativos en los que participan un total de 523 chavales de entre 18 y 23 años que no renuncian a que sus proyectos de futuro se pierdan en el silencio de la marginación.

Y es que, tal y como ha recordado Carlos Bargos, “también las personas vulnerables son parte de nuestra sociedad”. Decía el director de esta entidad humanitaria que iniciativas como esta del roscón solidario tiene un valor añadido: implicar a la sociedad, a la comunidad, en la pelea diaria para que las vidas de esas personas más vulnerables que viven en Bizkaia no sean descartadas sin haberles dado una oportunidad.

Carlos Bargos y Ana Sofi Telletxea, de Cáritas Bizkaia, en la presentación de esta decimonovena edición del Roscón de Reyes solidario. Maider Goikoetxea

Y son muchas las personas -niños incluidos- que cada mañana se asoman a la desesperanza, a la pobreza en todas sus dimensiones. Unas 5.000 personas subsisten bajo el paraguas de Cáritas; la mayoría, alrededor de la mitad, son familias con hijos y casi todas son monoparentales. Además, ofrecen acompañamiento social y educativo a más de dos mil menores residentes en Bizkaia y más de 750 jóvenes de entre 18 y 23. Casi un tercio de la intervención de Cáritas en Bizkaia se reparte entre niños, adolescentes y jóvenes, ha rematado Carlos Bargos.

“La realidad que Cáritas acompaña exige visibilizar y reivindicar la situación de vulnerabilidad social de muchas familias y especialmente de muchos menores. La lucha contra la transmisión intergeneracional de la pobreza, el esfuerzo por facilitar oportunidades y recursos a menores que se encuentran en situación de vulnerabilidad social sigue siendo la causa solidaria central del roscón”, ha resumido el director de esta entidad durante la presentación de esta la 19ª edición de esta iniciativa.

LA RECETA

El dulce solidario tendrá un peso aproximado de 750 kilos y medirá casi 30 metros de longitud. Para su preparación, la Asociación de Panaderías de Bizkaia ha seguido la receta tradicional y ha empleado más de 300 kilos de harina, 63 kilos de azúcar, 32 de mantequilla, 110 docenas de huevos, 30 litros de agua de azahar, 33 kilos de levadura, 5 kilos de sal y 50 de frutas variadas para su decoración.

Esas 3.500 porciones del dulce solidario quieren convertirse, de alguna forma, en pequeñas ventanitas a esa realidad de precariedad, de soledad, de vivir en la urgencia. Pero también quieren transformarse en puntos de encuentro y espacios para compartir y dar a conocer los esfuerzos que hacen cada día esas miles de personas para no caer atrapados en la desesperanza. “No se trata de un solo problema que se agrava, sino de una red de problemas que se van encadenando y que atrapan y ahogan cada vez más”, ha manifestado Bargos.