La sequía del verano y el aumento de la luz se han hecho notar en las grandes cadenas de supermercados del territorio histórico. Todos los sectores han encontrado dificultades en el abastecimiento, y los productores de alimentos no se salvan de ello. Los costes de la electricidad, que en su momento trastocaron la industria del hielo, ahora hacen efecto en productos lácteos y huevos. Este fenómeno no ha pasado desapercibido para clientes y trabajadores en las empresas de distribución alimenticia.

Una empleada de Carrefour comentó que la subida en los precios de la luz ha generado un problema significativo en las grandes explotaciones de ganado y, por ende, para quienes los suministran a la población. Por otro lado, una cajera de Eroski expresó que los clientes comentan frecuentemente la falta o disminución de ciertos artículos, preguntándose si sucede algo parecido a los recientes eventos del verano, cuando el hielo empezó a carecer.

Algunos ganaderos han tenido que sacrificar a sus reses por no poder mantenerlas. Además de las reses, las gallinas también se ven perjudicadas por el calor. En el caso de las vacas, necesitan alrededor de 100 litros de agua al día para producir leche. Los datos del recién terminado año hidrológico muestran que la sequía de este año ha sido una de las más devastadoras en la historia y el descontrol climático no permite una alimentación propicia y el mantenimiento se ha vuelto cada vez más complejo.

Ausencia de productos básicos

Según fuentes de Eroski, la falta de este tipo de artículos se relaciona directamente con el proveedor más que con las cadenas, y que es un problema que intentarán solventar con inmediatez. Sin embargo, insisten en que “quien vaya a Eroski encontrará huevos, independientemente de la marca o el proveedor”.

Por el momento, no se sabe si la situación escalará a más. Entre el cambio climático, la escasez en otros productos y la inflación, la industria alimentaria se enfrenta a varios obstáculos en el camino. Son muchos los factores que juegan en contra. No es una cuestión que se limite a la situación particular de las comunidades autónomas. El Estado en general se ha visto en la posición de implementar medidas para combatir las problemáticas de la economía.

Precios desorbitantes se van colando por las etiquetas de los artículos o directamente estos no hacen acto de presencia. Los productos de primera necesidad, como lo son lácteos y huevos, son perjudicados en estos casos.

De acuerdo con las cifras otorgadas por el INE en el mes de agosto, ciertos alimentos han aumentado de precio en un 13,8% en comparación con datos del mismo mes en el 2021. Se ha notado sobre todo en el aceite, pero productos como harinas, cereales, mantequilla, pastas y legumbres se unen a las estadísticas. A esto también se le suman las huelgas de transporte. De hecho, el paro de los transportistas, convocado el pasado marzo por la Plataforma para la Defensa del Sector del Transporte de Mercancías por Carretera Nacional e Internacional, ya había revuelto el negocio de la alimentación, a pesar de su cese en los primeros días de abril.

Tanto ganaderos como agricultores, productores y distribuidores se enfrentan a una crisis económica que se alimenta de implacables variaciones climatológicas con efecto no sólo en las temperaturas del termómetro, sino también en las cestas de compra. Los ciudadanos, por su parte, van sobrellevando la situación día a día. Expectantes de solución, nuevas medidas y ligeros toques de incertidumbre por el futuro.