Su tumba tiene unas ruedas en la parte inferior como para que pudiera pedalear en la eternidad. El Tour de Francia le debe un tributo al primer ciclista fallecido a consecuencia de un accidente durante la carrera, ocurrido en 1935, y la recién nacida plataforma cultural Encartaciones en marcha cree que no puede haber mejor momento que la salida desde Bizkaia en 2023. Por eso, han iniciado una recogida de firmas en change.org y han enviado una carta redactada por el escritor Alberto Bargos al presidente y a la ministra de Deportes de Francia y al periódico L´Equipe solicitando el paso de la ronda por Sopuerta, donde Francisco Cepeda nació el 8 de marzo de 1906.

Esta campaña se convierte en la primera acción de un colectivo que cree necesario “defender” la comarca “de las agresiones que sufren su imagen, idiosincrasia e historia” y se ve en la “obligación de salir al paso” para revertir el “olvido” de un territorio “empobrecido e incapaz de un desarrollo integral sostenible”. En esta línea, piensan que la ausencia encartada del trazado del Tour de 2023 es síntoma de “ninguneo, errores y tergiversaciones que originan” ese deterioro.

La familia, agradecida

Para el sobrino nieto del ciclista, Álvaro Rey Cepeda, el gesto “saldaría una deuda histórica”, ya que estamos ante “el único corredor” fallecido durante la prueba no reconocido por la organización. Le parece “una gran idea que desconozco cómo de difícil sería de llevar a cabo” y sus descendientes agradecen que “al menos se intente”. Desde niño le hablaron en casa del hermano mayor de su abuelo. Con el tiempo, “he recopilado información y he leído en prensa de la época” que siempre “se mantuvo entre los destacados” y conquistó tanto al pelotón como a la afición por su carácter “afable y jovial”. En el equipo ciclista del Athletic Club ganó los campeonatos de Bizkaia de 1926 y 1927. Luego le tocó realizar el servicio militar y “entró en el equipo del Real Madrid”. En 1930 tomó la salida del Tour de Francia por primera vez cuando “empezaron a correr por países”.

Un sofocante 11 de julio de 1935 buscaba ya la meta tras descender el puerto del Galibier cuando la tragedia segó su vida. Hace años Álvaro viajó a Grenoble con su amigo Josu de la Maza y pudo consultar el dosier policial sobre el accidente. Aunque uno de los testigos declaró “que lo arrollaron”, en su mayoría sostienen que “se le salió el tubular de la llanta”. Francisco Cepeda habría muerto “víctima de un avance tecnológico, porque hasta ese Tour las bicicletas iban equipadas con llantas de madera y decidieron implementar las de duraluminio”. Sin embargo, “con el calor de las frenadas, acrecentado por la temperatura, el adhesivo del tubular se debió deteriorar”. De hecho, “en esa etapa hubo más accidentes -se les facilitaban los mismos modelos a todos para evitar ventajas en la competición-, pero él se llevó la peor parte”, expirando tres días después.

Las crónicas describen una impresionante manifestación de duelo popular durante el traslado del cuerpo desde Francia a Sopuerta, que le dedicó una escultura en 2006 sobre el solar donde se alzaba su casa. Allí deposita el ramo de flores el ganador del memorial organizado por el club ciclista Trapagaran desde hace cuarenta años.