A suya es la historia de un sueño cumplido pendiente de un regreso feliz. Susana Díaz-Agero está junto con su marido Eduardo Perrino, y ahora sus dos hijas Elba y My, atrapada en Hanoi. El pasado nueve de marzo viajó junto con su familia a Vietnam para cumplir su sueño. Querían ampliar la familia y para ello habían cumplido ya con todos los largos y costosos trámites que supone una adopción, así que viajaron en busca de la que ya es su hija, My de 17 meses.

Cuando salieron de España el número de casos por coronavirus era poco más de 500 y nadie preveía lo que iba a ocurrir, de hecho, el Estado español no estaba en cuarentena así que incluso los vuelos circulaban con normalidad y por supuesto no se había planteado el cierre de fronteras. El viernes por la tarde, por fin, pasado los primeros quince días que transcurren antes de formalizar una adopción, les dieron el visado de su pequeña, un bebé de 17 meses con el que a partir de ese momento podían ya empezar a viajar y por tanto regresar a su casa. Eduardo es de Basauri y Susana de Zaragoza y aunque ahora viven en Castro tienen su corazoncito en el País Vasco: "Mi hija nació en Bilbao y yo estudié Ciencias de la Información en la UPV", dice intentando endulzar el relato de esta experiencia amarga que están viviendo ahora.

Conociendo la situación aérea inmediatamente comenzaron a buscar vuelos para volver a España. La sorpresa llegó cuando les informaron de que su compañía aérea había cancelado todos sus vuelos.

El primer paso fue ponerse en contacto con la embajada de España en Vietnam. "Nos entienden e incluso nos han dicho que somos su mayor prioridad. Prioridad absoluta", porque se da la circunstancia de que son los únicos españoles que están en Vietnam con menores de edad. Sin embargo, la constatación de esta realidad no viene acompañada de una solución que le permita salir del país y regresar a casa. En principio, les dijeron que no había intención de fletar ningún vuelo a Vietnam como sí hizo China con los españoles que estaban allí. "Si queremos marcharnos básicamente lo que nos han dicho es que nos busquemos la vida, pero ya es tarde", relata Susana con más cansancio que amargura.

En este punto recuerda que el visado del bebé se lo dieron a ella y a su marido Eduardo el día 19 y ya les decían que era tarde.

Incertidumbre

En principio la única solución que por el momento les dan desde la embajada es buscar por su cuenta un vuelo desde Hanoi a Frankfurt, Moscú o Varsovia "muchas horas de vuelo con dos pequeñas", señala, aunque a este aspecto no le esté prestando en este momento una atención capital. Les dijeron también que si tenían suerte al llegar a alguno de estos destinos a lo mejor habían cancelado los enlaces con España y una vez allí ni la embajada ni nadie les podía asegurar que hubiera vuelos a España, ni el tiempo que se tardaría en resolver esta situación. "Entre los posibles escenarios que debíamos contemplar estaba que podíamos quedarnos tirados en la terminal con dos pequeñas, una de 17 meses y otra de siete años".

Susana continúa su relato como si se tratara de una película con un final aún por descifrar, solo que en este caso, es el relato de sus propias vivencias y las de su familia. "Otra de las soluciones que les han planteado es la de quedarse en Vietnam, país completamente seguro, pero que nosotros tenemos que sufragarnos todos los gastos de la estancia porque el Gobierno no se hace cargo de ellos".

Susana precisa que en Vietnam en estos momentos no todos los hoteles alojan a turistas europeos, solo unos pocos dan asilo y esos son grandes cadenas hoteleras, nada económicas como en la que se encuentran en estos momentos, "que para nosotros es un coste infinito".

Llamamiento

Hace unos días hicieron un llamamiento al Gobierno central para que se haga cargos de ellos, "de nuestras hijas". Sin poder contener las lágrimas fruto de la impotencia y el cansancio acumulado aprovechó para hacer esta petición extensiva para todos los ciudadanos españoles que como ellos están en esta situación fuera de casa y que "por uno u otro motivo estamos abandonados a nuestra suerte". "Os necesitamos", clama. "Venir a buscarnos". Y añade "queremos pasar la cuarentena con vosotros".

Susana y su familia grabaron un vídeo para dar a conocer su situación a través de las redes sociales y gracias a su difusión la embajada de España en Vietnam volvió a ponerse en contacto con ellos el pasado viernes y les comunicaron que Polonia iba a fletar un vuelo desde Hanoi hasta Praga y que les podían poner en la lista de espera.

Sin embargo, el problema no se solucionaba puesto que en Praga seguían sin tener billete de vuelta a casa. Además para poder coger el avión a Praga debían tener cerrado el vuelo regreso a España, algo totalmente imposible sin saber horarios.

Por otro lado, también desde el Gobierno de Cantabria les han llamado puesto que ahora viven en Castro, preocupado por su situación y les han informado que el lunes se va a hablar de su caso porque van a priorizar Asia y dentro de ello, ancianos, personas enfermas y menores de edad y "nosotros estaríamos en esa franja, puesto que nosotros tenemos una niña vasca, que nació en Bilbao, menor de edad, que es Elba, y My que tiene 17 meses aunque todavía no está nacionalizada en España". "Otras agrupaciones nos dicen que nos quedemos en Hanoi, porque hay muchas posibilidades de que si llegamos a Praga nos quedemos tirados como tantos españoles a los que se les han cancelado sus vuelos", relata Susana.

La embajada les ha dicho también que aunque no les pueden dar ningún soporte económico, que guarden todos los tickets por si en un futuro se crea un fondo: "Hasta ahora teníamos un pack cerrado para el viaje por adopción, pero claro, no es sostenible para continuar aquí. Para nosotros la adopción era un sueño y dábamos todo por ello pero esto es un gasto muy por encima de nuestra economía. Nos han dicho que nos quedemos de momento en este hotel; es una zona tranquila aunque sí notamos que hay gente que por la calle se tapa la cara cuando nos ven". Los hoteles que se gestionan cuando se trata de una adopción están pensados para garantizar las mejores condiciones a la familia durante un tiempo concertado y sus precios son desorbitados para estancias prolongadas. Susana y Eduardo solo piensan en regresar y poder olvidar los últimos días del que sí ha sido un sueño; esperan que esta pesadilla acabe pronto y que My pueda conocer su nueva casa.