Lunes, 22.31 horas. Una turista de Alicante que pasea acompañada de unos amigos por la villa se para frente al escaparate de una zapatería situada en la bilbaina calle Navarra. Se acerca a la cristalera para intentar ver el precio de las sandalias doradas que le han llamado la atención, pero la falta de iluminación no se lo pone fácil. “Son ideales, pero un poco más de luz no vendría nada mal para poder verlas mejor. Creo que el precio que marcan son 76,96 euros”, apostilla la mujer. En esa misma calle, que da acceso al Casco Viejo y a un paso de la Plaza Circular, una heladaría abierta y un salón de juegos mantienen encendidas la luces de sus locales. Los establecimientos comerciales –una perfumería, óptica, tienda de complementos, de vestidos de novia y una de deportes– limitan el encendido de sus luces al horario de atención al público. Este miércoles entra en vigor la normativa de ahorro energético aprobado por el Gobierno español, que obliga al comercio y los edificios públicos a apagar sus luces a las 22.00 horas. Tendrán un plazo de siete días para poder cumplir la norma establecida y lo tendrán que hacer hasta octubre de 2023.

Una turista de Alicante mira en una zapatería con las luces apagadas Pablo Viñas

Sin embargo, en Bilbao, el 90% de los locales comerciales ya se han adaptado a la nueva normativa y tanto el pequeño comercio, así como cadenas del textil como Inditex o el propio Corte Inglés han ajustado los temporizadores para que los focos de sus escaparates dejen de alumbrar a las 21.30 horas. Llama poderosamente la atención que incluso en algunas zonas de la princial arteria comercial de la ciudad, las sombras toman ahora mayor protagonismo que las luces, pese a la propia iluminación de la vía; en algunos puntos, incluso, las farolas se asoman tímidamente entre los frondosos árboles y la sensación que se percibe es la de una ciudad meláncolica, a pesar de que solo faltan dos semanas para el comienzo de las fiestas. “Esta realidad que percibimos en agosto, esa sensación que nos genera la poca luz, con el comercio y los edificios públicos apagados, es el reflejo de que la situación económica es muy complicada. Son esas pequeñas cosas que nos demuestran que vamos a pasar unos meses difíciles”, cuenta el gerente de Bilbao Centro, Jorge Aio.

Lo cierto es que, según aclara el propio sector, esta adaptación a la normativa del comercio bibaino no se debe a una imposición política sino a la “necesidad de ajustarse el cinturón ante la subidas desproporcionadas la luz”. Según explica el presidente de Bilbao Dendak, Rafa Gardezabal, el pequeño comercio de la capital vizcaina lleva meses reduciendo el consumo energético para hacer frente al pago de los recibos a final de mes. “El pequeño comercio lleva meses de racionalización. La factura de la luz se ha duplicado en un año y ese sobrecoste repercute en la cuenta de beneficios. El comercio se ha visto en la necesidad de reducir costes y aplicar estas medidas antes de que el Gobierno haya planteado la normativa de ahorro energético”, dice Gardeazabal.  

PASEO NOCTURNO

En un paseo nocturno por los distintos lugares de la capital, el número de locales que mantienen sus escaparates iluminados en la actualildad en Bilbao es residual; únicamente algunas entidades bancarias y varias firmas de moda se resisten a dejar sin luz sus estilizados maniquís y los complementos de lujo de nueva temporada. En el Casco Viejo, de los 26 locales comerciales que se asoman en la calle Correo apenas cinco mantienen sus luces encendidas; en la otra calle más comercial, en Bidebarrieta, la cifra no supera tampoco la media docena. Rosa Pardo, presidenta de la Asociación de Hostelería y Comercio del Casco Viejo admite que Bilbao nunca ha sido una “ciudad muy iluminada”. “No es una ciudad de neón. En mi tienda llevo muchos años con el reloj programado para que las luces se apaguen a las diez de la noche”, dice. Por Indautxu, en calles comerciales como Ercilla o Rodríguez Arias los comercios han adelantado el apagado de las luces una hora. “La mayoría apagaban a las 23.00 horas y actualmente lo hacen una hora antes”, apuntan desde Bilbao Centro. 

En la calle Correo del Casco Viejo apenas media docena de comercios mantienen las luces encendidas Pablo Viñas

En la esquina dorada de la Plaza Moyúa con Gran Vía, una fila de focos con luces blancas invita a fijarse en la nueva colección de bolsos tote de 350 euros de Michael Kors y en las zapatillas con iniciales de la marca a 200 euros. Un lujo bien iluminado que resalta frente a una Milla de Oro sombría, en la que en algunos tramos –cerca de la calle Diputación– la luz que destaca es la de las terrazas instaladas de cara a Aste Nagusia. Las sombras y luces acompañan el ir y venir de turistas que pasean por las calles de la ciudad aprovechando lo agradable noche con 24 grados que marca el termómetro en la Plaza Circular. 23.00 horas y el rótulo iluminado de la Sala BBK deja de brillar. Pasadas las once de la noche, en el otro extremo de la artería principal de la villa, unos jóvenes realizan piruetas con los patinetes frente a los enormes escaparates iluminados de la firma irlandesa de low cost Primark. La realidad de la principal artería de Bilbao no es diferente a la de barrios como San Ignacio, Santutxu o Deusto, en los que el pequeño comercio ha adelantado el apagado de sus luces

“El comercio de Bilbao lleva meses ajustando el cinturón para reducir el recibo a final de mes”

Rafa Gardeazabal - Presidente de Bilbao Dendak

“En mi tienda llevo años apagando las luces a las diez ; Bilbao no es una ciudad muy iluminada ”

Rosa Pardo - Presidenta de la asociación de comerciantes del Casco Viejo

“La sensación de falta de luz, de las calles sombrías refleja que las cosas no van bien”

Jorge Aio - Gerente de la asociación de comerciantes de Bilbao Centro