Cualquiera que viera el duelo de ayer domingo en Miribilla y dejara al margen el resultado, se lo pasaría muy bien porque fue un excelente partido de baloncesto en el que chocaron, en muchos momentos de forma literal, dos equipos enfocados en meter canastas con decisión y un alto ritmo de juego. Hubo ingredientes para agradar al espectador, incluso cierta emoción al final por si el Bilbao Basket era capaz de completar una remontada que no se produjo. En la última victoria del Valencia Basket en Miribilla estaba en su banquillo Jaume Ponsarnau y ayer Pedro Martínez rompió esa racha y después se deshizo en elogios a su compañero y amigo, con el que iba a cenar.
Los hombres de negro sabían que para aspirar a la victoria tenían que coger el centro del cuadrilátero y aceptar el intercambio de golpes. No valía ser rácano en la propuesta porque el conjunto taronja juega a tumba abierta y cualquier descuido podía ser fatal, como así ocurrió al final. Si ya el Manresa era el curso pasado un equipo muy incómodo que se ganó la etiqueta de revelación junto al UCAM Murcia, este Valencia está cortado por el mismo patrón y es candidato a todo porque sus jugadores son mejores y más grandes. Los dos equipos mandaron en el marcador casi el mismo periodo de tiempo, las ventajas más amplias fueron del Bilbao Basket, hubo pocas pérdidas de balón para la demanda física del encuentro, pero al final la calidad individual de Jean Montero fue determinante con dos canastas indefendibles, una con la mano derecha y otra con la izquierda.
Antes, los visitantes habían hecho estragos en el rebote de ataque para procurarse quince puntos de segunda oportunidad. El Bilbao Basket hizo muchas cosas bien para ganar, de hecho tuvo mejores porcentajes de tiro que su rival y metió más triples que uno de los equipos que más triples mete y, desde luego, el que más tira, tanto que durante la primera parte parecían los Boston Celtics de naranja. Todos sus jugadores tiraron de tres, salvo Ethan Happ, que apenas jugó dos minutos y tiene un mal futuro en el equipo. El problema de las vizcainos fue que lanzaron trece veces menos a canasta y acabaron cediendo la batalla en las zonas desde el momento en que Hlinason y Jones tuvieron que defender mucho rato lejos del aro.
MINUTOS DE DUDAS
Lo que se vio ayer no fue una excepción en ese aspecto, ni siquiera en lo que tuvo que ver con el rebote porque el Valencia captura veinte de medio en ataque y ayer se hizo con 22 bajo el aro bilbaino. De esa manera, encontró la manera de sumar de manera constante y por eso los errores en tiros sencillos del Bilbao Basket en el arranque del último cuarto fueron penalizados con una brecha que ni siquiera los tres triples seguidos de Muhammad-Ali Abdur-Rahkman pudieron cerrar porque Montero, que había sido duda porque arrastra una lesión en el hombro, tenia otros planes.
Pese al resultado de ayer domingo, haría mal el conjunto vizcaino en renunciar a esa voluntad de salir a la carrera que ayer le dio buenos réditos durante la primera parte. En esta Liga Endesa el que no corre, vuela y si parece que el Valencia Basket impone un ritmo muy alto, hay nueve equipos que juegan aún más posesiones por partido e, incluso, ya hay dos, de nuevo el Manresa y el ascendido Lleida, que están por encima de las ochenta, algo impensable hace apenas unos años. Esta es la corriente que hay que seguir para aspirar a las victorias y a una temporada tranquila.
Para eso, todos los jugadores deben estar involucrados en ataque y, por lo visto en los cinco primeros partidos, el Bilbao Basket necesita mayor producción de puntos desde el puesto de tres. Ayer volvió a acabar el partido con tres pequeños en cancha, lo que a su vez agudece los problemas en el rebote porque se cede tamaño y músculo. Rubén Domínguez lo está compensando en los partidos europeos, pero Zoran Dragic, que sí aporta en otras facetas, no está metiendo sus tiros y el equipo necesita que lo haga, sobre todo ante rivales como el de ayer o en los choques más comprometidos, como serán los dos próximos fuera de casa ante rivales directos. Probablemente, estos puntos son los que le faltan al Bilbao Basket para pasar de ser un equipo competitivo, como destacó ayer Ponsarnau, a uno que pueda ser más fiable a la hora de cerrar los partidos.