Las posibilidades competitivas del Surne Bilbao Basket en este tramo final de temporada han quedado seriamente mermadas por las ausencias por lesión de Adam Smith, baja confirmada hasta que baje el telón del ejercicio, y Keith Hornsby, que en la mejor de las previsiones podría estar disponible para el choque final en Miribilla ante el Barça la próxima semana. Sin ellos, el conjunto vizcaino sufrió de lo lindo el pasado sábado en Girona, quedándose su producción ofensiva limitada a 68 puntos, la cifra más baja desde comienzos de diciembre, con bajos porcentajes de acierto y un total de 21 pérdidas de balón, solo una menos que el total de canastas anotadas en juego. En su primer encuentro sin su pareja de jugadores estadounidenses, principales suministradores de puntos en el perímetro, el conjunto de Jaume Ponsarnau, con Denzel Andersson y Xavi Rabaseda también entre algodones, vio tremendamente limitadas sus opciones de victoria por su falta de sostenibilidad y eficacia en ataque, algo lógico teniendo en cuenta que anteriormente tampoco era el vizcaino un conjunto sobrado de caudal anotador.

De hecho, incluso con todo su fondo de armario a disposición del entrenador catalán, el vizcaino era ya uno de los tres equipos de la Liga Endesa que no alcanzaba los 80 puntos de media. De hecho, solo el Río Breogán (74,1) y el Zunder Palencia (78,7) están por debajo de los 79 que promedian los hombres de negro. Si a esa cifra le desaparecen de golpe y porrazo los más de 20 que facturaban entre Smith y Hornsby, el agujero se convierte en enorme y el hueco en muy difícil de llenar. Era obligatorio ver pasos al frente si se quería competir en Fontajau, pero a estas alturas de curso no es fácil adaptar sistemas y readecuar roles y protagonismos, más aún con el colectivo en una entendible fase de despresurización mental tras conseguir de forma más que brillante y autoritaria el gran objetivo de la permanencia. La pareja de bases formada por Alex Renfroe y Melwin Pantzar supo adquirir más protagonismo anotador al igual que hizo Álex Reyes, pero Kristian Kullamae y Sacha Killeya-Jones, quizás los jugadores más dotados en el plano ofensivo para elevar sus galones, no estuvieron a la altura. El estonio necesitó 16 tiros para sumar 14 puntos, perdiendo además cinco balones, y el pívot se quedó en seis puntos, la mitad de su producción habitual.

En los tres encuentros restantes en su calendario, al conjunto vizcaino le queda el reto competitivo de tratar de amarrar esa decimoprimera plaza que actualmente ocupa con la idea de poder optar al menos a disputar la fase previa de la Basketball Champions League –si no hay cambios de equipos entre competiciones, todo apunta a que los cuatro que irían directamente a la fase de grupos serían Unicaja, Lenovo Tenerife, UCAM Murcia y Baxi Manresa–. Con el Morabanc Andorra a un triunfo (average favorable a los hombres de negro en caso de empate) y el Casademont Zaragoza –con un partido menos– y el Bàsquet Girona a dos (average particular en contra en ambos casos), en su horizonte asoman la visita del Zunder Palencia el próximo sábado, desplazarse a la cancha del Baxi Manresa el jueves de la próxima semana y cerrar la temporada regular ese domingo ante la marea negra recibiendo al Barça, es decir, un choque contra un rival que ya no tiene nada en juego y dos contra escuadras que posiblemente deberán competir hasta el último momento.

El conjunto palentino certificó el pasado fin de semana su descenso a la LEB Oro tras perder en casa ante el Baskonia, el Baxi Manresa se encuentra en plena lucha por ocupar la última plaza que da derecho a disputar las eliminatorias por el título, con los de Dusko Ivanovic a una sola victoria, y el Barça podría estar obligado a defender su tercera posición hasta la última jornada.