La versión celestial de Álex Reyes que apareció este domingo en el Palacio de Deportes de Granada no estuvo lejos de obrar un milagro para el Surne Bilbao Basket en forma de victoria, pero al partidazo del alero le faltó un mayor acompañamiento de sus compañeros más allá de Kristian Kullamae para poder terminar siendo exitoso (87-79). Los 29 puntos con un extraordinario ocho de diez en triples de un jugador recuperado para la rotación principal por la lesión de Xavi Rabaseda pero que hace un par de semanas parecía perdido para la causa elevaron las opciones competitivas del conjunto vizcaino, que sin su nivel sobrehumano de acierto parecía condenado a protagonizar otra de sus pobres actuaciones como visitante que tan habituales se han convertido en los últimos tiempos. Su desventaja llegó a ser de catorce puntos en un par de fases del tercer cuarto antes de que Reyes desempolvara su fusil tras el descanso con 24 puntos, pero el problema radicó en el resto. ¿Qué hubiera pasado sin el explosivo nivel del alero? La respuesta da miedo.

Y es que los teóricos pilares de los esquemas de Jaume Ponsarnau estuvieron muy lejos de lo que debe ser un rendimiento aceptable en un colectivo que tenía en este choque una buena oportunidad para sacarse la espina de lo ocurrido el miércoles en Varsovia -derrota por 19 puntos en la ida de los cuartos de final de la FIBA Europe Cup que coloca su futuro continental pendiendo de un hilo- y opositar a un triunfo con el que marcar una distancia prácticamente definitiva con la zona de descenso, que sigue a tres victorias tras las derrotas de Breogán y Obradoiro.

Pero en las filas del Surne Bilbao Basket fallaron demasiadas cosas para conseguirlo. Con Adam Smith en cuatro pírricos puntos -no anotó hasta los compases finales del tercer acto-, Keith Hornsby sin estrenar su casillero de puntos, solo seis entre Sacha Killeya-Jones y Tryggvi Hlinason en la posición de pívot, diez entre los dos ala-pívots... Así es imposible. Sobre todo ante un rival con el cuchillo entre los dientes pese a los lógicos nervios en el tramo final que su rival fue incapaz de explotar.

Con cinco jugadores en dobles dígitos en anotación, sobre todo un David Kramer superlativo con diez puntos seguidos para los suyos cuando Reyes colocó el inquietante 69-68 a seis minutos del final, el Granada ganó también la batalla de rebote, con trece capturas en el aro bilbaino que le proporcionaron puntos en momentos importantes.

En un arranque de encuentro en el que ambos equipos acumularon más errores que aciertos, dos canastas debajo del aro de Denzel Andersson permitieron al Surne Bilbao Basket un fugaz control del luminoso (2-6) que no fue más allá porque sus pobres niveles de acierto no lo permitieron. El Granada no tardó en reaccionar con un parcial de 11-2 gracias a su acierto desde la línea de 6,75 para pasar a dominar la situación (13-8). Los cinco puntos seguidos de Reyes desactivaron la situación de peligro, pero las pérdidas de balón, seis en los diez minutos iniciales, impidieron una mayor sostenibilidad de los de Ponsarnau, por lo que el primer acto se cerró con un 17-15 tras una bombita de Lluís Costa.

PROBLEMAS PARA EL BILBAO BASKET

El Surne Bilbao Basket no tardó en perder la estela de su rival. Mientras que sus ataques eran cada vez más áridos, con muy poca fluidez y generación de ventajas, los de Pin utilizaban las conexiones entre Rousselle y Felicio y un par de dos más uno de Valtonen y el base francés para estirar su ventaja hasta el 27-17 a siete minutos del descanso. Primera situación de alarma para los hombres de negro que desactivaron parcialmente dos penetraciones de Kullamae y un triple de Alex Renfroe (37-24 ). Pero la inconsistencia de los de Jaume Ponsarnau, con mal cuidado del balón, permitió a los anfitriones un nuevo impulso. Los visitantes solo anotaban cuando podían correr o desde la línea de tiros libres, por lo que las labores para recuperar el terreno perdido se complicaban. Así, pese a la resistencia del incisivo Kullamae, con once puntos en el segundo acto, el Granada alcanzó el ecuador de la contienda con un 44-33 que dejaba el encuentro muy cuesta arriba para los visitantes.

REYES ELEVA AL BILBAO BASKET

En la reanudación, el Granada consolidó en primera instancia una distancia de seguridad respecto a un conjunto vizcaino al que le seguían faltando recursos. Un triple de Reyes y el estreno anotador de Hlinason bajaron la desventaja bilbaina (54-45) en el ecuador del tercer cuarto, pero una pérdida al contraataque enfrió los ánimos. Otro misil desde los 6,75 de Reyes, protagonista constante, llevó a Pin a pedir un tiempo muerto al ver cómo su renta de catorce puntos bajaba a seis. Los dos primeros puntos de Smith, dos tiros libres, elevaron la temperatura hasta el 56-52, pero un par de malas acciones de Killeya-Jones sacaron al Bilbao Basket de su fluidez, aunque el 60-55 a diez minutos del final se podía dar por bueno.

Y el romance del renacido Reyes con la distancia triple, con tres nuevas dianas, unido a los primeros puntos en juego de Smith pusieron en ebullición el Palacio de Deportes granadino con el 69-68 a 6:29 de la última bocina. Pin paró el choque y cinco puntos de Kramer dieron mucho aire a los suyos, aunque Reyes, en modo destructor, seguía empeñado en mantener con vida a los suyos. Sin embargo, le faltó acompañamiento, lo que aprovechó el alemán, letal en ese tramo decisivo, para frustrar a los hombres de negro con un 79-71 a dos minutos y medio para el final. Dos tiros libres errados por Renfroe y una bandeja fallada por Kullamae colocaron los últimos clavos en el ataúd bilbaino pese a que su última andanada llegó hasta el 81-78 22 segundos del final, con Costa sentenciando con cuatro tiros libres.

Denzel Andersson, con Cheatham en el duelo disputado en Granada. Efe