Al Surne Bilbao Basket le cayó otra jarro de agua fría ayer en Lugo. La segunda salida que se consideraba propicia, como la de Granada, acabó en otra derrota abultada que obliga a poner las expectativas en su justo punto. Las tres victorias iniciales quizás habían llevado a confusión sobre las posibilidades de un equipo al que no le sobra nada, como ha quedado de manifiesto en sus dos últimos compromisos de la Liga Endesa. Un día en el que el acierto no aparece, otro en el que la defensa flojea, y no digamos cuando se juntan las dos cosas, como ocurrió en Granada y en Lugo, y el Bilbao Basket se convierte en un conjunto muy vulnerable. En estas dos salidas, además, se ha dejado sobrepasar por el ambiente y ha mostrado también ciertos signos de debilidad mental, que sí son más preocupantes.

En el aspecto ofensivo, el conjunto vizcaino necesita que sus principales anotadores estén acertados y ayer en Lugo Hakanson, Smith y Alonso fallaron más de la cuenta para alcanzar el éxito. A su alrededor no hay jugadores capaces de generarse sus propios tiros y es lógico que el flujo de puntos se resienta. El base sueco tuvo su partido menos inspirado hasta ahora de cara a canasta porque acabó con siete asistencias, pero el estadounidense y el malagueño parecen confundidos en el papel que les toca desempeñar ahora mismo.

Smith tiene que hacerse cargo de la dirección por la ausencia de Radicevic y eso le quita de la que era su tarea principal cuando llegó a Bilbao: hacer puntos. A Alonso le pasa algo parecido. Su misión era llevar el peso anotador desde el banquillo, pero tras pasarse toda la pretemporada actuando de base por las lesiones el juego del malagueño, ayer titular, ha perdido filo y frescura y, con la excepción del debut ante el Joventut, parece haber caído en un bache de confianza, en un bucle negativo, como si le estuviera pesando la responsabilidad. No es sencillo tener que cambiar los roles de una semana para otra porque los infortunios no dejan de sucederse, pero el caso es que los 70 puntos sumados ayer son insuficientes para aspirar a ganar fuera de casa en la Liga Endesa. El déficit fue evidente y también debe llevar a la reflexión: el banquillo del Breogán anotó 53 puntos y el del Bilbao Basket, 26, menos de la mitad.

Porque tampoco la defensa estuvo a la altura necesaria y desde el primer minuto se mostró muy endeble y poco contundente. A veces resultó difícil de descifrar qué quería hacer el Bilbao Basket ayer ante el Breogán porque la premisa básica de defender el balón fue un fracaso durante muchos tramos del partido en los que los jugadores parecían más preocupados por lo que podía ocurrir dos o tres pases después que de frenar el avance del jugador con balón o proteger el aro. Ir por detrás todo el rato, fallar en los ajustes o en la comunicación, hizo cometer a los hombres de negro dos faltas antideportivas y rozar otras dos. Así, el conjunto lucense anotó 42 puntos en la zona bilbaina y encontró demasiados triples liberados por ayudas mal planteadas que sus jugadores anotaron en momentos claves.

La conclusión es que el Bilbao Basket, cuya defensa había sido alabada en las tres primeras jornadas, necesita que todas las piezas estén en su sitio para aspirar a las victorias. No puede permitirse que aparezcan grietas en su armazón porque tiene escasos recursos para taparlas. Mejorar es obligatorio porque nada está perdido, pero tampoco ganado. La competición ya ha lanzado dos jarros de agua fría que sirven de advertencia a los hombres de negro.