TENÍAN que coincidir demasiadas cosas para que el Bilbao Basket lograra la victoria ante el Real Madrid y siguiera dependiendo de sí mismo en la lucha por la permanencia en la Liga Endesa. Era un partido difícil de afrontar porque los hombres de negro tenían que gastar mucha energía para derribar al líder, que además quería asegurar la primera plaza. Y, por otro lado, esa energía que no sobra en este exigente tramo del calendario podría hacer falta el domingo ante el Joventut. Pero, claro, igual ese partido no sirve para nada. En definitiva, fue lo más parecido a un puzle con algunas piezas fuera de sitio al que, para colmo, contribuyó la tempranera salida de la cancha de John Jenkins por un golpe fortuito con Alex Tyus que le abrió una brecha en la ceja, le dejó grogi y le mandó al hospital para descartar algún percance grave. El referente anotador del Bilbao Basket no duró ni tres minutos y, otra vez, hubo que improvisar nuevos planes y, evidentemente, no funcionó, sobre todo en la primera parte.

Difícilmente se encontrará el Bilbao Basket un Real Madrid tan distraído y con las revoluciones tan bajas. Pero tampoco el equipo vizcaino está para muchos alardes, aunque dentro de sus limitaciones trató de competir con dignidad y evitó una paliza que se temió cuando el choque llegó al descanso. Así, salió un partido que no pasará a la historia y que no conviene volver a ver. Para hacerse una idea, hubo solo una canasta más en juego que pérdidas de balón. Entre los dos conjuntos, superaron las veinte, algo muy poco habitual y que encendió a los dos entrenadores, sobre todo a Pablo Laso, poco acostumbrado a esas bajas prestaciones de sus jugadores y que no sabía donde meterse.

El problema es que el Bilbao Basket no lo pudo aprovechar ya que sus porcentajes de tiro fueron muy bajos, porque muchos de ellos se hicieron asustados, para lo que se requiere ante este tipo de rivales y, además, durante muchos minutos tuvo en cancha quintetos que recordaban a la Champions League que subrayaban esa necesidad de vigilar los esfuerzos en el cuarto partido en nueve días y mostraban que no había mucha fe en la victoria. Con meritorios y recién llegados mezclados en el campo, el Bilbao Basket se quedó clavado en el segundo cuarto al no ser capaz de dar sentido y mordiente a sus ataques. Ioannis Athinaiou lo pasó especialmente mal y en su duelo con Nico Laprovittola, disputado a cámara lenta, salió claramente derrotado. Los suplentes madridistas metieron 47 puntos, los de negro solo 19, una diferencia que marcó el partido.

Una montaña para escalar

Los 21 puntos de desventaja al descanso eran un muro infranqueable, una montaña enorme que llevó a la relajación al Real Madrid y por ese hueco los de Álex Mumbrú . Su actitud defensiva fue destacable e invita al optimismo por lo que pueda pasar el domingo, pero los puntos subían sin la rapidez necesaria para darse más tiempo para la proeza. Tras colocarse a ocho puntos, dos triples seguidos del equipo de Laso lo pusieron aún más complicado. Aún así, el Bilbao Basket volvió a colocarse a nueve puntos, pero solo quedaban dos minutos y como ha pasado otras veces, no entraron los tiros que habrían abierto la puerta a un final más incierto. Para cuando creyeron en la victoria, esta ya se había escapado y el milagro no fue posible.

Ahora, la situación en la parte baja de la clasificación ha vuelto a dar un vuelco. El Estudiantes y el Bilbao Basket tienen las mismas bazas en la mano, pero los madrileños han recuperado la mano, todo depende de ellos y juegan primero, pero lo hacen con la presión de no poder fallar para no entregar la suerte de la temporada a los hombres de negro. Al final, todo ha sido una consecuencia de una temporada con demasiadas incidencias y ahora solo queda esperar resultados ajenos, lo que normalmente no es una buena señal. Pero, al menos, el Bilbao Basket tiene opciones de salvarse.

Las declaracionesSin piernas.

Alex Mumbrú asumió que el futuro del Bilbao Basket queda en manos ajenas, pero al menos se mostró "orgulloso" del comportamiento de su equipo en las últimas semanas "que nos ha permitido tener opciones aún. "Ya no miramos a los rivales de reojo, los miramos de cara. El Estudiantes tendrá una posibilidad de ganar y si no lo hace nosotros tendremos una última bala. No podemos hacer nada, pero estaremos pendientes. El deporte es así", señaló el técnico de los hombres de negro tras caer ante el Real Madrid. "Lo hemos intentado, pero nos hemos quedado sin piernas, Cuatro partidos en siete días es demasiado para nosotros", admitió Mumbrú, que también confesó que "en los primeros cuatro minutos hemos estado bien, pero a partir de ahí hemos sido incapaces de pasarnos el balón y de jugar bien. Luego, lo hemos intentado, pero no ha podido ser", resumió.