EL Bilbao Basket no despega y la cuenta atrás sigue cayendo. Cada vez quedan menos jornadas y menos oportunidades para que se produzca aquello que necesitan los hombres de negro y lo peor es que se aprecia ya una tendencia derrotista en el equipo, un lenguaje corporal que hace pensar en que la confianza está bajo mínimos. Tampoco ayuda que Jaylon Brown acabe el partido con el tobillo envuelto en hielo, en otro golpe para una moral bajo mínimos. El calendario en lo que queda es terrible para un grupo de jugadores que lleva demasiadas semanas caminando sobre el alambre sin los argumentos necesarios para alcanzar el lado en el que se pondría a salvo. Ayer miércoles de nuevo bregó durante casi tres cuartos, hasta que el Tenerife elevó el ritmo en los dos lados de la cancha, coincidiendo con los minutos de Emir Sulejmanovic en el puesto de cinco, y el Bilbao Basket, preguntándose un día más que había fallado.

Una vez más, la sexta en la temporada, hay que referirse al debut de un jugador, en este caso Ioannis Athinaiou, que apenas un par de días después de llegar a Bilbao ya tuvo sus primeros minutos, con el dorsal 17 que durante tantas temporadas perteneció a Axel Hervelle. El base griego apareció en cancha a 4:17 del final del primer cuarto y sus primeras acciones fueron positivas: un par de tiros libres anotados y una asistencia de Dos Anjos. A Athinaiou se le vio metido en faena, con ganas de ayudar a sus compañeros, pero con el paso de los minutos se notó su falta de adaptación y el hecho de enfrentarse a un equipo con todos sus automatismos en perfecto ajuste.

El Bilbao Basket, en cambio, no para de sustituir piezas y esa falta de estabilidad se paga. La defensa bilbaina funcionó durante la primera parte, pero entre Marcelinho Huertas, que casi siempre lanzó solo, y Bruno Fitipaldo se fueron a 42 puntos con buenísimos porcentajes, lo que deja en mal lugar la tarea de contención de los jugadores de Mumbrú. Giorgi Shermadini, el jugador más valorado de la temporada, apenas tuvo incidencia en el juego, pero la exigua manta del Bilbao Basket no da para cubrir tanta cancha como ocupan los canarios en su ataque. Colapsando la pintura y defendiendo la línea de triples los visitantes descuidaron la media distancia y el brasileño lo leyó y lo aprovechó a la perfección. Así, tras medio partido de igualdad, de repente la desventaja en el marcador se fue por encima de los quince puntos y al equipo, incapaz de enlazar acciones positivas cuando los partidos cogen temperatura, no le quedó más que asumir otra derrota en una temporada que pinta cada semana peor.

Poco desde el perímetro

Al final, Athinaiou acabó con 20 minutos en cancha, urgido el técnico a encontrar antes de que sea tarde esa chispa que revitalice a su tropa. El efecto John Jenkins se ha diluido y el estadounidense no es ahora mismo un jugador fiable, tampoco en defensa, por lo que el dominio de Ondrej Balvin en la zona, en ocasiones en inferioridad numérica, no resulta suficiente si desde el perímetro no acompañan. Con un 25% en triples y solo seis aciertos, es muy complicado aspirar al triunfo ante rivales que son superiores y más profundos.

Durante la primera parte, el Bilbao Basket cuidó muy bien el balón, pero cuando el Tenerife apretó líneas volvieron las pérdidas hasta sumar nueve tras el descanso en más minutos de ese descontrol que se pretende corregir con Ioannis Athinaiou. No sería justo cargar con todo el peso al jugador heleno, que puede ser esa cabeza limpia que hace falta, pero en ningún caso puede hacer milagros. La entidad de los rivales no invita al optimismo, sobre todo porque no se ve cómo y dónde podría lograr el Bilbao Basket ese triunfo que tanto ansía para cambiar un rumbo que se encamina a estrellarse contra el iceberg.