HAN pasado cinco meses desde que el covid-19 apareció en el mundo y, entre otras muchas cosas, puso patas arriba al deporte. En este tiempo, hay dos palabras que se han escuchado insistentemente como fórmulas para finiquitar las competiciones: protocolo y burbuja. La ACB ya se metió en una de ellas para concluir la temporada pasada, la NBA está ahora mismo dentro de otra para decretar su campeón, pero esto es algo que no puede sostenerse durante mucho tiempo sin que resienta la economía de los clubes. O sea, que hay que acudir a los protocolos, a las pautas a seguir para tratar de que la actividad se desarrolle de la manera más segura posible.

El Bilbao Basket comenzó su pretemporada el pasado lunes y el Lointek Gernika lo hará este domingo. Son los dos clubes vizcainos que esta temporada van a disputar competición europea, lo que complica aún más su normal desarrollo en tanto el coronavirus siga campando a sus anchas. Los hombres de negro están siguiendo normas que ya pusieron en práctica para disputar la fase final de Valencia, pero para las gernikarras todo va a ser nuevo y están a la espera de que la Federación Española les haga llegar algunas instrucciones. Están previstas la Euskal Kopa en Durango y la Supercopa en Bilbao en los dos primeros fines de semana de septiembre, pero nadie puede asegurar ahora mismo que se vayan a celebrar ni en qué condiciones. En el caso del Bilbao Basket, aún no sabe contra quién va a jugar, ni cómo, ni cuando, y así es difícil “planificar minuciosamente” la pretemporada y los pasos a dar en el ámbito sanitario, tal como solicita la FIBA en el protocolo de 17 páginas que hizo llegar la semana pasada a las federaciones y ligas nacionales.

La FIBA advierte de que todas las decisiones deberán ser tomadas de acuerdo con las autoridades sanitarias de cada país o territorio y señala la necesidad de elaborar planes de actuación y alternativas “por si las competiciones tuviesen que interrumpirse de nuevo”. El documento recomienda un inicio de forma gradual e individual o en un grupos pequeños y la realización de pruebas “con una frecuencia ideal de días alternos o dos a la semana”. Esto supone un gasto extra para los clubes que algunos estiman en unos 10.000 euros mensuales. La FIBA también asume que “la asistencia de espectadores puede estar prohibida cuando comiencen las competiciones” y este es otro escenario letal e insostenible para la mayoría de los clubes si se prolonga mucho en el tiempo.

Control de instalaciones

Los rectores del baloncesto mundial saben que la presencia de público dependerá de lo que decidan las autoridades sanitarias y cuando sea posible y seguro, la FIBA recomienda en cada instalación, y sobre todo en las grandes competiciones, contar con comités médicos y personas formadas en ese área para supervisar y “revisar las restricciones impuestas por el gobierno, la capacidad de la cancha, las pautas de distanciamiento social, la ventilación o la cantidad de asientos disponibles”, “establecer un claro sistema de recuento de asistentes” e, incluso, “gestionar y controlar el acceso de personas de riesgo”, todo ello sin olvidar las medidas de desinfección y limpieza que ya son conocidas.

En cuanto a los viajes, las instrucciones de la FIBA recuerdan la necesidad de evitar aglomeraciones en los desplazamientos; establecer rutas seguras; reducir todo lo posible el número de personas en las expediciones, que en todo caso deberán contar con un responsable médico; buscar alojamiento lo más cercano posible a la cancha de juego; tratar de que los equipos pernocten en habitaciones individuales; vigilar las comidas; y, además, disponer de una estancia de aislamiento, por si fuera necesaria. O sea, que los gastos también aumentan.

Al margen de las precauciones ya conocidas en cuanto a reducir en lo posible los contactos, algo complicado en los deportes de equipo, son muchos los factores, internos y externos, a tener en cuenta para regresar a la actividad, a competir, con la mayor seguridad, pero los clubes y los aficionados aún no saben a qué atenerse. Hasta que eso ocurra, hay muchos rumores, suposiciones o comentarios que hablan de que quizás las competiciones tengan que meterse de nuevo en burbujas hasta que la pandemia esté controlada. Pero con calendarios cargadísimos y que se solapan en muchos casos, llegar a ese extremo requeriría de un acuerdo global que en los últimos años ha sido imposible.