Rego, Berenguer y Unai Gómez se lamentan tras el pitido final.Pankra Nieto | Miguel Acera
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Pocas cosas le salen bien al Athletic. La principal causa del déficit de éxitos, goles y juego, en definitiva, de sensaciones positivas que arrastra desde casi el comienzo de la temporada, solo puede obedecer a un problema interno. Parece que el equipo de Ernesto Valverde sufre una especie de saturación, mental más que física, que le impide desplegar con garantías y, sobre todo, con regularidad la propuesta que rentabilizó en cursos anteriores. Frente a un Espanyol que representa exactamente lo contrario, pues ha experimentado una transformación radical dejando de ser frágil para convertirse en un auténtico incordio. Anoche enlazó su quinto triunfo consecutivo, con sufrimiento desde luego, pero también con una convicción y energía excesivas para un Athletic que hasta rompió la estadística que le otorgaba la victoria siempre que marcaba primero. En esta oportunidad, de nada le sirvió cobrar ventaja, para desolación de la grada no pudo impedir la remontada catalana.
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Es asumible que el Athletic sumó méritos para no irse a la cama de vacío, fue evidente a lo largo de la primera mitad, cuando dispuso de situaciones propicias, dos o tres muy nítidas, para superar la sólida oposición que le planteó el Espanyol. Pero esta película empieza a estar muy vista. Pasó de nuevo que, en la segunda parte se fue desvaneciendo el grupo agresivo que hace bandera del tesón y percute sin desmayo. Sin duda, el vigor y la organización del adversario influyó en el desarrollo del juego, pero cualquiera pudo comprobar que a los rojiblancos les falta ingenio, precisión y puntería en los metros finales. Que su propuesta se vulgariza con cierta facilidad, salen a relucir los nervios, la ansiedad, la precipitación y, por supuesto, el mal momento de hombres en teoría fundamentales para el correcto funcionamiento colectivo.
Esta derrota, ya van cuatro en casa, supone que en adelante el Athletic deberá emplear catalejos para ver dónde se halla el Espanyol, consolidado en la quinta plaza. Los diez puntos de ventaja que acumula la tropa de Manolo González, con un partido menos, comprometen en exceso las aspiraciones de estar en Europa el año próximo. Y lo más gordo de esta tendencia a la baja que se está prolongando muy por encima de lo que se pudo pensar, es que un rival como el Espanyol saca a relucir una versión preocupante de los rojiblancos. No es plato de gusto ver al Athletic sin recursos, superado en facetas que solía dominar como pocos, abocado a esfuerzos que no le conducen a ninguna parte y dejan sin sentido las previsiones propias y ajenas.
¿Has estado en San Mamés viendo el Athletic-Espanyol? Búscate en nuestra galeríaMiguel Acera | Pankra Nieto
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Sin refuerzos de postín, habiendo perdido piezas básicas el pasado verano, Manolo González ha montado una estructura cuyo grado de fiabilidad se refleja en la clasificación. En esta ocasión volvió a apostar por un once que podría considerarse de gala. Mientras las lesiones se lo permiten y centrado únicamente en la liga, el Espanyol utiliza un bloque muy reconocible e intercala variantes contadas. Para qué cambiar si va como un tiro. Lo presenciado en el primer tiempo fue una muestra precisa del nivel competitivo que ha adquirido. Bien que lo notó un Athletic que quiso y logró imprimir un ritmo trepidante al juego.
ATHLETIC: Simón; Gorosabel (Min. 76, Areso), Lekue, Paredes, Adama (Min. 76, Unai Gómez); Galarreta (Min. 57, Rego), Jauregizar; Iñaki Williams (Min. 79, Robert Navarro), Sancet, Nico Williams (Min. 57, Guruzeta); y Berenguer.
ESPANYOL: Dmitrovic; El Hilali, Calero, Cabrera, Romero (Min. 83, Riedel); Lozano (Min. 72, Kike García), Urko, Edu Expósito (Min. 83, Rubén Sánchez); Dolan (Min. 83, Salinas), Pere Milla (Min. 57, Jofre), Roberto Fernández.
Goles: 1-0: Min. 38; Berenguer. 1-1: Min. 44; Romero. 1-2: Min. 52; Pere Milla.
Árbitro: Mateo Busquets (Comité Balear). Mostró tarjeta amarilla a los locales Galarreta (min. 28), Nico Williams (min. 33), Gorosabel (min. 46), Rego (min. 80) y Lekue, una vez acabado el partido, y a los visitantes Urko (min. 77), Riedel (min. 86) y a un miembro del banquillo catalán.
Incidencias: San Mamés, ante 47.586 espectadores, entre ellos unos cientos de seguidores ‘periquitos’. Se guardó un minuto de silencio en recuerdo del artista bilbaíno Iñaki García Ergüin, socio de honor del Athletic.
Dmitrovic, clave
A Dmitrovic se le ha de adjudicar una importante parte de culpa de que la ofensiva local fuese infructuosa. Realizó paradas de enorme dificultad, perolas penalidades de los hombres de Valverde no se redujeron al acierto del veterano portero. El Espanyol lo pasó mal a ratos, sobre todo cuando el Athletic pudo correr, verticalizar sus acometidas y generó cierto desorden. En esa versión sí fue el conjunto que su afición reclama, pero para variar se observaron desequilibrios exagerados entre el rendimiento de unos y otros. Hay gente que no está fina y ocupa puestos de responsabilidad con una asiduidad llamativa.
Gorosabel, Ruiz de Galarreta, Sancet y Berenguer, el más incisivo y quien tuvo el honor de firmar el gol pasada la media hora y en pleno bombardeo sobre el área visitante, gozaron de lances interesantes para sentenciar a un Espanyol que, sin embargo, antes del descanso protagonizó hasta media docena de acercamientos a Simón, prueba fehaciente de que cree en sí mismo y no le perdía la cara al partido. Su recompensa vino en forma de empate, a los escasos minutos de ponerse en desventaja. Una magnífica volea de Romero anunció, por si todavía alguien no lo percibiese, que la batalla iba a ser muy larga, muy intensa.
Por si acaso, el Athletic quiso resolver pronto a la vuelta del intermedio, pero le faltó filo y el Espanyol perseveró en su guion de batalla y atrevimiento. Un error grueso de Adama permitió a Dolan servir para que Pere Milla diese la vuelta al resultado. Restaba un montón de minutos, pero Valverde metió dos cambios de inmediato. Era consciente de que los suyos iban paulatinamente bajando sus prestaciones, una impresión que no podía hacerse extensiva a los periquitos, que no dejaron de proyectarse en ataque. González hasta se atrevió a poner un doble ariete en esa fase. Para el Athletic era casi imposible generar algo que le mantuviese enganchado al marcador. Caía por la mínima, pero las distancias se percibían con claridad en torno al ir y venir del balón. Una cesión corta de Lekue exigió una doble intervención de Simón, pasado el minuto 80.
Las gradas iban despoblándose ante la evidencia de que el Athletic sucumbía al ardor del Espanyol, seguro por alto, solidario en cada zona del terreno y valiente para continuar proyectándose en ataque. Aún brindó el Athletic su clásica reacción a la desesperada: remató cuatro veces en el añadido, más que en todo el segundo acto. Un esfuerzo supremo y estéril, con Berenguer multiplicándose y la pelota venga salir a escasa distancia de los tres palos de un Dmitrovic imponente.