San Mamés tuvo vida propia. Con alma, sesera y pulso. No fue un estadio, sino una criatura de hormigón y acero con aliento y ambición. Porque la afición del Athletic sabía que enfrente estaba el PSG, el campeón de Europa. Un gigante bruñido de oro, acostumbrado a postrar a todos y a cualquiera. Por eso, para competir contra él no solo hacía falta extenuarse en físico, sino también en lo emocional.

Y la afición rojiblanca lo entendió a la perfección. Tanto que se elevó como un muro insalvable que libró un gol sobre la línea con Yuri y que paró lo imparable con Simón. Los futbolistas se contagiaron y, aunque no ocurrieron grandes ocasiones, ni potentes disparos, sí le pusieron esfuerzo, ganas y corazón. Por contra, el PSG tuvo la posesión y el juego, pero terminó por chocar contra un estruendo de voces que le demostraron que, a veces, el fútbol es más que táctica o talento. Que, en La Catedral, sobre todo fue resistencia y orgullo.

Fue un empate jugado con la voz, conseguido con el alma y celebrado a pulmón. Un punto que deportivamente da muy poco, pero que devolvió el San Mamés de los viejos tiempos, el que unió a la afición y al equipo como siempre y, a la vez, como nunca.

Mosaico y tifo en San Mamés

La jornada empezó con una quedada en el hotel de concentración del Athletic y siguió con una multitudinaria kalejira hacia San Mamés. El ambiente que electrizaba Bilbao hacía notar que no era un partido cualquiera. Era la visita del campeón de la Champions. Por eso, la afición y el club prepararon una antesala jamás vista en La Catedral.

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En imágenes: ¿Has asistido al Athletic-PSG en San Mamés? Búscate Gaizka Portillo/ Borja Guerrero

Así, mientras resonaban los famosos y sobrecogedores acordes del himno de la máxima competición continental, se desplegó un tifo en la grada sur del estadio. “Bagara, bagare, bagera, bagire. Ekin eta Ekin, Bultza eta Bultza”, rezaba. Un grito silencioso que llevaba el peso de todas las generaciones. Pero es que, además, en la Tribuna Este se extendió un mosaico rojo y blanco con un mensaje escueto, pero potente: “Goazen Athletic”. Dicho y hecho.