La visita del Qarabag, dominador incontestable del fútbol azerí y catalogado de entrada como uno de los rivales más asequibles del grupo, conlleva una trascendencia que a nadie en el seno del Athletic se le escapa. Pudiera sonar excesivo otorgar a esta cita la etiqueta de crucial, pues se trata de la tercera jornada de las ocho que componen la fase de liguilla, pero un análisis aquilatado de las opciones que cabe adjudicar a los rojiblancos en esta fase de la Champions sostiene que los tres puntos de esta tarde son irrenunciables. Ni siquiera un empate se podría dar por bueno tal y como se encuentra la clasificación. A expensas de comprobar el nivel del Qarabag, hasta la fecha la gran sorpresa del torneo, huelga apuntar que la victoria requerirá una versión muy distinta a las que viene ofreciendo el Athletic.
En su día, al anunciarse el calendario, este compromiso se subrayó por una simple cuestión de cálculo: después de medirse a Arsenal y Borussia Dortmund, la probabilidad de llegar al mismo sin puntos era elevada. Los hechos han confirmado un augurio más que razonable, pero lo que no se preveía es que el Qarabag, la víctima propiciatoria que debía servir de trampolín a los rojiblancos, irrumpiese a lo grande en la competición. Arrancó con una espectacular remontada en el campo del Benfica: perdía por dos goles al cuarto de hora y terminó volteando el marcador a cuatro minutos del final. Destrozado el pronóstico, luego se deshizo en su feudo con cierta holgura del Copenhague. Con seis jugosos puntos en el bolsillo, el cuadro azerí aparece en la tabla codeándose con los máximos aspirantes al título: Bayern, Madrid, PSG, Inter y Arsenal.
En algún momento se pinchará el globo del Qarabag, perfectamente pudiera ocurrir a su paso por Bilbao. La cuestión que ahora preocupa en el Athletic no sería la entidad que pudieran sugerir los resultados más recientes del adversario, sino que este partido llega inoportuno, en un momento delicado, con el grupo dirigido por Ernesto Valverde sumido en un bache de juego que se está alargando más de la cuenta.
Y, hay que insistir, solo vale la victoria porque de lo contrario las opciones de alcanzar la siguiente fase serían remotas. Una quimera. El Athletic figura en la antepenúltima posición entre los 36 inscritos en la Champions, sin puntos y con un balance de goles muy negativo. La experiencia de la anterior edición indica que el listón de la continuidad en el torneo se mueve en torno a los once o doce puntos y los siguientes enfrentamientos son Newcastle, Slavia de Praga y Atalanta fuera, además de Paris Saint Germain y Sporting de Portugal en casa. Poco más que añadir a este elocuente recordatorio para entender las apreturas rojiblancas, por no referirse ya a la incomodidad que supondría, en la hipótesis de una derrota, agotar tan prematuramente todo margen de competir de verdad en marco tan distinguido.
El aspecto más sobresaliente del Qarabag está conectado a su trágica historia como entidad. Condicionado por un conflicto territorial eterno, aún pendiente, estuvo en un tris de desaparecer; sin embargo, pudo saltar a la palestra internacional hace una década, coincidiendo con el inicio de su dominio absoluto en el ámbito doméstico. Ha picoteado en la Europa League, la Conference y en Champions se ha caracterizado por dar buenos sustos. El Atlético de Madrid puede dar fe de ello.
La plantilla de Gurban Gurbanov está pues habituada a viajar fuera de sus fronteras y combina a un tercio de jugadores autóctonos con gente de muy diversos orígenes: Polonia, Colombia, Francia, Serbia, Ucrania, Brasil... Ninguno de renombre, reclutados a precios relativamente modestos, aunque acostumbrados a ser dominantes en sus campeonatos. En Europa se desenvuelven con soltura, nada tienen que perder mientras van adquiriendo experiencia, lo cual acaso les haga más peligrosos. Ahora bien, el Qarabag se ubicaría en un tercer escalón en la jerarquía de la Champions.
El asunto es dónde colocar al actual Athletic, incógnita fundamentada que habrá que despejar otra vez más hoy, en la confianza de que se registre una reacción que le aproxime a su potencial. Al igual que en el pasado fin de semana en Elche, Valverde dispone de la totalidad de sus bazas en ataque. El modo en que las vaya a combinar es materia reservada. Su frase admitiendo que, por la densidad del calendario, tiene un ojo puesto en el encuentro liguero del sábado, genera mayor incertidumbre en torno al diseño del once. Será normal que haya cambios, no solo en ataque.