El Athletic brilla en Europa
Salió con decisión a por una victoria que obtuvo con total merecimiento, gracias a los goles de Sancet y Nico Williams, frente a un Rangers que le obligó a trabajar a fondo
Semifinalista de la Europa League por derecho. El Athletic sabía que no podía fallar en su campo y obró en consecuencia. Ello le permitió firmar una victoria muy laboriosa sobre un Rangers que pasó de estar sometido a rebelarse cuando se vio por detrás en el marcador. Un intento vano porque el anfitrión no solo supo resistir el coletazo escocés, sino que amplió su ventaja para cerrar una eliminatoria que debió haber encauzado en la ida. Sin discusión, el 0-0 de Ibrox Park exigía una mejora que el equipo de Ernesto Valverde acertó a plasmar para deleite de su afición. Pese a que dispuso de oportunidades de sobra para resolver con antelación, necesitó emplearse a fondo hasta que, en la recta final, Nico Williams añadió el segundo gol al marcado por Sancet en la última jugada de la primera mitad.
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Nada que objetar al éxito rojiblanco. Su presencia en la siguiente ronda fue el reflejo de la ambición y la fe con que los jugadores encararon el encuentro. Enfrente, un rival que pareció admitir su inferioridad, pues enseguida eludió el tuteo con el que amagó de salida para refugiarse en una disposición muy conservadora. Mal que bien, el Rangers se mantuvo con vida hasta que Maroan provocó un penalti que Sancet ejecutó de manera perfecta. Luego llegaría la lógica reacción visitante, pero salvo un par de lances comprometedores para Agirrezabala, tampoco su arranque logró descompensar la estructura del Athletic, que aguardó su momento para liquidar el pleito y celebrar su conquista con unas gradas que no dejaron de transmitir su aliento.
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La efervescencia mostrada por ambos conjuntos en cuanto el balón se puso a rodar, como si quisieran advertirse mutuamente de que iban a por todas, pronto se desvaneció. Lo hizo por el lado escocés. Tras un par de aproximaciones al área del Athletic, el cuadro dirigido por Barry Ferguson plegó velas y se ubicó apelotonado en su terreno. Ese inicio ofreció al menos una pista: el árbitro iba a permitir los contactos. Mejor para el Athletic, que no rebajó su agresividad y, como no tardó en adueñarse del mando, tenía especial interés en robar rápido para así dar continuidad a su ofensiva. Fue lo que hizo, mientras a cada minuto resultaba más evidente que el Rangers no estaba por la labor de que el ritmo del partido subiese.
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Como sucediera el jueves anterior, el Athletic asumió la posesión y se puso a la tarea de buscar espacios. Misión complicada por culpa del repliegue descarado que propuso el Rangers, pero que no rebajó la disposición de los de Valverde, que acumularon situaciones de remate con notable frecuencia dadas las circunstancias. Una de las más claras se registró en el minuto doce, tras una pared entre Nico Williams y Sancet que dejó al primero ante Kelly, quien desde el suelo sacó una mano decisiva. El balón le cayó a Sancet y Tavernier logró repeler con el portero superado. En ese tramo, Nico Williams explotó a fondo su velocidad, con Sancet siempre próximo a él.
El empuje creció en cuanto Maroan pudo enchufarse. Su aportación acabó siendo determinante, pero antes se implicó en una serie de peleas de máxima intensidad con los centrales que dieron mucha vida a la propuesta del equipo. Arrastrando rivales, el ariete permitió que Sancet interviniese más y a partir de la media hora, San Mamés acumulaba razones para mascar la sensación de que el gol estaba al caer. Berenguer lo acarició con una rosca. Seguido, Maroan se fue de su marcador y cedió a Nico, quien libre de marca conectó mal. El árbitro anuló la acción por falta inexistente del ariete.
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Insistía el Athletic, se veía capaz y de nuevo Maroan intervino para dejar a Sancet en posición ideal, pero la salida de Kelly forzó un remate que se marchó alto. Terminaba el primer acto cuando Lekue, que estuvo perfecto, se animó a contragolpear y filtró para el desmarque de Maroan, derribado por Souttar en el instante que realizaba el control. Penalti de libro que Sancet transformó con maestría. Justo premio al esfuerzo y la actitud del anfitrión, que se empeñó en resolver la eliminatoria y siempre fue de frente en busca del triunfo.
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Como no podía ser de otro modo, el Rangers, que sufrió dos bajas por lesión, modificó el esquema a fin de avanzar líneas y opositar al empate. Se asistió a una fase que duraría un cuarto de hora donde el Athletic acusó la fortaleza de los rivales, que ya nada tenían que proteger. Se percibió cierto cansancio en algunos hombres y Agirrezabala se tuvo que emplear a fondo para desviar, a la madera, un intento de Raskin a bocajarro. Hubo otro susto más, neutralizado por De Marcos al anticiparse a Dessers, que se relamía en el segundo palo.
En vista del panorama, que sin ser agobiante sí generaba cierta inquietud, Valverde refrescó un par de posiciones y al Rangers se le esfumó la inspiración. Se notó la entrada de Prados, que reactivó al sacrificado Jauregizar. El control volvió a ser local. Pero convenía golpear de nuevo para ahorrarse preocupaciones. Sancet emergió para prestar sus últimos servicios asociándose con Nico Williams y Berenguer realizó su segundo remate con efecto, desviado por un defensa.
Hasta el final, continuó perseverando el Athletic. De Marcos trazó una pared con Berenguer para luego templar con sumo gusto un envío que superó a toda la defensa y Nico Williams recibió feliz para cabecear a bocajarro. De inmediato Sancet fue suplido por Unai y no tardaron en entrar Djaló y Vesga para dar descanso a los extremos. San Mamés, exultante, festejaba el triunfo. No era para menos. El Athletic ha llegado muy lejos en su regreso al continente. Con partidos como este se puede creer en todo.