Casi nada hay decidido cuando el campeonato de liga ha consumido veinte jornadas y aún restan dieciocho. Desde la perspectiva del Athletic, la única certeza sería que tiene garantizada su continuidad en la categoría para la próxima campaña. Dato este que pasa inadvertido, ni se repara en el mismo, porque el equipo está centrado en un objetivo en las antípodas de la permanencia: aspira a reeditar plaza continental y lo hace además con absoluta legitimidad. De momento figura en la cuarta posición, igualado al tercero, el Barcelona, con 39 puntos, dos menos de los que sumaba un año atrás a estas alturas y, sin embargo, dicha cifra le ubica más cerca que nunca del trío clásico de favoritos al título, el conjunto catalán y los dos grandes con sede en Madrid.
El detalle revela la consistencia de los rojiblancos, solo ellos están siendo capaces de seguir la estela de los mejores a una distancia prudencial. Pero la clasificación actual ofrece una información más jugosa, sin duda de mayor interés. Basta con repasar los casilleros de los equipos que sobre el papel merecen la consideración de rivales directos en la carrera por acceder a Europa. En este preciso momento, el Athletic goza de una posición privilegiada gracias a las distancias que ha abierto con respecto a esos candidatos a entrar en el reparto de premios que tiene lugar en mayo.
La previsión de principio de temporada, fundamentada en lo sucedido en ediciones recientes del campeonato, así como en el potencial que atesora cada plantilla, decía que el Athletic debería codearse con la Real Sociedad, el Betis, el Villarreal y quizá el Girona. En un segundo escalón y con una visión un tanto generosa podía citarse a Osasuna o Mallorca.
A fecha de hoy, resulta que el vecino cuenta con once puntos menos que el Athletic; la tropa dirigida por Manuel Pellegrini se ha hundido y acumula un margen negativo de catorce puntos; el Girona, muy penalizado por los traspasos y la factura de la Champions, presenta idéntico balance que la Real, mientras que Osasuna camina un poquito más rezagado.
Conclusión: salvo Villarreal y Mallorca, que anoche se enfrentaron en La Cerámica, el resto necesitaría completar una segunda vuelta impecable para alcanzar al Athletic. Una proyección que, por supuesto, se materializaría siempre que los de Ernesto Valverde emitiesen síntomas de debilidad muy acusados. La conjunción de ambas premisas se antoja bastante improbable. El colchón de tres o cuatro jornadas, o sea, de nueve o doce puntos, de que dispone el Athletic sobre el grueso de sus presuntos perseguidores, si no una garantía aparece como un salvoconducto para gestionar con cierta seguridad el tramo pendiente del campeonato.
En definitiva, afirmar a fecha de hoy que el escenario que tiene ante sí el Athletic en liga le convierte en el gran favorito entre todos los aludidos para terminar entre los seis mejores, en absoluto constituye una bilbainada. Al contrario, sería catalogable como una consecuencia lógica de cuanto ha dado de sí la competición desde su arranque en agosto. Como se ha insinuado, únicamente un descalabro de proporciones inimaginables privaría al Athletic de estar en el cuadro de honor.
En condiciones normales, la incógnita versaría sobre si los rojiblancos conservarán hasta el final el cuarto puesto y se cuelan en la Champions o se tienen que conformar con regresar a la Europa League. Asunto que en principio dirimirá con el Villarreal, pues no se vislumbran más opositores de fundamento.
Reconfortado por la victoria de Balaídos, el Athletic está atravesando uno de los tramos más comprometidos del calendario que le quedan. Mañana juega en Turquía, el domingo recibe al Leganés y la semana siguiente le aguarda otro doble compromiso ante el Viktoria Plzen y el Betis. Una vez cerrado enero, la frecuencia de partidos se relaja: uno cada siete días, todos de liga. La eliminación de la Copa le ahorra uno (cuartos de final) o dos (la ida de semifinales) y meterse entre los ocho mejores de la fase de grupos de la Europa League le resta otro par.
Es decir, que en febrero Valverde y sus hombres podrán dedicarse en cuerpo y alma a apuntalar sus opciones ligueras antes de asumir la fase decisiva, el último tercio del torneo de la regularidad, empresa que confían en compaginar con el itinerario continental.
Leganés, Betis, Girona, Espanyol y Valladolid son los adversarios que completan el programa liguero más inminente. Un acopio importante de puntos a costa de este quinteto equivale casi a amarrar Europa. Sin caer en la tentación de abonarse al cuento de la lechera, atendiendo a dinámicas propias y ajenas, se antoja razonable pensar que el Athletic podrá continuar su camino sin sobresaltos y levantar los brazos al pisar la línea de meta. O antes, claro.