En esta ocasión no hizo falta poner el foco en la afición rival, en los posibles incidentes que estos pudieran crear en una ciudad como Bilbao, que en unos meses albergará la final de la Europa League y que se toma cada compromiso continental del Athletic como una prueba para medir su capacidad para organizar eventos similares. Para ser verdad, tampoco se puso mucho énfasis en la calidad del contrario, el Elfsborg, un rival desconocido para la inmensa mayoría que se dejó la intensidad en Suecia y que vino de paseo a la capital vizcaina. Sonará a bilbainada, pero pocos eran los que daban un duro porque los rojiblancos no se hicieran con la victoria ante un rival que, eso sí, dejó una de esas imágenes que vienen a simbolizar la idiosincrasia del Athletic, su majestuosa historia, con la ofrenda al busto de Pitxitxi en los prolegómenos del encuentro. Esa fue la mejor acción del partido para el conjunto sueco, al que los leones despacharon por la vía rápida en uno de los partidos más cómodos que se le recuerdan en los últimos meses... o años.
En la previa, Valverde describió las virtudes de su rival de ayer poniendo el foco en su capacidad ofensiva, claro que evitó decir nada acerca del nivel defensivo de un Elfsborg del que de entrada pareció no fiarse mucho, de ahí el once que dispuso. En su línea habitual con las rotaciones, realizó hasta cinco novedades en la alineación, entre ellas la de Unai Simón, que disputó su primer partido en la presente temporada y, de paso, se estrenó también en competición continental con el Athletic. El resto de novedades se dieron en la defensa, con hasta tres cambios –Andoni Gorosabel, Aitor Paredes y Adama Boiro–, y en ataque, donde Gorka Guruzeta recuperó su hueco en el once. Así, el técnico dispuso de su equipo de gala en ataque, con los hermanos Williams y Oihan Sancet acompañando al donostiarra, y con Beñat Prados e Iñigo Ruiz de Galarreta en la sala de máquinas.
Por lo que fuera, por algo que seguramente hubiera visto en los distintos vídeos, Txingurri no pareció fiarse del conjunto sueco. Prefirió ser cauto, no descuidarse ante el premio que le esperaba al Athletic en caso de victoria. Y todo le salió rodado, entre otras cosas porque el Elfsborg no compareció en San Mamés.
El equipo bilbaino pasó por encima de un rival que pareció jugar uno de esos amistosos veraniegos en los que los entrenadores reparten minutos entre los menos habituales para que estos cojan algo de rodaje. Quizá hastiados de la competición, pues acabaron la liga el pasado día 10, o porque no dan para más, que también podría ser, pero no fueron rival para el Athletic.
Encima, se toparon con un tempranero gol, obra de Adama, quien estrenó su cuenta realizadora como león en su bautismo continental. Una noche mágica para un futbolista que va en un continuo crecimiento y que no está acusando el salto de categoría pese a venir de la Segunda RFEF. Los tantos de Prados y de Guruzeta, que ha marcado en dos de sus tres últimos partidos, redondearon una noche sin mucha historia en la que muchos focos estuvieron puestos en Simón, quien compareció por primera vez este curso.
El Athletic puso la directa, sin forzar mucho el motor, pues no le hizo falta subir las revoluciones para pasar por encima de su rival. Fue su partido más cómodo en la Europa League, donde le había tocado sudar y sufrir en sus cuatro compromisos anteriores. Ayer no. De hecho, Valverde se permitió el lujo de hacer los cambios a su antojo. Rotó con cabeza y sentó a los Williams, a Sancet y a Ruiz de Galarreta, que ya habían hecho suficiente para aupar al Athletic al coliderato de la segunda competición continental. El pase a octavos, cada vez más cerca.
La cifra
3
El Athletic sigue con su idilio en la Europa League, donde no conoce la derrota en los cinco encuentros que ha disputado, con un balance de cuatro victorias y un empate. En su tercer partido en San Mamés en la competición, volvió a dejar su portería a cero, como ya hiciera ante el AZ Alkmar y el Slavia de Praga.