La jornada inaugural de LaLiga está a la vuelta de la esquina y llegará sin que se sepa muy bien cuál es el momento del Athletic, cómo le va a pillar la visita del siempre áspero Getafe. Este partido puede convertirse en la única incógnita del comienzo del calendario porque se trata de la prolongación del período de preparación estival. Los nueve días que transcurrirán luego, hasta el siguiente compromiso, con el Barcelona en el Camp Nou, conceden un oportuno margen para ir ajustando aspectos relativos al juego y recuperar jugadores que por diversos motivos no han participado con normalidad en el trabajo grupal o, directamente, han estado ausentes del mismo.

De algún modo, la cita que el jueves acogerá San Mamés será el reflejo más preciso de la pretemporada. Ese día se recogerá lo sembrado desde el 8 de julio. El problema radica en que no es sencillo valorar el estado del equipo por lo que han dado de sí las cinco semanas y media de entrenamientos y amistosos. El factor que mediatiza el análisis sería que a Ernesto Valverde le ha tocado gestionar una situación marcada por la precariedad. El cúmulo de lesiones, sumado a los permisos extra vacacionales, ha dejado flotando una serie de dudas en torno a la puesta a punto.

¿Qué nota le pones a la pretemporada del Athletic?

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Dicho esto, añadir que el rendimiento colectivo ofrecido en los sucesivos ensayos impide enunciar una conclusión por culpa de los altibajos que, en cierta medida, obedecerían a la entidad de los rivales. Perder contra Sporting de Portugal, Aston Villa y Stuttgart, enemigos de primer orden, no es plato de gusto, pero el juicio cambia si se desciende al detalle. Así, el cruce celebrado en Lisboa fue un tanto prematuro para aspirar a competir de tú a tú, no se pudo disimular el déficit de rodaje respecto a los lusos. Mientras que el reciente encuentro con el Stuttgart no debería tenerse en cuenta por la alineación que escogió Valverde. Su planteamiento desvirtuó por completo lo que se antojaba una piedra de toque interesante.

Por tanto, para evaluar el punto de cocción del Athletic solo quedaría el duelo con el Aston Villa, donde se apreciaron bastantes de las virtudes que se les suponen a los rojiblancos. El 3-2 registrado en Birmingham no escoció en absoluto, ni fue la consecuencia de una versión pobre; al contrario, el asunto estuvo equilibrado, discurrió acorde a lo previsible y el elemento que decantó el resultado fue el fondo de armario, superior el que maneja Unai Emery. Además, no debe omitirse que en el ensayo previo, la Euskal Herria Txapela, el Athletic le dio un soberano repaso a Osasuna, aunque el 2-1 no lo plasmase con fidelidad. Sobre el papel, el derbi era más asequible que los otros partidos mencionados, pero para nada una bicoca.

Uno por uno

Más allá de los resultados, que incluyen cuatro derrotas y tres victorias por la mínima y aparcando el hecho de que se hayan recibido catorce goles, el problema se ha de situar en las sensaciones. El Athletic ha acusado la indisponibilidad de varios titulares de manera evidente, la pregunta pertinente es si se debía notar tanto. Y una respuesta podría ser que si quienes han participado con mayor asiduidad hubiesen estado más acertados, no se hubiese añorado tanto a los ausentes. Pero no es cuestión de cargar las tintas en quienes hayan podido sustituir a los que faltaban, pues en este grupo ha habido de todo, gente con un nivel bueno y otra con uno discreto o insuficiente. Cabe que haya pesado más la anodina aportación de algunos de los habituales.

Que Padilla está verde atiende a la lógica, si bien la colaboración de sus compañeros no ha contribuido precisamente a facilitarle la tarea. En muchos de los goles encajados y en varias situaciones más, el chaval ha estado vendido. De Marcos no ha completado una pretemporada en condiciones, tampoco Paredes o Vesga, aquejados de problemas físicos. Entre los que no han estado finos, apuntar a Yuri, Sancet, Iñaki Williams, Herrera o Guruzeta.

Yeray ha tardado en sentirse cómodo, pero con el baile de nombres vivido en defensa y en la medular, la coordinación, el entendimiento o el orden general observado en la contención se han resentido. A Lekue le han endosado un marrón al ubicarle de central con el equipo manga por hombro. Gorosabel y Djaló quedarían exentos de calificación por ser nuevos, pero han cumplido, al igual que Berenguer o Prados. La cuestión que revolotea en el ambiente es si la reunión de estos jugadores será válida para dar la talla como bloque y arrancar el curso con una sonrisa.