El Athletic, invicto en San Mamés desde que el Real Madrid se llevara los tres puntos de Bilbao en la primera jornada de liga, sacó adelante ante el Celta de Vigo un partido alocado, sin tregua, en el que hizo valer su pegada y la sangre fría de Alex Berenguer. De mantequilla en defensa frente a un rival que hizo prácticamente lo que quiso en ataque, el conjunto rojiblanco se adjudicó en el último suspiro del encuentro tres puntos que requirieron de un gol de Oihan Sancet, un doblete de Gorka Guruzeta, un penalti parado por Unai Simón y un tanto sobre la bocina desde los once metros del relanzado Berenguer, abonado a la épica en los dos últimos envites en ‘La Catedral’.

Si los tres puntos dio el extremo al Athletic en el compromiso de anoche, uno salvó en la anterior aparición del equipo como local frente al Valencia el pasado 29 de octubre. En ambas citas, para más inri, saltó al césped desde el banquillo el de Barañain, titular en solo tres de las trece jornadas de liga disputadas, pero clave en las últimas fechas con dos zarpazos que han servido para desatar la locura en San Mamés y dar puntos al colectivo. En medio del descontrol más absoluto y con la imperiosa necesidad de perforar las redes rivales para evitar finales indeseados ha alzado la voz por partida doble Berenguer, quien ingresó ayer en el terreno de juego en el minuto 80 en detrimento de Iñaki Williams.

Escorado al costado izquierdo con el consiguiente cambio de banda de Nico, el navarro solo tuvo que tirar una vez a portería para cantar bingo. Lo hizo en el momento más apropiado, justo antes de que el colegiado decretase el final del partido, transformando con sangre fría un penalti forzado por él mismo. Astuto, el de Barañain llegó antes a un balón que Óscar Mingueza, lo elevó y ahí encontró la mano involuntaria, pero despegada del cuerpo del defensa del Celta, quien protestó la acción sin éxito. Berenguer, con la confianza al alza tras firmar dos semanas atrás de cabeza el 2-2 ante el Valencia en el minuto 97 tras entrar en el campo en el 69 en sustitución del menor de los Williams, pidió el balón, se plantó delante de Vicente Guaita y no perdonó.

Esperó con suma frialdad un movimiento del guardameta valenciano, lo vio y le engañó con un lanzamiento suave, un pase a la red, que sirvió para dejar los tres puntos en San Mamés y firmar a título individual el segundo tanto de la temporada después de que el gol se le resistiera desde el pasado 20 de mayo, precisamente, en otro partido contra el Celta en ‘La Catedral’. Como anoche, aquella diana de Berenguer dio también la victoria (2-1) al Athletic, que celebra la reivindicación de un futbolista que finaliza contrato al término del curso y por cuyo futuro se interesó semanas atrás Osasuna.

Tranquilidad

Cuestionado al término del partido de ayer por cómo encaró el decisivo lanzamiento de la pena máxima, el navarro señaló que “siempre intento estar tranquilo en esos momentos, por suerte he visto que el portero se movía un pelín antes y he cambiado de lado”. “El míster me pidió que intentara encarar y poner centros. Al final he tenido la suerte de marcar y ojalá vengan muchos más”, destacó el protagonista de un encuentro en el que pudo ganar cualquiera de los dos equipos, pero en el que decidió la sangre fría de Berenguer, quien llama a la puerta de Ernesto Valverde en busca de más minutos y protagonismo.