Vamos a ser campeones”. Para muchos fue una bilbainada, pero el tiempo dio la razón a Javier Clemente (Barakaldo, 12-III-1950), quien lideró como entrenador al último Athletic campeón de liga y Copa. Hoy, 1 de mayo de 2023, se cumplen 40 años del título liguero conquistado en la última jornada del curso 1982-83. Los rojiblancos, que necesitaban ganar a domicilio a la Unión Deportiva Las Palmas y que el Real Madrid perdiera en su visita a un Valencia con el descenso en juego, golearon en el viejo Insular (1-5) y se valieron del triunfo por la mínima del equipo che (1-0), dirigido por el mítico Koldo Agirre, para desatar la euforia en Bilbao. “Éramos los más fuertes, los más guapos, los que mejor jugábamos y no nos ganaba casi nadie”, remarca Clemente.

Se cumplen cuarenta años del título de liga de 1983 con usted en el banquillo. Tuvieron un homenaje recientemente en el Palacio Euskalduna y el club les tiene preparado otro el jueves contra el Betis.

—A mí los homenajes me gustan, fundamentalmente, porque veo que a los jugadores les agrada y así se les recuerda. Nunca había pasado y, además, hemos podido vernos todos otra vez, lo cual es un buen recuerdo.

“Vamos a ser campeones”. Lo advirtió de antemano y, aunque muchos no le tomaron en serio, no se equivocó. Dicho y hecho.

—Sí, aunque aquello lo dije por el hecho de que íbamos a trabajar al máximo sin dar ningún partido por perdido. Era en un sentido de esfuerzo, entrega y convencimiento. Sabíamos que superar a Real Madrid, Barcelona y Atlético no era nada fácil, pero no por eso nos planteamos el objetivo de acabar quintos. Era una cuestión de ambición y dejar claro desde el principio que íbamos a esforzarnos por ganar a todos. Ese fue el mensaje que quise transmitir.

El vestuario lo captó a la perfección.

—No había ninguna prebenda. A mí me echaron después porque se empezó a romper la disciplina y no había ningún jugador que pudiera romperla, sobre todo, en el Athletic. He luchado siempre por eso y en ciertos momentos me ha generado problemas e inconvenientes. Por eso no he vuelto a estar en el Athletic al no llamarme nunca.

¿Por qué era tan especial aquel equipo que ganó la liga en 1983?

—Porque estaba unido y sabía por lo que luchaba. Conocían también la dimensión que tenía el club y sentían una gran gratitud hacia el público. Había un sentimiento equipo-afición que era impresionante. No digo que ahora no lo haya, ni que los jugadores de ahora no puedan ser campeones. De hecho, creo que pueden serlo y de eso se encarga Ernesto (Valverde), que afortunadamente ha vuelto al club.

Hablando de entrenadores, a usted no le hizo falta acumular experiencia en los banquillos para liderar aquella gesta. Ganó la liga en su segunda temporada al frente del primer equipo tras promocionar desde el Bilbao Athletic.

—Eso da igual. El mérito fue de los jugadores, que después de las inundaciones donaron además las 200.000 pesetas que tuvieron de prima a los afectados.

No se reste importancia.

—Bueno, aquel fue mi equipo. No digo que lo hiciera yo todo, pero sí en gran parte y se trabajó como quería que se trabajara. Tantos años después me llevo bien con todos, menos con uno. Pero no quiero hablar de eso.

Lo cierto es que en la plantilla imperaba la juventud. La media de edad de los 25 futbolistas no llegaba a los 24 años.

—No hace falta tener un equipo veterano para ser un buen equipo. Yo siempre he confiado en los chavales, aunque también me han gustado los chavales de 33 años (risas). Lo importante en la vida es ser joven de espíritu y aquel equipo lo era, además de tener mucha hambre. Aquel fútbol no era el de ahora. En el actual hay mucha más parafernalia, dinero, publicidad y televisión. En aquella época había menos cosas y los jugadores ganaban poco económicamente.

¿Recuerda cómo se desarrolló la temporada hasta la última jornada en la que se proclamaron campeones en Las Palmas?

—Fue muy dura, pero no me acuerdo de casi nada en concreto. Solo que íbamos partido a partido intentando ganarlo todo y que los rivales venían acobardados a San Mamés. Para ganar una liga hay que ser el mejor y si consigues ganar una segunda liga consecutiva como hicimos nosotros fue porque volvimos a ser los mejores, digan lo que digan los cuatro cantamañanas que hay por ahí.

Javier Clemente, en el vestuario, con los jugadores del último Athletic campeón. DEIA

Muchos aficionados rojiblancos no les vieron en acción por cuestión de edad. ¿Cómo jugaba aquel Athletic?

—Eran jugadores muy buenos y de mucha calidad. Rápidos, fuertes y técnicos. Primero fueron campeones dos años los de la Real porque fueron los mejores con diferencia y después lo fuimos nosotros por el mismo motivo. Éramos los más fuertes, los más guapos, los que mejor jugábamos y no nos ganaba casi nadie.

Marcaron 71 goles en 34 jornadas, 11 más que el Barcelona que terminó cuarto. No lo ha dicho, pero fue también un equipo muy ofensivo. Lo recordaba Julio Salinas días atrás.

—Yo nunca he entendido eso de equipo ofensivo o defensivo. Eso es un rollo para periodistas. A mí siempre me han dicho que he jugado a la defensiva y no es así. Lo que hay que hacer para ser campeones es ganar partidos. Es cierto que se ganan siendo defensivamente bueno, pero es muy complejo para que la gente lo entienda y también hay que meter goles. Eso está claro.

En 1983 habían pasado 27 años desde el título de liga anterior, pero no les influyó en absoluto. No tuvo vértigo el equipo.

—Es que a muchos de los jugadores les quitabas 27 años y no habían nacido. No tenían ni idea de eso. Ahora han pasado 40 años desde aquella liga y 39 desde la última. A ver si se acaban de una vez y Ernesto hace campeón al Athletic otra vez.

Le decía que el equipo no tuvo vértigo, porque sí recordará que pasaron un momento delicado en la recta final de aquella temporada. Fue con motivo de la derrota por 5-1 contra el Betis a falta de seis jornadas. Reaccionaron con cuatro victorias y un solo tropiezo.

—Mira, llegué a la rueda de prensa después de aquel 5-1 y todos los periodistas tiraron a matar. Los que eran de fuera de Bilbao me decían a ver cómo pensábamos ser campeones después de aquella goleada, mientras que los de aquí decían que habíamos hecho el ridículo y habíamos perdido la liga. “Ahora es cuando vamos a ser campeones”, dije allí en Sevilla. Por poco me comen, pero aquel equipo tenía casta, raza, calidad y sabía a qué jugaba.

Llegó la última jornada en Las Palmas y arrasaron. Unido a la victoria del Valencia frente al Real Madrid, campeones.

—A Las Palmas fuimos a barrer. Empezamos perdiendo con un gol en propia puerta, pero lo teníamos claro y barrimos. No habría dinero ahora para pagar a aquel Athletic campeón.

¿Recuerda cómo vivió en el banquillo aquella frenética última jornada?

—¡Qué va, que han pasado ya cuarenta años! Lo único que recuerdo es que después estuve bailando con Piru Gainza y que yo nunca me había fumado un puro, pero lo fumé entonces. De eso sí me acuerdo.

De la gabarra posterior, la primera de las dos en la que fueron cada uno con su propia ropa, también se acordará.

—Lo inventó un directivo. Una gran idea, porque fue impresionante. Lo que más me emocionó fue ver a los obreros de Altos Hornos, porque mi padre trabajó ahí y todos dejaron de trabajar para ver pasar la gabarra. Para mí fue emocionante.

“El Athletic necesita volver a ganar un título”, advirtió en el homenaje que recibieron por parte de la peña El Txistu en el Palacio Euskalduna.

—Lo dije porque el Athletic tiene socios muy jóvenes que no tienen ni idea de lo que el pueblo en general disfruta cuando se gana un título. Por eso hay que darles uno cuanto antes, para que tengan un recuerdo de por vida de lo que es ganar.

No cuenta las Supercopas de 2015 y 2021.

—Hay que ganar la liga, que es la leche, o la Copa, que teniendo un poco de ‘culo’ puedes ganarla. La Supercopa es una castaña que nos dieron a nosotros como título después de ganar la liga y la Copa en 1984.

Ha habido oportunidades en los últimos años, sobre todo, en la Copa. Dolió especialmente la que se perdió contra la Real Sociedad en 2021. ¿Aquel equipo de 1983 hubiera respondido de otra manera en la final?

—Podríamos haberla perdido, porque la Real tenía muy buen equipo, pero no nos ganan como nos ganaron. La Real nos ganó cómodamente y al Athletic no se le puede ganar cómodamente nunca. Se puede perder sangrando o si el rival es mejor, pero no tan fácil como en aquel partido. Ahora hay buenos jugadores, pero otra cosa es ser campeones.

¿Confía en que algún año sea posible volver a ganar la liga?

—Si se sigue trabajando así, no. Han querido hacer con el Athletic cuadros que solo los podían pintar Van Gogh o Dalí y nosotros tenemos que tener nuestro propio cuadro. Hemos querido cambiarlo y se ha fastidiado, porque Lezama se está muriendo en cuanto a estilo y si el Athletic no tiene su estilo, contra equipos con tantos extranjeros es imposible ganar.

Para conquistar la liga de 1983 considera clave el trabajo que se realizaba en Lezama.

—Lo fue. Entre Piru, Iñaki Sáez y yo dirigíamos aquello. Teníamos muy claro qué tipo de trabajo teníamos que hacer para ser campeones, que es algo muy difícil, pero trabajábamos juntos, éramos baratos y Euskadi estaba en cabeza. Nosotros tenemos que hacerlo a nuestra forma. Si no, pasarán los años y seguiremos celebrando los aniversarios.