La cosa iba de amistades en San Mamés, en un horario intempestivo, este sí, enemigo del socio, de los niños, del aficionado en general, que aun así, pese a los obstáculos de quien debiera velar por sus intereses, que no es otra más que LaLiga que preside Javier Tebas, arropó al Athletic en su cita de anoche ante el Sevilla. Los amigos, Ernesto Valverde y José Luis Mendilibar, que compartieron equipo en las filas del Sestao Sport algunos lustros atrás, se citaron en un duelo a tumba abierta, con apuestas atrevidas, de inicio al menos, en ambos equipos. El choque, que arrancó enérgico, se fue diluyendo, espesando con el paso de los minutos, hasta que un resbalón, inoportuno, no cabe duda, cambió el signo de un encuentro destinado al empate.

Yeray Álvarez, que estaba destacando sobremanera en el partido, excelente en labores defensivas, recibió un balón de Unai Simón en su área, en una acción de esas que son totalmente evitables, perdió pie, cayó al suelo y zancadilleó a Lucas Ocampos. No entró el VAR, o sí, pues se supone que lo revisa (casi) todo, pero desde la sala VOR debieron considerar insuficiente que el central tocara primero balón. Porque Yeray llegó antes al balón que el argentino, al que sí, zancadilleó a continuación. Hernández Hernández no recibió orden alguna, se limitó a quitarse a los desesperados jugadores del Athletic de encima, y Ocampos sentenció el partido ya en el tiempo de añadido. Simón y Yeray se convirtieron, sin quererlo, en los mejores amigos de un Sevilla que daba por muy bueno el empate en La Catedral.

Resbalón por Europa del Athletic, que no pudo frenar el efecto Mendilibar, que hasta ayer no sabía lo que era ganar en San Mamés, algo que no había logrado en sus doce visitas anteriores. A la décimo tercera fue la vencida para un técnico que en unas pocas semanas ha mutado por completo a un Sevilla que ahora es rocoso, juega como un bloque sólido y al que es muy complicado hincarle el diente, si bien solo unos pocos centímetros impidieron que pudiera hacerlo el conjunto rojiblanco. Porque el VAR sí funcionó, y con acierto, en la primera mitad, en la que Nico Williams, primero -habrá que dar por buenas las líneas trazadas y no desconfiar de la tecnología empleada para ello...-, y Gorka Guruzeta, después, vieron cómo sus goles, tras dos buenas acciones colectivas, no subían al marcador por fuera de juego.

Los leones no pudieron redondear un mes de abril que en liga se ha quedado solo en notable, con un bagaje de diez puntos sobre quince disputados, pero que rozó el sobresaliente, obviando la eliminación copera ante Osasuna, claro está. Ante el Sevilla al Athletic le faltó más contundencia en el área rival, pues en la suya, hasta el fatídico resbalón de Yeray, se mostró muy seguro, siempre ganador de los duelos individuales.

Ahora, al conjunto rojiblanco le toca sacar la calculadora. Por lo pronto, todos sus perseguidores, Osasuna, Rayo Vallecano y Sevilla, le han recortado tres puntos; el Villarreal se le aleja en cuatro cuando restan solo siete encuentros por disputarse, pero al menos sigue dependiendo de sí mismo para acabar la liga entre los seis primeros.

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Pese al resbalón, el Betis no pasó el martes del empate contra la Real Sociedad, por lo que el Athletic, que se medirá el próximo jueves al conjunto sevillano, de nuevo en un horario poco agradable, idéntico al de ayer, sigue teniendo en su mano regresar a Europa. No hay mal que por bien no venga.

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