Recibe a DEIA en las instalaciones de Lezama, a donde acude por las mañanas casi a diario, y bromea ante el hecho de verse tan solicitado. Asegura que las felicitaciones se le acumulan desde hace varias semanas. Se apresura a agradecer la atención, si bien en su fuero interno estima excesivo semejante tratamiento. De ahí que en la conversación insista en que tantos y tantos compañeros con los que compartió vivencias en el seno del club merecerían igualmente que sus aniversarios fuesen tenidos en cuenta. Se refiere sobre todo a aquellos de más edad o a los de la siguiente generación, que es la suya propia.

El tiempo pasa para todos, aunque Iribar (Zarautz, 1 de marzo de 1943) hace gala de buena memoria y mejores reflejos. Se expresa con su tono característico, no necesita elevar la voz para manifestar lo que piensa; en ocasiones, comedido él, prefiere no contestar exactamente aquello que se le pregunta. Da igual, interesa lo que quiera decir. Y se permite una leve sonrisa cuando se alude a todo lo que calla después de una vida entera en las entrañas del Athletic.

Antes de nada, además de atareado ¿qué tal está?

Bien. Un poco fastidiado con la cadera, pero bien. No me voy a quejar.

Bastante liado con tantas solicitudes de entrevista.

Bueno, pocas cosas nuevas tengo para contar. Pero puedo decirte que me acuerdo mucho de los compañeros con los que estuve jugando muchos años, algunos de los cuales también han cumplido años recientemente. Por ejemplo, Argoitia, el mes pasado. Me vienen a la cabeza tantos y tantos con los que he compartido una gran parte de mi vida, a los que quiero mucho.

¿Qué siente cuando mira hacia atrás desde su atalaya?

Que he tenido una vida muy completa. Con la agenda llena y creo que esto ha sido positivo para mí. No sé cómo lo verán los demás, pero es así como yo lo veo cuando miro hacia atrás. Aparte del fútbol, he tenido la oportunidad de mantener muchas relaciones con la gente, con el aficionado, con la calle.

A lo largo de toda su vida ha estado expuesto a la opinión pública. Pero su personalidad se corresponde a la de alguien reservado.

Sí, es verdad que no he sido de palabra fácil, diría que he sido alguien discreto. Al menos siempre he intentado ser así, aunque haya estado, por decirlo de alguna manera, en el escaparate. He tratado de aparecer ante la gente tal como soy, sin intentar aparentar nada.

Deportista es el término con el que le gusta definirse. O le gustaba, al menos.

“He tenido una vida muy completa, con la agenda llena y esto ha sido positivo para mí, así lo veo cuando miro hacia atrás”

Y sigo pensando que soy un deportista, que he sido un deportista por encima de todo. Toda la vida, desde que era pequeño, un chaval, me gustaba jugar y probé muchos deportes diferentes. La pelota, atletismo, fútbol, también me gustaba el ajedrez. Aprendí de mi padre a ser deportista, como él me enseñó: cumpliendo las reglas, siendo limpio, honesto. Nunca he sido tramposo. En este país, en general, se era así, noble. Habría alguno que no, pero aquí y ahora no vamos a nombrar a nadie; pero, ya digo, lo normal era ser honesto, ir de frente. Yo lo aprendí en casa, me inculcaron unos valores que me han servido hasta el día de hoy.

A menudo ha dejado constancia de que su padre fue una figura clave para usted.

Era muy grande. Me vio jugar en el Athletic, que era su sueño porque fue hincha del Athletic, pero se fue enseguida, murió joven. Fue una pena, lo sentí mucho.

Detrás de esa figura pública de Iribar hay mucho más.

He estado muy a gusto con lo que me ha tocado vivir relacionado con el Athletic y el fútbol, pero esto no quiere decir que no me preocupe lo que pasa alrededor, nunca he dejado de estar pendiente de la evolución de nuestra sociedad, de la juventud… Todo ha cambiado mucho en este tiempo y además para mal, diría.

De momento, el Athletic ahí está, en su sitio, como si el tiempo no le pasase factura.

Que el Athletic siga adelante es un motivo para estar contentos. En mi opinión es un mérito de la gente porque el Athletic es eso, la gente. Mira, la educación que recibí en mi familia es la misma que luego conocí cuando entré en el Athletic. Hablo de la forma de ser de aquellos jugadores, no solo en el desempeño de su profesión, sino por la vida que llevaban. Mi idea cuando estaba jugando en el Athletic era ser alguien ejemplar. Teníamos un doble objetivo, ganar partidos y ser una referencia para la gente con nuestra forma de actuar. Ser un ejemplo para la sociedad, que esta pudiese estar orgullosa.

José Ángel Iribar cumplirá el próximo miércoles 80 años J. M. Martínez

En aquellos tiempos se palparía una mayor cercanía en el plano social, lo que ayudaba a que llegasen más fácil a la gente, de forma más directa, sin intermediarios.

El primer pensamiento que teníamos después de ganar, sobre todo cuando jugábamos fuera, era para imaginar cómo estaría de satisfecha la gente. Entonces el fútbol no llegaba tan fácil como ahora con la televisión, que te da todos los partidos. Yo viví una época en que la gente se reunía a escuchar la radio, en casa o en el bar, para seguir al Athletic. En esas circunstancias, el hecho de ganar te llenaba, te emocionabas porque sabías la repercusión que tenía en la calle. Ahora, en cambio, casi sabes de antemano el resultado y es que todo va tan rápido.

Se le nota poco partidario de tanta velocidad.

Todo va demasiado rápido para cosa buena. Creo que cada vez es más conveniente hacer una pausa en cualquier faceta del día a día. La pausa también es importante durante el juego. Una pausa antes de hacer algo, ser analítico antes de tomar la decisión.

Entre sus cualidades como portero se destacaba la colocación, no necesitaba adornarse con saltos para parar los remates, y el saque con la mano. Dos virtudes muy conectadas a la lectura del juego.

De la capacidad para interpretar o leer el juego es de donde nace todo. A nivel personal no sabes de dónde viene esa capacidad, solo es algo que te sale. Te sale de forma natural. Y tiene el sentido de dar ventaja a tu equipo, de que la jugada salga bien, porque nunca hay que olvidar que el fútbol es algo colectivo. Salir de tu campo y hacerlo bien es muy importante, no puede hacerse de cualquiera manera.

En la actualidad a los porteros se les prepara para que sean quienes inician el juego utilizando los pies.

Es más fácil con la mano, eres más preciso para conectar con el compañero desmarcado e iniciar el ataque. Siempre he pensado que el portero es el primer atacante del equipo y hacerlo con la mano daba ventaja, aportaba más velocidad al juego.

Athletic al margen, ¿ve mucho fútbol? ¿Qué le llama la atención?

En el fútbol que conocí no se trabajaba lo táctico tanto como hoy, eso daba mayor margen para la improvisación. No estaba todo tan atado como ahora, tan calculado, tan medido. En el último Mundial, claro que había muy buenos jugadores, pero partidos bonitos para decir, unos pocos. Hasta en la final hubo que esperar casi hasta muy avanzado el partido para asistir a un fútbol vistoso. Es como si todo estuviese preparado, previsto; hacer una oportunidad o un gol cuesta mucho.

Vamos, que si hay que elegir se queda con lo de antes.

“Nuestros objetivos eran ganar partidos y ser una referencia para la gente, un ejemplo para que la sociedad estuviese orgullosa”

Como espectador prefiero el de antes. Ya sé que no se puede volver a aquello por muchísimas razones. Por ejemplo, ya no vas a encontrar campos pesados por el barro ni campos secos donde el balón botaba una barbaridad. Cada campo tenía su particularidad. Hoy todos son iguales, estoy hablando de la hierba. El fútbol de ahora ha dado la oportunidad de ver a gente como Messi y otros grandes, pero hay que ver la dureza en las entradas que había antes. Eso lo sufrían todos los delanteros. Esto ha cambiado mucho con tanta cámara que enseña cada detalle de lo que pasa. Hoy, donde se ve algo original es en los últimos metros, pero muchos equipos intentan salir de su campo tocando, haciendo todos lo mismo o parecido, pases y más pases horizontales hasta que le dan el balón al que marca la diferencia. Este fútbol me resulta un tanto monótono. Es muy distinto al de antes.

Se acordará de la que armó Heynckes al enterarse de que el Athletic no tenía nada previsto para celebrar que Iribar cumplía medio siglo.

Entonces cumplíamos años igual que ahora, pero Heynckes era de otra cultura. Los alemanes parecen muy serios, pero en algunos aspectos cuidaban mucho el detalle. Esto de los cumpleaños, por ejemplo. En el Bayern Múnich miman mucho a los veteranos, de hecho los que están en los puestos dirigentes son exjugadores. Sí, no se me había olvidado que Heynckes hizo algunas declaraciones por este tema.

Esta vez no ha pasado desapercibido, más bien todo lo contrario.

No sabes cómo salir de esto. Si te digo la verdad, llevó casi un mes recibiendo felicitaciones y tengo que dar las gracias a todos. Por mi parte, como te he dicho antes, me acuerdo de tantos que han cumplido los 80 años. Me acuerdo de Manolo Etura, de Uribe, Carmelo, López, Latorre, tanta gente… Urkijo y tantos compañeros que he querido mucho. Unos cuantos con 80 cumplidos hace ya un tiempo. Quisiera felicitarles a todos ellos. Antes nos veíamos más, es gente de categoría, modélica. Por cierto, me viene a la cabeza una anécdota porque todavía sigue sin estar claro quién marcó el gol número mil del Athletic: Latorre o Urkijo. Ni ellos lo tenían claro. Esto era algo que tenía archivado Manolo Morán. Lo apuntaba todo, a mano, con una caligrafía preciosa.

¿Quiere decir algo más antes de cerrar la entrevista?

Sí, me gustaría que pusieras una cosa. Quizás no seamos los mejores del mundo, pero somos únicos por nuestra filosofía. Y esta es una razón para que estemos orgullosos de que el club haga 125 años. Creo que el nuestro es un modelo a considerar en el fútbol profesional.