El Athletic se ha ganado el derecho a creer en su causa, a creer en el regreso a una competición europea después de un lustro de ausencia. Su meritorio triunfo del pasado sábado en San Mamés sobre el Atlético de Madrid le sitúa en un escenario que parecía incluso utópico después de coleccionar a lo largo de la segunda vuelta fiascos en partidos señalados para alimentar este objetivo. Las derrotas en Son Moix, en el Benito Villamarín y en La Catedral frente al Celta dos semanas atrás supusieron duros contratiempos que invitaban a pensar más en el cierre prematuro del curso que en meter el morro en la pelea por conseguir una de las dos plazas continentales, una de Europa League y otra de Conference League.

El fútbol es así de volátil, al igual que los mercados bursátiles. Los imprevistos son los que suben o bajan la cotización. La del Athletic cotiza alta después de encadenar dos victorias consecutivas y aprovechar los tropiezos de sus rivales directos para ponerse a un solo punto de la séptima plaza, que la ocupa el Villarreal y da el billete a la Conference, y a cinco del sexto, la Real Sociedad y que envía al segundo torneo europeo.

Así las cosas, la entidad bilbaina cambia de registro y en Ibaigane se frotan las manos ante la posibilidad e que el colectivo de Marcelino haga realidad un objetivo deportivo que llevaría bajo el brazo un puñado de millones de euros que van más allá de la calderilla que algunos podrían considerar jugar la Conference, la tercera y última competición en el escalón de la UEFA.

Aitor Elizegi, cuyo mandato al frente del Athletic le restan solo dos meses de vigencia, lo ha reiterado en varias de sus comparecencias o entrevistas a medios de comunicación. “No jugar en Europa con la masa salarial de esta plantilla supone asumir un déficit ordinario”, ha venido a decir. Un déficit que se ha dado de manera continua en los recientes balances contables y la Junta Directiva de Elizegi quiere poner lo que cree que sería la guinda a su legislatura, que no es otra cosa que dejar al equipo en Europa, después de haber jugado dos finales de la Supercopa, con un título incluido (2021), y dos de Copa, ambas perdidas en abril de 2021; además de haber sacado adelante, en el matiz institucional, la grada de animación, su proyecto estrella, y a la espera de lo que suceda con la propuesta de reforma de Estatutos, que se debate en Asamblea Extraordinaria el próximo día 23.

Para ello, el grupo de Marcelino debe asaltar como mínimo la séptima plaza en las cuatro jornadas de liga que restan y donde se intuye una interesante txanpa final, con el primer examen el sábado en San Mamés frente al Valencia.

Lo cierto es que competir en Europa genera unos pingües beneficios de los que puede dar fe el Athletic en tiempos no muy lejanos. Solo hay que rememorar los réditos que le ha proporcionado a la entidad jugar en el Viejo Continente desde 2009, año en que la vigente Europa League tomó el testigo de la extinta Copa de la UEFA para ofrecer un sensible aumento de los premios deportivos gracias al dinero proporcionado por las televisiones y otras vías de financiación.

Entre ese año y el de 2018, el conjunto rojiblanco había sido un asiduo en las competiciones europeas, casi de forma continuada, ya que solo se ausentó de las mismas en dos de esas nueve campañas. Así las cosas, el dividendo que generó tal presencia se elevó a un total de 75 millones de euros, cantidad que aglutina a méritos deportivos y el denominado market-pool, con el apunte de que un tercio del global lo ingresó fruto de su recorrido en la Champions en el curso 2014-15, en tanto que la menor recaudación bajó a los 3,2 millones en los ejercicios 2009-10 y 2012-13.

La novedosa Conference League ha ampliado la oferta para hacer caja por parte de la UEFA y, pese a su menor pedigrí respecto a la Champions y la Europa League, no desmerece por el posible dinero que reciban sus participantes de primer nivel y sobre el mes de agosto se conocerá el detalle dinerario que ha aportado en su primera experiencia. Los premios rondan la mitad de los que ofrece la Europa League en las eliminatorias finales, pero, así y todo, un equipo que supera la fase de grupos se llevaría como mínimo más de cinco millones de euros, dos millones menos respecto al segundo torneo continental, al margen del market-pool.