Iñaki Williams, apagado en el último mes y medio de competición hasta el punto de ser sustituido tras el descanso en la última aparición en San Mamés ante el Celta, vuelve a esbozar su mejor sonrisa. No puede ser de otra manera después de la exhibición que protagonizó anoche a costa de un sobrepasado Atlético que se mostró incapaz de detectarle durante los 77 minutos que estuvo sobre el césped. Fue entonces cuando, acalambrado, exhausto, el mayor de los hermanos pidió el cambio a Marcelino García Toral para dejar su lugar en el campo a Alex Berenguer en medio de una ovación que reconoció su trabajo... y su acierto.De puntería, pese a las críticas, fue sobrado ayer el bilbaino. Al igual que de confianza, como constata el hecho de que diera un paso al frente para asumir la responsabilidad de lanzar el penalti que significó el 2-0. A pesar de estar activos Raúl García e Iker Muniain, quien venía de fallar una pena máxima en la visita al Cádiz, ninguno de los dos discutió el protagonismo a Iñaki, quien cogió el balón y lo envió al fondo de las redes con una ejecución que sorprendió a propios y extraños. En primer lugar, a Jan Oblak, quien vio cómo el esférico se colaba suavemente por el centro de la portería con un inesperado Panenka que cogió de improviso a la parroquia rojiblanca. Estallaron de alegría San Mamés y el propio Williams, que celebró con suma rabia un tanto que no había encontrado en las seis jornadas previas.

Con un único tanto en los nueve últimos encuentros, Iñaki necesitaba marcar y no solo lo hizo para poner tierra de por medio en un envite en el que el Athletic desactivó de principio a fin al Atlético. Incontrolable para la defensa colchonera, que sufrió sobremanera con cada ruptura al espacio, el mayor de los Williams también mostró parte de su mejor repertorio físico en la acción que originó el 1-0 en el minuto 8. Bastó un envío en largo al espacio para que el 9 rojiblanco lanzara una poderosa carrera, enviara al suelo a José María Giménez en la disputa por el balón y encontrara la colaboración de Mario Hermoso en un intento de pase que acabó en la cazuela.

Máxima puntería para ganar en confianza en medio de un auténtico repaso colectivo a los de Diego Simeone. Si su hermano Nico acaparó todos los focos en la semifinal de la Supercopa disputada el pasado 13 de enero con el gol que dio el pase a la final a los leones, la de ayer fue la noche de Iñaki, que vio anulado en la segunda mitad por fuera de juego un latigazo que acabó repeliendo el larguero. La acción, pese a no tener validez, volvió a poner de manifiesto la lúcida noche de un futbolista que, autor de ocho goles en liga, se encuentra todavía a cinco dianas de su mejor registro en Primera División.

El dato no importa en exceso a Marcelino, quien destacó que “Iñaki es un jugador muy importante para nosotros, lo sabemos desde el inicio de la temporada. No ha tenido mucha suerte de cara a gol, pero sus movimientos, desmarques al espacio y participaciones durante el partido van minando al rival y nos ayudan a progresar”. “Sabemos que no podemos exigirle ser un goleador, pero tiene otras características que le hacen ser un delantero muy bueno y muy importante para nosotros”, subrayó asimismo el asturiano, quien reconoció en relación al penalti materializado de Panenka que “solemos ensayar los penaltis, decidimos que Iker no repitiera y entre dos o tres posibles lanzadores que teníamos decidieron que fuera Iñaki y lo metió muy bien. No lo vi, pero eso me dijeron, así que fenomenal”.

El mayor de los Williams, autor de ocho goles en liga, sumaba seis jornadas consecutivas sin conseguir ver portería