La directiva de Aitor Elizegi, por lo que se desconoce la fecha en la que se abrirán las urnas para que el socio del Athletic escoja al próximo presidente y su junta. Aunque Elizegi ha repetido con frecuencia que nada más pisar Ibaigane, hace ahora casi tres años y medio, ya anunció cuándo concluiría el mandato y habría elecciones, todavía nadie sabe en qué día ocurrirá todo eso. A estas alturas del calendario, el silencio de los despachos empieza a resultar incómodo; provoca perplejidad, incluso enojo. Si se analiza la situación del club con un mínimo de perspectiva, no cuesta nada encontrar razones de peso para catalogar de perjudicial este estado de indefinición institucional.

El pasado octubre, en el marco de una asamblea ordinaria, Elizegi comunicó ante los compromisarios su intención irrevocable de abandonar el cargo coincidiendo con el fin del vigente mandato. Reveló a su sorprendida audiencia que no se planteaba presentarse a la reelección y que, por tanto, se limitaría a poner en marcha el proceso que debería desembocar en su sucesión. Añadió que el tránsito tendría lugar a la finalización de la campaña, tal como siempre había proclamado. Sin embargo, esa voluntad expresada aún no se ha materializado. El tiempo ha avanzado, sigue haciéndolo, y a punto de entrar en el mes de mayo, no hay noticias explícitas en torno a esta cuestión.

Es decir, va a haber elecciones, pero es como si no. En este extraño contexto, se da la circunstancia de que hasta ha trascendido la identidad de personas (al menos dos, si bien se baraja la opción de una tercera) dispuestas a recoger el testigo de Elizegi y asumir el gobierno de la entidad. Pero estos socios permanecen con el freno echado, igual que el resto podría añadirse, a la espera de que Ibaigane se pronuncie de una vez.

Sin embargo, no da la sensación de que Elizegi tenga prisa. De hecho, para ser 28 de abril va retrasado. Al parecer, anda muy ocupado con los compromisos adquiridos: recientemente, la prioridad recayó en la denominada Grada de Animación; lo más inmediato que figura en su agenda es el intento de reforma de los Estatutos del club. Pese a que diversas voces le han sugerido la conveniencia de no gastar este cartucho precisamente ahora que se va (recordar que en dos oportunidades la asamblea tumbó intentos similares), él tira para adelante. Así, el 11 de abril publicó el Athletic la fecha de celebración de la asamblea monográfica dedicada al tema de los Estatutos Sociales: 23 de mayo, lunes. Día raro para asunto tan trascendental de cara al futuro de la institución, pero visto que la convocatoria anterior fue un jueves...

Hay que considerar que esta iniciativa de la directiva consistente en realizar la asamblea que le corresponde dirigir el 23 de mayo, posee una influencia directa en el proceso electoral, puesto que le aboca a aplazar la convocatoria de este al 24 de mayo, como muy pronto. De confirmarse este extremo, las elecciones caerían el 3 de julio, debido a que desde que se llama a votar hasta que se hace uso de la papeleta han de transcurrir 40 días.

Esto significa, ni más ni menos, que el candidato ganador, el nuevo presidente y su junta, empezarían a trabajar con la temporada 2022-23 comenzada o a punto de que lo hiciese. Si se estima que el período de pretemporada de la primera plantilla no suele ser inferior a las cinco semanas y está previsto que el campeonato de liga eche a andar el segundo fin de semana de agosto, entre el 12 y el 14, pues lo dicho.

El banquillo

De cumplirse lo expuesto, los nuevos rectores no dispondrán de margen para aterrizar, para efectuar con normalidad la primera toma de contacto con una nueva realidad. Pero no sería este el único problema. En idéntica posición se encontrarían los profesionales que se incorporasen a la disciplina del club, los responsables de las diferentes áreas, aunque en especial de la deportiva, así como los técnicos de las diversas categorías, empezando por la más alta.

Pero dilatar tanto las elecciones plantea más pegas para el normal funcionamiento del Athletic, pues afecta de lleno a la planificación del próximo gobierno. Un ejemplo evidente: la dificultad que para los candidatos entraña lograr el compromiso de un entrenador, cuando es imposible que este sepa hasta el 3 de julio si tiene o no equipo que dirigir. Y tres cuartos de lo mismo es aplicable a los jugadores cedidos, descartables, potenciales fichajes, etc. Sin olvidar el vacío en el capítulo de los contratos, muchos de los cuales vencen el 30 de junio. En suma, no hay beneficio alguno para el Athletic con unas elecciones tan tarde, pero Elizegi se resiste a dar el banderazo de salida.