Dicen que las desgracias nunca vienen solas. Y lo cierto es que el Athletic puede dar fe de ello. La final de Copa del pasado sábado en La Cartuja le dejó muy tocado y semejante depresión que supone perder el título a manos del vecino, que se ha vanagloriado de ello con distintos gestos de vacile y hasta de mal gusto (ayer miércoles a unos iluminados se les ocurrió contratar a unos mariachis para actuar en la salida del equipo rojiblanco desde su hotel de concentración hacia Anoeta), tardará en olvidarse. El conjunto de Marcelino dispuso anoche, ya en partido de liga, de una buena oportunidad de tomarse una pequeña venganza y lamer las heridas. Y lo tuvo en sus manos. Pero, claro, llegó ese monumental despiste que se está haciendo habitual en casi todos los partidos. En La Cartuja una decisión fatal de Yeray en la salida de balón generó el penalti que cometió Iñigo Martínez y que transformo Oyarzabal para llevar la Copa a Donostia. Ayer miércoles fue el turno de Unai Simón, que en una semana la ha armado en dos ocasiones. Lo hizo en el duelo de España ante Kosovo, pero la más impactante la protagonizo en el rebautizado Reale Arena. El de Murgia dejó ojipláticos a propios y extraños con una pifia de las que hacen época y dejan en evidencia a un portero. Se comió y privó a su equipo de lograr una victoria balsámica. Ver para creer.

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Las mejores imágenes del partido Real Sociedad-Athletic

A Unai Simón le toca hacer autocrítica. Asume que los palos van a enfocarse hacia su persona cuando es consciente de que ha privado a su equipo de sumar dos puntos que quizá le habría permitido enchufarse a la lucha por Europa. No es su primer fallo de envergadura esta campaña. Ya los cometió en Mestalla, en el José Zorrilla y en San Mamés frente al Celta. En Valencia una salida en falso a los 85 minutos produjo el tanto de Manu Vallejo, que supuso el 2-2; en tanto que en Valladolid controló un mal balón que le llevó a cometer penalti. Generó el 1-10 de la victoria blanquiovioleta por 2-1. Y ya en La Catedral se precipitó en sacar un balón con la mano para regalársela a un rival y para que Iago Aspas hiciera el 0-2. Son las acciones que más han señalado a Simón, que debe reactivarse de cara a la final de Copa frente al BarçaLa cantada Todo ocurrió en un intervalo de cuatro minutos. En un abrir y cerrar de ojos. En el 84, Asier Villalibre, cuando solo llevaba en el verde un cuarto de hora, sacó la genética de un nueve nato. Su olfato es incuestionable. El Búfalo no cesa de reivindicarse pese a que es consciente de su rol. Tiene por delante a Iñaki Williams y Raúl García, intocables de momento para Marcelino. Villalibre ya ha igualado en la nómina de goleadores al navarro y está a un solo gol del bilbaino, una pegada que delata el impacto que tiene cuando le dan la oportunidad. Como se conoce, ya fue decisivo en la final de la Supercopa, cuando forzó la prórroga con un remate marca de la casa. Anoche lo repitió. Intuyó el centro de Alex Berenguer, marcó los tiempos, ganó la posición y su remate de cabeza descolocó a Remiro, al que quizá mandó a dormir sin necesidad de abrir la boca. En el 89, el error de Unai Simón estropeó ese momento de máxima felicidad.

El empate de Anoeta, después de tres derrotas consecutivas en el feudo realista, no sirve para aliviar las penas de la final del sábado y tampoco suma para relanzar al Athletic en la liga, ya que continúa varado en la zona media cuando solo restan nueve jornadas para la conclusión de la competición. La zona europea dista diez puntos, quizá ya inalcanzable, por lo que todos los sentidos de los de Marcelino están puestos en la final del día 17, para que Villalibre toque la trompeta y Unai Simón no cante.

la cifra

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Los goles de villalibre

El de Gernika se convirtió en uno de los protagonistas del Athletic, ya que un cuarto de hora después de su comparecencia anotó el tanto rojiblanco, el cuarto de su cuenta particular en liga, con lo que iguala a Raúl García y se pone a un solo gol de Muniain y Williams. El Búfalo también ha marcado en Copa y en la final de la Supercopa.