Vamos, que el Athletic maneja una especie de varita mágica. Casi todo lo que toca lo convierte en oro. El jueves certificó en la prórroga en el Ciutat de València su billete a la final de Copa que jugará ante el Barça el 17 de abril y el domingo venció al Granada en el tiempo extra en un partido marcado por el plan alternativo que puso en liza Marcelino García Toral, quien no deja de sacar jugo a esta plantilla. El asturiano lo había avisado en la previa. Tenía pensado hacer muchos cambios y no faltó a su palabra. Introdujo nueve novedades respecto al once que ejerció frente al Levante y, como buen visionario, recurrió a Alex Berenguer para llevarse un nuevo subidón al cuerpo. Porque el de Barañain se sabe tocado por la inspiración divina y su impacto en el equipo sube como la espuma cada partido. Hizo el 1-2 que dio el pasaporte a la final coperaHizo el 1-2 que dio el pasaporte a la final copera y anoche se sacó un zarpazo para batir a Rui Silva con un misil imposible de detener. Ver para creer. Solo necesitó ocho minutos en el césped para solucionar un encuentro que mete al Athletic en la pomada europea, pese a que el sexto clasificado, el Betis, asoma aún a seis puntos de distancia.

Berenguer se lleva los titulares por la trascendencia de su tanto en el momento en que se produjo. Es el inesperado pichichi del conjunto rojiblanco y ejerció como tal. No lo hizo Raúl García, que tuvo en sus botas una inmejorable ocasión para hacer el 2-0 a los 71 minutos y espantar el suspense al que abocó con su penalti errado. El navarro no falló el jueves en el Ciutat desde los once metros y tampoco lo había hecho en el partido de liga ante el Levante, pero careció de acierto en un golpeo que le adivinó Rui Silva, que quizá tenía estudiado el movimiento de un Raúl García que segundos antes había dado una gran asistencia de plancha desde medio campo para que Asier Villalibre, otro de los nombres propios de la noche, armara un contragolpe que no pudo consumar. El Búfalo, con todo, no solo toca la trompeta en los días de gloria, sino que también lo hace en el campo. Su gesto en el 1-0 que ejecutó fue de maestro, de un nueve auténtico. Lleva cinco goles en las tres competiciones, una cifra que no está nada mal cuando solo ha sito titular en nueve ocasiones entre liga, Copa y Supercopa. El de Gernika también cotiza muy alto.

Inicio deseado

Marcelino se la jugó con un once experimental, sobre todo porque sorprendió con la presencia de Balenziaga como central zurdo y con Lekue en ese lateral izquierdo que suele ocupar el ayer capitán. Se trató de dos de sus nueve cambios, pero el Athletic no acusó semejante revolución en el once, quizá porque el de Villaviciosa ha caído de pie en el vestuario y tiene prácticamente a todos sus pupilos enchufados con la causa. Es una de las misiones del entrenador, al que también le ayuda la diosa fortuna, que, en cambio, hay que buscarla. Y el Athletic la busca y la encuentra. Nada, o casi nada, de lo que hace lo hace fruto de la improvisación. Se entiende que hay un plan por detrás.

No obstante, el técnico se había mostrado una semana atrás cansado de firmar el mismo resultado, 1-1, que le daba poca recompensa a lo ofrecido por el Athletic. El domingo parecía que iba a repetirse la misma historia que evitó Berenguer in extremisHubo una novedad. El conjunto rojiblanco se puso por delante en el marcador, lo que ocurre por quinta vez en los 15 partidos que lleva dirigidos Marcelino, matiz del que también se había quejado el asturiano por el desgaste que supone jugar contracorriente. Aunque no todo es oro lo que reluce. El entrenador también está obsesionado por tapar una vía de agua que le preocupa. Solo en uno de sus partidos el equipo no ha recibido gol alguno, en el Ramón de Carranza, un mal que le podría penalizar en las dos finales de Copa que tiene por delante. Pero lo puede recompensar. Ha marcado en todos estos quince encuentros.

la cifra

30

Los goles que suma el Athletic en todas las competiciones desde la llegada de Marcelino, por lo que la media por partido se eleva a dos tantos.