O fue su partido más brillante, ni mucho menos. Pero desde su bota derecha llegaron las principales ocasiones de peligro del Athletic. De su cuero llegó la asistencia que marcó la diferencia entre el consuelo del empate y la decepción de la derrota en la ida de las semifinales de la Copa. Iker Muniain regresó tras su ausencia por una lesión muscular y recuperó la incidencia que ha mostrado en ataque desde la llegada de Marcelino García Toral al banquillo. El técnico asturiano ha devuelto al navarro al flanco izquierdo y desde allí está siendo decisivo en los resultados del equipo. El jueves sumó su séptima asistencia en los ocho encuentros que ha disputado bajo las órdenes de Marcelino; o visto con otra perspectiva, en un mes -siete partidos- ha firmado siete asistencias para igualar su mejor registro de una temporada completa, la 2011-12, con 58 encuentros. Además, ha anotado un gol. En los diecisiete partidos anteriores, con la batuta de Gaizka Garitano, el de La Txantrea amasó tres goles y una sola asistencia. Ahora, su bota es donde nace el gol. La que acaricia para servir al compañero. El jueves, a Iñigo Martínez.

La primera mitad enturbió a todos los efectivos del Athletic, oscurecidos por el buen hacer del rival. El equipo bilbaino no encontró su lugar. Comenzó agazapado, con unos primeros veinte minutos nada deseados. El Levante, un conjunto que no sabe especular y nunca mira hacia su retaguardia, se encontró más cómodo, con mayor templanza, con la confianza que conceden nueve partidos sin conocer la derrota, y sin el nerviosismo de verse en su segunda semifinal de la Copa 86 años después de la primera. El centro del campo propuesto por Marcelino, concretamente los Dani García y Unai Vencedor, además de desacertados al mover la pelota, pecadores en la precipitación, se vieron desbordados, superados por la versatilidad de la tropa de Paco López, que parecía multiplicarse ganando rechaces y balones divididos. Todas las monedas al aire caían de la misma cara, fruto de la prestancia sobre el terreno de juego. Nada de un asunto de fortuna. Cuestión de saber estar; como la situación del gol de Melero.

En definitiva, los leones en ningún momento fueron capaces de imponer su guion. Si cabe destacar alguna actuación individual, esta fue de la de Muniain, porque de sus botas nacieron las ocasiones de peligro del plantel rojiblanco. Si bien, el navarro, de vuelta tras unos problemas físicos que le han mantenido apartado en los dos encuentros previos -Betis y Valencia-, tampoco gozó de la posesión que acostumbra. Todo era impotencia para el bando bilbaino, desubicado e incapaz de coger las riendas de la iniciativa.

En el descanso, Marcelino agitó el banquillo: triple cambio. Vencedor, Dani García y Capa, fuera; Vesga, Unai López y Berenguer, dentro. La inusual rectificación surtió efecto. Cambió el rostro al partido. Raúl, Berenguer y Williams llevaron más peligro entre el minuto 49 y el 52 que todo el equipo durante los primeros 45 minutos. De las botas de Muniain, especialmente a balón parado, seguían brotando oportunidades que no se vieron recompensadas con efectividad en los remates.

Tanto va el cántaro a la fuente... que tras el saque de un córner botado por Muniain se hizo justicia. El de La Txantrea trazó un centro magnífico al que correspondió Iñigo Martínez con un cabezazo imponente. Los minutos de atropello dieron rédito.

Las mejores imágenes del Athletic-Levante. Fotos: Oskar M. BernalLas sustituciones de Marcelino beneficiaron al equipo y, por supuesto, a Muniain, que comenzó a disfrutar de balones rasos, aunque no gozó de los espacios que permiten lucir a su clarividencia; un pase en profundidad a Williams en la primera mitad fue su mejor obra en este sentido. De nuevo fue a balón parado como pudo repetir asistencia. Sucedió en el minuto 93, cuando el partido se dirigía al cadalso. Lanzó otro córner pero Yeray no remató como Iñigo.La eliminatoria se decidirá en el Ciutat de València, donde convendría que Muniain prolongue su idilio con la pelota. Sería interesante que esa bota, diestro más bien cerrado como es, mezca el balón para que un compañero lo mande a dormir a la red. Por fortuna, el tremendo golpe que se llevó en la zona baja de la espalda -rodillazo de Rochina- parece que no tuvo mayores consecuencias para el navarro, que ha regresado con buen pie.Muniain no tuvo el jueves el dominio de balón que hubiera deseado, pero de sus botas nació la mayor parte del peligro del AthleticEl navarro lució con saques a balón parado, faceta en la que asistió a Iñigo Martínez desde el córner para propiciar el empate rojiblanco

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sustituciones de Marcelino beneficiaron al equipo y, por supuesto, a MuniainLa eliminatoria se decidirá en el Ciutat de València