"Huesca, Huesca, Huesca". La respuesta de Gaizka Garitano sobre la suerte del sorteo de la Supercopa y sobre el calendario que le viene al Athletica la vuelta de la esquina no deja lugar a dudas. El técnico rojiblanco solo tiene una cosa metida entre ceja y ceja. Por lo menos así lo proyectó el jueves. El duelo del martes en Valdebebas ya es historia pese a la buena imagen que dio el equipo bilbaino, que se tuvo que resignar con una nueva derrota en el feudo del Real Madrid. La clasificación, además, no engaña. El Athletic continúa en zona de riesgo, a solo tres puntos del descenso, entre los que se encuentra su rival de esta noche en San Mamés, un Huesca que llega a Bilbao reanimado después de conseguir el pasado fin de semana su ansiado primer triunfo del curso a costa del Alavés, que estrecha aún más la parte baja de la tabla. Así las cosas, el compromiso de hoy incrementa la presión para el conjunto rojiblanco y para el propio Garitano, que afronta un nuevo examen para salir del apuro, sabedor de que un repetitivo traspié acentuaría el ya de por sí caliente debate que anida en la masa social y en parte de la Junta Directiva de Aitor Elizegi sobre su continuidad o su destitución. El derioztarra conoce la confianza que tiene depositada el presidente en su persona, pero ello no es garantía de asegurarse el puesto a medio plazo. Los resultados mandan y el martes, casi sin respiro, se la volverá a jugar en la visita al Villarreal, en la antesala del parón navideño y de la Asamblea General de Socios Compromisarios del próximo día 27, que se presenta intensa de antemano.

Lo cierto es que el Athletic necesita superar al Huesca como el comer después de encadenar cuatro jornadas consecutivas sin vencer y con una pobre cosecha de dos puntos sobre doce posibles. Esa es la realidad, por mucho que haya quien quiera disfrazarla por la injusticia sufrida en algunos de los choques precedentes de los leones. Garitano asume la urgencia: "Es lógico tener la presión de ganar. En el fútbol de elite la tenemos todos los días y en estos partidos que sabemos que necesitamos ganar, más. Pero convivimos con ella. Es parte de nuestro trabajo y a los futbolistas no les debe afectar", subrayó el derioztarra, que no quiso valorar a nivel personal si sería "justo" que fuera destituido de su cargo en caso de perder este encuentro porque "el fútbol no atiende mucho de justicias" y "se vive de los resultados".

El Athletic regresa a casa después de sus desplazamientos seguidos a Valencia y Madrid, y lo hace con el recuerdo aún fresco del batacazo que le supuso el revés frente al Celta y que tanto daño generó. Por ello, el colectivo rojiblanco debe sacar su mejor versión ante un Huesca al que "le gusta jugar la pelota" y que tiene bien cogido los mecanismos de Míchel, un entrenador que también está cuestionado y al que la victoria ante el Alavés le ha permitido ampliar su margen. Es decir, el compromiso no se antoja nada sencillo para los de Garitano, que, paradojas del fútbol, debutó al frente de los leones ante al rival de esta noche dos años atrás, aunque en esa ocasión se trató de un partido de Copa en El Alcoraz y con ya todo resuelto para el Athletic, que también venció en el choque de vuelta por 0-4. Garitano confía en repetir éxito, aunque no sea con tal amplitud.

El derioztarra está obligado a retocar su plan respecto al que compareció el martes en el Alfredo Di Stéfano debido a las bajas por sanción de Raúl García, que fue expulsado a los 13 minutos de juego por doble amonestación, y Yeray, que vio su quinta amarilla. El recambio del central es el conocido de Unai Núñez, que necesita reivindicarse cuando le toca jugar de inicio, mientras que parece lógico que Iker Muniain regrese al once tras su suplencia en Madrid. A partir de ahí emergen incógnitas tanto en el centro del campo como en la delantera. Garitano podría tirar de un doble pivote diferente al del anterior duelo y no sería extraño que Dani García y Unai López formaran pareja e incluso Iñigo Córdoba tendría opciones en el costado izquierdo.