La continuidad de Gaizka Garitano estuvo en el aire coincidiendo con los partidos contra Sevilla y Betis que acogió San Mamés. Luego y hasta ayer, al calor de sendas victorias a costa de los andaluces, la segunda espectacular, en Ibaigane creyeron o quisieron creer que esos episodios críticos eran agua pasada. Parecía que por fin el equipo reaccionaba, se reconciliaba consigo mismo y con un entorno deprimido. Todo pintaba bien y lo único que faltaba era confirmar la enmienda aprovechando la visita del Celta. El Athletic podría dormir el viernes en plaza europea y la directiva de Aitor Elizegi centrarse en preparar lo mejor posible una Asamblea General con mucha miga. Pero la feliz previsión quedó en agua de borrajas. Tras el partido los dirigentes se reunieron en el estadio y varias voces abogaron por zanjar de inmediato la relación con Garitano. El presidente paró el intento aduciendo que no era el momento oportuno y el asunto está ahora pendiente de ser abordado de nuevo. Se desconoce cuándo.Este que no entraba en sus cálculos, sería pues el tercer capítulo que afronta la directiva en el plazo de cinco semanas con el futuro del proyecto encabezado por Garitano seriamente cuestionado. El más crudo tuvo lugar después de que el Athletic cayese en Valladolid (8 de noviembre). En el viaje de regreso a Bilbao, la mayoría de los directivos desplazados a la ciudad castellana estimaron que la suerte del entrenador estaba echada, que la destitución era inaplazable. Un escenario semejante al que se dio durante el duelo con el Sevilla (31 de octubre), que estaba cuesta arriba al descanso y acabó en remontada. Una vez en casa, pasado ya el sofocón por lo vivido en el Nuevo José Zorrilla, se optó por recular y el técnico vio ampliado su crédito.

La jugada salió redonda: el Betis fue vapuleado y se mantuvo el tipo frente al áspero Getafe. En ambas citas ofreció el equipo un perfil distinto con tres novedades en su seno: Vencedor, Vesga y Villalibre. Quien más quien menos pensó que por fin Garitano se hacía eco de determinadas reclamaciones que venían de lejos, referidas al tipo de juego y a la identidad de los protagonistas. Con un registro que potenciaba la elaboración, el Athletic emitió señales interesantes y logró además enlazar dos partidos puntuando. No era una fórmula perfecta, no existe en el fútbol, pero abría la puerta a iniciar una evolución que se echaba en falta.

El petardazo de anteayer destroza la expectativa y devuelve al equipo a una terca realidad que se antojaba en vías de superación. Cargar las tintas por un mal día es peligroso. No suele ser lo más justo, pero sucede que el daño mayor no es el derivado del marcador. Lo realmente doloroso fue cómo se gestó la derrota, la imagen de impotencia de los futbolistas y del propio entrenador, que se fueron hundiendo más y más según corrían los minutos. Y la guinda al inesperado fracaso corrió a cargo de Garitano en sala de prensa.

un sinsentido

Esto último fue uno de los argumentos esgrimidos en la medianoche del viernes en el antepalco de San Mamés. Sentó como un tiro en la directiva que el técnico mentase la juventud de sus hombres para justificar el desaguisado. "Un peaje a pagar", dijo, cuando ni siquiera la alusión se ajusta a la realidad, puesto que salvo Vencedor, recién cumplida la veintena, el resto de los protagonistas posee una larga trayectoria en la categoría. Si estaba pensando en Villalibre (23 años), tampoco es admisible, dado que el déficit de contraste en la élite del ariete se debe a que Garitano se ha resistido a concederle antes la titularidad. Y si se estaba acordando de la pifia de Unai Simón, qué decir. Sí, es joven, pero brindó un rendimiento magnífico la pasada campaña y hoy es titular con España.

Dejando a un lado las disquisiciones sobre la alineación escogida (Balenziaga, Raúl García y Unai López, los primeros relevos, tampoco son juveniles precisamente), cuesta entender que este tipo de reflexiones se empleen en el Athletic, menos aún después de un partido torcido. Al escudarse en los chavales, Garitano les carga con una responsabilidad que no les corresponde y que quizá debiera recaer en gente más curtida. Hay argumentos de otra índole para elaborar un análisis más razonable, este de los jóvenes es insostenible desde cualquier ángulo. Con los datos en la mano, la reflexión debería hacerse a la inversa, siendo evidente la reticencia demostrada por Garitano en la promoción de los valores de la cantera. Con la particularidad de que los chavales, sin la confianza y presencia deseables, bastante aportan cuando recurre a sus servicios.

En síntesis, que el mensaje del viernes, además de incendiar las redes, ha contribuido a alimentar en el seno de la Junta Directiva la convicción de que urge adoptar una medida drástica. Estiman que Garitano reconoce implícitamente que no ve nivel en la plantilla para desarrollar su labor e insiste en enviar recados en absoluto constructivos. Lo son sus lamentos por la falta de delanteros, que remiten al alucinante caso Llorente. Las sucesivas prórrogas que se han otorgado empiezan a pesar en el ánimo de quienes llevan las riendas del club, que ven cómo se oscurece el panorama en vísperas de la cita con los socios compromisarios. Se les acumulan los problemas y les está afectando. Cómo se explica si no que en medio del malestar causado por el equipo y el míster, generen un follón con la comunicación de los datos económicos.

Y mejor no mirar el calendario que se avecina, siete partidos en un mes con Valencia, Madrid, Villareal, Real y Barça en el paquete.