O sea, que Gaizka Garitano se atrevió, según la teoría de unos. Otros recurrirán a la política de la meritocracia e, incluso, habría quien opine que el entrenador tiró de cierto populismo al repetir el mismo once que una semana atrás goleó al Betis. El fútbol genera tal diversidad que acentúa su punto de salsa en tiempos en los que las gradas están vacías, falta ese matiz estimulante y el VAR acapara su cuota de protagonismo, aunque ayer este último fue el gran ausente. Lo evidente es que el Athletic empató en el Coliseum Alfonso Pérez, resultado que no firmaba desde el derbi de Ipurua de la liga pasada y desde entonces y hasta el domingo se habían jugado 18 partidos más, con un saldo de siete victorias y once derrotas. El punto conseguido por el conjunto rojiblanco frente a un Getafe pétreo como es habitual en él tiene dos lecturas, como las lógicas que apuntó el derioztarra en la previa. Suma, para los más conservadores, pero resta dos, para los más ambiciosos.

Fue el partido de las dos lógicas de Garitano. Funcionó la primera, la llamada revolucionaria porque cambia de manera radical el ideario tradicional del entrenador y, curiosamente, no respondió la segunda, la que ha guiado al Athletic con asiduidad desde que ejerce el derioztarra en el banquillo. De ahí el despiste que causó el encuentro en el Coliseum entre dos equipos que son muy parecidos en su perfil, aunque con sus razonables diferencias en ciertos conceptos. Un despiste que lo causa el cambio de criterio de Garitano a vuelta de vestuarios pese a que mantuvo a los mismos hombres y supuestamente el mismo sistema, si bien es comprensible que lo tuviera que retocar aunque fuera mínimamente con la marcha de Yuri Berchiche, que sufrió un inesperado mareo, para dar entrada a Mikel Balenziaga, cuya genética futbolística es bien diferente a la de su compañero, por lo que los leones perdieron músculo ofensivo por el costado izquierdo y quizá llegaron a pagarlo con el empate firmado por Ángel, el verdugo de los rojiblancos en este mismo feudo hace dos campañas. Así las cosas, son ya siete los encuentros consecutivos, tanto en el Coliseum como en San Mamés, los que no vence el Athletic a un Getafe que se están convirtiendo en un rival muy molesto.

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Imágenes del Getafe 1 - Athletic 1

El duelo del domingo desvela el dilema que puede tener un entrenador. Garitano se inclinó de inicio por la fórmula que tanto aplaudió el personal tras la holgada victoria sobre el Betis y, de repente, pone en valor activos que los tenía arrinconados en el fondo del armario. Se trata de la Triple V. Asier Villalibre se reivindica como un nueve al que se esperaba como agua de mayo y al que el técnico no se osaba a dar galones pese a la carencia de soluciones ofensivas que proyectaba el equipo en partidos anteriores, como así ocurrió sobre todo en Los Cármenes, Mendizorrotza, El Sadar y en el José Zorrilla. Mikel Vesga, al que no le perdonaban ni una y al que se tildaba de frío, emerge ahora como un futbolista creíble en la toma de decisiones en la medular y Unai Vencedor, un chaval recién sacado del horno de Lezama, demuestra que hay vida más allá de Dani García, un intocable hasta la fecha para Garitano y del que se decía que era la voz del entrenador en el césped.El tanto de Villalibre hizo justicia a lo que sucedía en el verde e incluso el Athletic se quedó corto. La no ejecución de un segundo gol quizá turbó al conjunto rojiblanco en el segundo acto, asustado por el golpeo de Arambarri a los 57 segundos que se estrelló en el palo de la meta de Unai Simón. Garitano activó entonces la segunda lógica a la que se refirió en la previa, la de introducir alguna variedad. Y lo hizo. Dio un paso atrás con los mismos futbolistas, lo que a la postre fue un movimiento que jugó en su contra, por lo menos en el deseo de firmar una segunda victoria consecutiva que se hace de rogar en esta liga. Asomó el Athletic pre-Betis.