Ni lleno en San Mamés, ni las kalejiras por Pozas. Nada de nada. La nueva normalidad ha terminado con el público en las gradas... y también en los bares. Y es que, para lamento de la hostelería, la apertura de la frontera con Cantabria y la llegada del verano en todo su esplendor ha provocado que los bilbainos prefieran hacer otros planes. Así que ayer la playa ganó al fútbol y además lo hizo por goleada. Tanto es así que el miedo de las autoridades a las aglomeraciones en la llegada de los autobuses de los dos equipos a San Mamés quedó en mera anécdota. Porque una hora y media antes del encuentro, cuando los jugadores de ambos equipos entraban al estadio, la explanada era un páramo. Ni un alma. Como si no hubiera partido. Como si el conjunto rojiblanco no se estuviera jugando su futuro en Europa.

Mikel opina del partido del Athletic en García Rivero

Mikel opina del partido del Athletic en García Rivero

Mikel opina del partido del Athletic en García Rivero. Oskar GonzálezY es que ayer jugaba el Athletic, pero puede que Bilbao no se enterara. O puede que, simplemente, le diera igual. Así que la imagen de Pozas, otrora llena de seguidores rumbo a La Catedral o de cuadrillas mirando expectantes la televisión, fue desoladora. La calle estaba desierta. La mitad de los bares, cerrados. Y, la otra mitad, casi vacíos. Solo unos pocos optaron por pasar la tarde entre copas, pero realmente les interesaba más lo que había entre los hielos que el partido. El Athletic-Betis se convirtió así en una canción de fondo, en un punto perdido al que mirar cuando la conversación se volvía trivial. De esta forma, la capital vizcaina demostró una vez más, y ya van tres jornadas, que vive la vuelta al fútbol sin prestarle demasiada atención. Los aficionados rojiblancos todavía son muy reticentes a disfrutar del Athletic en espacios cerrados. Sobre todo si ya se puede ir a Castro, Laredo o Noja, si hace tiempo de playa y si los pupilos de Gaizka Garitano no le ponen más vidilla a un encuentro que coincide con la sobremesa.

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Poco ambiente en Pozas y García Rivero

El despertador Martínez

Porque el duelo de ayer fue en un horario complicado. Unos terminaban los postres, otros estaban ya en la siesta. Cuando Valentín Pizarro pitó el inicio del partido, Bilbao bostezaba. De sueño, de empacho y de desidia. Las camisetas rojiblancas se contaban con los dedos, pero la desgana era común. Hasta que Iñigo Martínez alteró el gallinero. El gol del central rojiblanco despertó a los pocos aficionados congregados en Pozas y García Rivero. Pero era el minuto 7 del encuentro y lo ocurrido fue un espejismo. La apatía volvió a ganar la batalla al fútbol y los seguidores volvieron a hibernar hasta que los minutos finales, con un polémico VAR, un discutible penalti y un búfalo suelto, animaron el poco ambiente hasta el pitido final.