bilbao - El fútbol es un deporte colectivo, pero en el que la inspiración de ciertos jugadores asoma como un matiz decisorio en la suerte del equipo. El caso de Raúl García (Iruñea, 11 de julio de 1986) es un buen exponente de ello. El de Zirzur Mayor vive una especie de segunda juventud a sus 33 años de edad. Se conoce que es una referencia desde que fichara por el Athletic en agosto de 2015, pero su rol ha ido ganado peso con el paso del tiempo. Con un Aduriz que experimenta sus últimos meses en activo y sin la credencial de titular, Raúl García ha acentuado sus galones dentro y fuera del césped, hasta el punto de que incluso haya lucido el brazalete de capitán cuando no le tocaría por antigüedad, como así ocurrió en Butarque, cuando con Iker Muniain en el banquillo, con Óscar de Marcos en casa y Mikel Balenziaga en la grada le hubiera correspondido a Beñat. Lo cierto es el que el 22 rojiblanco se ha ganado por méritos propios su condición de jefe, adornado con sus números, ya que ha tenido que esperar a su décimo séptima temporada en la élite para firmar su mejor arranque goleador a estas alturas del curso, gracias a sus cuatro dianas en las siete jornadas recorridas hasta la fecha.

Raúl García sabe a lo que juega. No engaña a nadie, para lo bueno y para lo malo. Por todo lo que representa su perfil, le fichó la anterior Junta Directiva presidida por Josu Urrutia tras pago al Atlético de Madrid de diez millones de euros, de los que queda un año más de amortizar. Se entendía que se trataba de una inversión segura, sin apenas riesgo, y el tiempo ha dado la razón a los que aventuraban semejante eficacia por parte del navarro, un futbolista que ha aportado un punto añadido de músculo competitivo. El propio protagonista, además, se siente muy cómodo en su papel y en el feeling que han encontrado en el vestuario y en la grada, por lo que miel sobre hojuelas. Sus estadísticas le retratan. Ha participado en 176 partidos oficiales, solo frenado por lesiones puntuales, y en los que ha materializado 52 goles, una cifra valiosa para un jugador que precisamente no es un delantero nato, sino que se mueve en posiciones más traseras, pero siempre con el área rival metida entre ceja y ceja.

Este Athletic no se caracteriza precisamente por su enorme pegada. No en vano, su cuenta anotadora se limita a los siete tantos, uno por partido, que le convierte, junto al Atlético de Madrid y Valladolid, en el equipo menos goleador de los diez primeros clasificados de LaLiga Santander, lo que desvela las dificultades del conjunto de Gaizka Garitano a la hora de batir la meta contraria. Con todo, Raúl García rompe la media. El de Zizur Mayor ha proyectado en este arranque de temporada una inspiración muy llamativa, ya que ha acaparado casi el 60 por ciento de los goles ejecutados por los leones, cuatro de siete. El navarro, en este sentido, ha batido al Getafe, Real Sociedad, Alavés y Leganés, y ha sido el único rojiblanco en mojar lejos de Bilbao, lo que subraya la importancia de su presencia en un equipo que depende en gran medida del acierto de sus pesos pesados.

Raúl García es una de ellos y no ha fallado a la hora de ejercer como tal. Sin ir más lejos, el de Zizur Mayor presume de su mejor inicio goleador en su carrera deportiva, ya que es la primera vez en sus 17 años como profesional que llega a esta tarjeta anotadora en las siete primeras jornadas, por lo que va camino, en caso de continuar con esta inercia, de superar su récord realizador anual, que data de la temporada 2011-12, entonces en las filas de Osasuna y con una tarjeta de once goles en liga, uno más de los que ha conseguido en el Athletic en los ejercicios 2016-17 y 2017-18. Precisamente, fue en el cuadro osasunista donde también hizo una tacada de cuatro goles en sus siete primeros partidos, aunque entonces fuera entre la tercera y novena jornada de la competición.

temido en vigo En Balaídos saben de sobra lo que es capaz de hacer Raúl García. Al Celta ya le ha hecho más de algún destrozo. Sobre todo, desde que es jugador del Athletic, porque no fue capaz de ver puerta ante el cuadro vigués ni como jugador de Osasuna ni como futbolista del Atlético de Madrid. El Celta, por tanto, se ha convertido en el equipo fetiche del navarro, ya que es el conjunto al que más ha batido. Lo ha hecho en siete ocasiones y únicamente en cinco de los siete partidos en los que se ha enfrentado al conjunto celtiña, lo que da una media demoledora. Solo se ha quedado sin marcar en dos compromisos. Tres de esos siete tantos los ha ejecutado en Balaídos, por lo que la masa social del Celta tiene motivos fundados como para temer a Raúl García, que conoce que será sometido a una vigilancia especial. Fran Escribá y sus hombres han tomado nota, pero Raúl García está de dulce.

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