Bilbao - El regular Athletic y un Valencia desconcertado e imprevisible miden hoy sus fuerzas en horario muy british, aunque no por ello cómodo para la afición, que suele ocupar el mediodía con otro tipo de actividades lúdicas. Por esta vez los bares ceden el testigo al fútbol y siendo San Mamés el punto de encuentro, pues tampoco es mal plan. El efecto llamada que producen tres victorias, a cada cual más solvente, se antoja un poderoso reclamo y la disculpa ideal para generar un ambiente propio de las citas de envergadura. La identidad del visitante es asimismo un factor que contribuye a esperar una excelente entrada.

Pese a su dubitativo arranque, el Valencia impone respeto. Mestalla arde y se desahoga señalando el palco, mientras la plantilla realiza un esfuerzo por abstraerse y asimilar las consecuencias del fulminante despido de un técnico con el que se sentía a gusto y que ha sido relevado por otro que se halla en plena maniobra de aterrizaje. Con su librillo bajo el brazo, Albert Celades tiene prisa y el calendario no le favorece. Mucho partido, poco entrenamiento, por lo que la suerte del equipo recae más que nunca en los futbolistas y estos de momento no están pudiendo dar el nivel. La transición les ha debilitado por mucho que fueran capaces de sorprender al Chelsea en Londres.

En liga, el Valencia es decimotercero y viene de pasarlas canutas en casa ante el Getafe, que mereció la victoria en un enfrentamiento desbocado que finalizó 3-3. Aún no ha rascado de visitante y solo suma seis puntos, la mitad que el Athletic, por lo que no es preciso mencionar el valor que para los rojiblancos posee la cita de hoy. De ganar, establecerían una distancia muy importante respecto a un candidato a Europa: nueve puntos equivalen a tres jornadas.

Hecha la radiografía del Valencia, que se presenta en Bilbao sin cinco hombres que actúan con frecuencia (Gayà, Piccini, Kondogbia, Carlos Soler y Gameiro), decir del Athletic que tampoco entre semana estuvo a la altura de las circunstancias. Decepcionó en Leganés, pero conserva su condición de invicto y no ha dado motivos para que se dude cuando ejerce de anfitrión. Hasta la fecha ha sabido compensar la mediocridad que le caracteriza en los desplazamientos con una versión muy fiable ante su gente. Esa extraña, y enojosa, alternancia de personalidades se entiende mal, aunque parece muy arraigada en el grupo, lo cual es alentador pensando en lo que le toca gestionar este mediodía.

El Athletic se cree invencible en La Catedral, tiene motivos. No en vano acumula un montón de partidos sin derrota, exactamente los 17 que ha dirigido Garitano. Esta clase de registros terminan algún día, pero hasta que se concreta la fecha de caducidad de la citada racha, funcionan como un maná para la autoestima y permiten solventar las papeletas más peliagudas. Si no que se lo pregunten a las últimas víctimas de un estado de gracia que avala ampliamente el proyecto del técnico.

varios cambios Presionado por la densidad del calendario, en el anterior encuentro optó Garitano por modificar la mitad de la formación que lleva el peso de la temporada. Se supone que para recibir al Valencia desandará ese camino y será el turno de Simón, Yeray, Unai López y Muniain, en detrimento de Herrerín, Núñez, Beñat y Córdoba o Larra, o ambos. Acaso en las bandas sea donde se localicen las mayores incógnitas, es la tónica desde el mes de agosto, siempre que todos estén disponibles, incluyendo aquellos que nunca descansan: los laterales, Iñigo Martínez, Dani García, Raúl García y Williams.

Lo previsible es que el capitán recupere la titularidad, pero para el costado opuesto salen varios aspirantes. Además de Larra están Ibai y Lekue, puesto que Córdoba es uno de los descartados. Flojeó en Butarque y suele ser de los que automáticamente paga el pato, tal como ha ocurrido ahora. De Marcos, que según dijo Garitano ya se entrena con absoluta normalidad y fue su primera elección en el inicio del curso para el ala derecha, deberá esperar todavía. Quizá una semana nada más. La lista de convocados es idéntica a la anterior con la excepción de que Unai López coge el lugar de Córdoba y Kenan Kodro deja el suyo a Aritz Aduriz, quien en el año de su despedida pudiera disfrutar de unos minutos frente a otro de sus exequipos.